Kai Koyama estuvo delante del Estadio Olímpico de Tokio cuando los fuegos artificiales brillaron en el cielo el 23 de julio en la inauguración de los Juegos. Pero al contrario que muchos de los que le rodeaban, no aplaudía, protestaba.
Durante meses, los sondeos en Japón manifestaron una fuerte oposición a la celebración de los Juegos, creciente con el aumento de los casos de covid-19 y la lentitud de la campaña de vacunación en el archipiélago.
Pero desde la ceremonia de apertura, la hostilidad hacia la cita olímpica parece haber disminuido.
Más de la mitad de los hogares en Tokio siguieron el espectáculo y largas filas de espera se han formado para tomarse una foto con los anillos cerca del recinto olímpico.
Japón ya ha batido su récord de medallas de oro en los Juegos y las tiendas de recuerdos del evento han experimentado grandes aumentos en sus ventas.
Pero nada de esto ha hecho cambiar de opinión a Koyama y otros ciudadanos que se oponen desde hace mucho tiempo, organizando manifestaciones que solo han atraído a algunas decenas de personas.
"¡Las vidas son más importantes que las medallas!" señalaban los manifestantes anti-Juegos delante de las oficinas del primer ministro Yoshihide Suga la semana pasada en Tokio.
Koyama era uno de ellos. Pedía a Suga anular los Juegos y concentrarse en el aumento de casos de covid-19 en Japón, que ha provocado que el gobierno prolongue el estado de urgencia en la capital, e incluir cuatro departamentos suplementarios en este dispositivo.
Una exposición de arte
"Estoy tan enfadado", Dijo a la AFP este pintor de 40 años. "Hay gente que muere todos los días y los Juegos Olímpicos se mantienen", agregó.
La cita olímpica se celebra con reglas muy estrictas: la mayor parte de las competiciones se disputan sin espectadores y existen muchas restricciones.
Koyoma cree que la celebración de los Juegos incita a la población a no respetar las consignas de las autoridades.
"Me sentí impotente y enfadado cuando vi los fuegos artificiales anunciando que los Juegos comenzaron a comenzar, a pesar de la oposición del 80% de la población japonesa", dijo.
Koyama canalizó su frustración en una exposición titulada 'Declaración por el final de los Juegos Olímpicos', que agrupa obras de arte simbolizando la oposición al evento.
Otros japoneses se opusieron a la celebración de los Juegos mucho antes de la crisis del Covid-19.
Takatoshi Sakuragawa, de 55 años y también pintor, no entiende el porqué Japón participó en la votación del Comité Olímpico Internacional (COI) en 2013, cuando el archipiélago estaba todavía bajo la conmoción del tsunami de 2011, que provocó 18.500 muertos o desaparecidos y el accidente nuclear en Fukushima.
"Me pregunté por qué gastaban energía en algo como los Juegos Olímpicos tras nuestra peor catástrofe", declaró a la AFP.
El comité de candidatura de Tokio destacó que los Juegos ayudarían a rehabilitar la región gracias "al poder del deporte".
En un sondeo realizado en marzo a los ciudadanos de las zonas más afectadas por el desastre de 2011, el 61% cuestionó que los Juegos de Tokio han ayudado a la reconstrucción de la región siniestrada.
Solo algunas competiciones olímpicas fueron desplazadas a la región del noreste del país, la mayor parte sin espectadores debido a la crisis sanitaria.
Sakuragawa intenta no prestar interés a los Juegos, aunque le gusta seguir el deporte en la televisión: "Pero cada vez que la enciendo, en todos los canales hay Juegos, por lo que estoy obligado a seguirlos".
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