En los últimos años la expansión de las redes sociales provocó, entre muchos otros fenómenos, el nacimiento de una serie de personajes influyentes, mejor conocidos como influencers, que empezaron a ser contratados por grandes empresas para promocionar diversos productos y servicios en internet.
Así, estos personajes empezaron a influir rápidamente en el mundo de la moda, los cosméticos, el estilo de vida e incluso en la política, lo que a veces ha despertado airados debates por su función profesional y ética a la hora de posicionarse en estos temas debido a su enorme presencia en plataformas como Facebook, Twitter, Instagram, Youtube y hasta TikTok.
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Sin embargo, un estudio elaborado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (FIJE) reveló que también los influencers se han colocado en un lugar destacado en la facilitación, idealización y promoción del consumo de drogas, especialmente el cannabis, pero también de medicamentos sujetos a prescripción médica.
“Los influencers promueven cada vez más contenidos sobre consumo de drogas, con videos y mensajes que ofrecen de este una imagen atractiva”, se puede leer en el documento presentado la semana pasada.
Por ejemplo, menciona que las plataformas digitales contribuyeron de manera importante a la popularización y el creciente uso indebido de jarabes para la tos con codeína y clorhidrato de prometazina, combinados con refrescos o alcohol, que ha sido popularizado mayormente por cantantes de rap en música y videos.
“Además, el uso de los medios sociales por parte de grupos de pacientes orientados a la autoayuda también pudo haber contribuido inadvertidamente al aumento del consumo de opioides de gran potencia para el tratamiento del dolor sin la prescripción ni las dosis adecuadas, lo cual, a su vez, tal vez haya sido un factor [...] que originó la epidemia de opioides que sufren algunos países”, señala el estudio.
A lo anterior se suma otro hecho: el uso de los algoritmos que utilizan las redes sociales que a su vez provocan que los usuarios que siguen o ven este tipo de contenidos reciban un flujo de mensajes, videos y contenidos semejantes o conexos que los exponen una y otra vez a imágenes y videos en los que se expone el consumo reiterado de drogas.
“Ello produce una cámara de resonancia que refuerza y confirma sus decisiones y opiniones anteriores”, señala.
Por todo lo anterior, y para intentar resolver las problemáticas expuestas, la FIJE ha lanzado un exhorto a los Gobiernos para que exijan a las empresas de medios sociales que asuman un papel más activo en la moderación de sus plataformas y en la limitación de los mensajes y el contenido que no son legales, como la publicidad y consumo de drogas con fines no médicos.
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“La experiencia del Programa GRIDS (Programa Mundial de Interceptación Rápida de Sustancias Peligrosas) de la FIJE responde que, colaborando con plataformas de marketing de Internet, es posible adoptar medidas para eliminar la venta de drogas publicitadas ilegalmente”, concluye el estudio.