Soy lesbiana y llevo 20 años saliendo de fiesta en la escena nocturna LGBTQ+. Pero mis experiencias durante los últimos 18 meses forman parte de una investigación en curso sobre las experiencias de las personas lesbianas, gays y bisexuales en la escena gay.
Hace poco me negaron la entrada a dos locales LGBTQ+ “diversos e inclusivos” en una gran ciudad del Reino Unido, tras un evento del orgullo. A un grupo de nosotras, que nos identificamos como una mezcla de mujeres lesbianas y bisexuales, nos dijeron que no podíamos entrar, porque se presumía que éramos “heterosexuales”. Aunque finalmente nos permitieron el acceso al segundo local, después de tener que explicar nuestra sexualidad, la exclusión no terminó allí, pues recibimos comentarios de otras personas en la fila, que nos acusaron de no ser parte del “arcoíris”.
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Ciudades como Londres, Manchester y Cardiff suelen considerarse lugares de libertad para la comunidad, esto gracias en gran medida a sus prósperas escenas de pubs y clubes LGBTQ+. Muchos de estos espacios promueven activamente y se enorgullecen de ser diversos, inclusivos y amigables. Proporcionan un lugar para que las personas del colectivo construyan y mantengan relaciones románticas, sexuales y platónicas con otras personas dentro de la comunidad.
Es importante destacar que la investigación ha demostrado que estos espacios también son fundamentales para ayudar a dar forma y establecer identidades sexuales. Esto permite que las personas de la comunidad desarrollen un sentido de pertenencia, reconocimiento y afirmación.
Sin embargo, debajo del resplandor de la inclusión y la aceptación se esconden controles, vigilancia y exclusión de estos espacios aparentemente acogedores. Mi investigación destaca que otros comportamientos dañinos, como la atención sexual no deseada, el acoso y la exclusión, no solo son prolíficos en la economía nocturna en general, sino también en la escena gay.
Los porteros siempre cuestionan mi sexualidad y me niegan la entrada muchas veces cuando llevo un vestido y me maquillo porque "no son ese tipo de bar gay
-Mujer bisexual de 23 años
Un ejemplo clave de esto es la gente que se enfrenta al juicio de otros dentro de la comunidad cuando no se presentan de una manera que se adhiera a sus estereotipos. Esto pone de relieve un hiperenfoque tóxico en las apariencias físicas. La jerarquía estética se mantiene en la escena gay a través de la vigilancia informal de la comunidad y, más formalmente, a través de los porteros o el personal del bar que se convierten en guardianes de estructuras opresivas y rígidas.
Como me dijo una de las participantes de mi investigación, una mujer bisexual de 23 años:
“Los porteros siempre cuestionan mi sexualidad y me niegan la entrada muchas veces cuando llevo un vestido y me maquillo porque "no son ese tipo de bar gay", pero ¿qué se supone que debo hacer, simplemente besar al extraño que está a mi lado y que no conozco, para demostrarlo? Sólo entro realmente si estoy con alguien que parece gay o es un cliente habitual del club”, me comentó.
Mi investigación ha demostrado que esta es una experiencia común. Como explicó otra participante lesbiana de 33 años:
“Después de que los porteros no estuvieran seguros de si debían dejarme entrar porque no parecía lo suficientemente gay, esperé en el bar durante 35 minutos, nadie me atendió. Mi amiga lesbiana, más masculina, se acerca, le explico que no me pueden atender, me dicen que es porque no parezco lo suficientemente gay. No les creí, pero luego fueron y se les atendió de inmediato.
Se habla poco de estos temas en la comunidad
Hay poca discusión sobre estos temas dentro de la comunidad LGBTQ+. Esto significa que, desde afuera, y para muchos dentro de ella también, la comunidad parece ser un entorno cohesivo y solidario que está unido a través de la opresión compartida. Sin embargo, la exclusión de identidades sexuales y estéticas particulares dentro de la escena gay significa que muchas relaciones se han fracturado y se han vuelto tensas.
Además, aquellos en la escena gay pueden sentirse obligados a cambiar su forma de presentarse para poder acceder a pubs y clubes LGBTQ+. Un participante bisexual de 23 años me explicó:
No cumplo con la estética de hombre gay, por lo que a menudo eso me excluye. Es casi como si no fuera lo suficientemente gay para estar en un bar gay. Siempre me niegan la entrada o me miran raro porque piensan que soy heterosexual. Me veo obligado a cambiar mi apariencia si quiero ser aceptado.
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Su historia también pone de relieve que no se trata sólo de una cuestión de invisibilidad lésbica, ya que quienes se presentan como más femeninas no son las únicas que se enfrentan a la exclusión.
Ser excluido de la escena gay en función de con quién se supone que tienes relaciones sexuales o de cómo te vistes crea rigidez dentro de una comunidad que se enorgullece de su libertad, autenticidad e individualidad.
* La autora es candidata a doctora de la Universidad de Plymouth. Traducción de El Sol de México.