En las escuelas, restaurantes o la mesa de nuestras casas hay un nuevo invitado, cuya presencia es tan peculiar que le cedimos el papel protagónico: se trata de la tecnología.
Alumnos que en lugar de poner atención al profesor ven su celular, parejas que en lugar de disfrutar de su cena romántica prefieren sacarle una foto a su comida para subirla a sus redes sociales o simplemente, familias que ya no hablan para dedicar su tiempo a la pantalla del smartphone.
Para Claudia Benassini Félix, académica de la Universidad La Salle, esto no es un fenómeno únicamente de dependencia a la tecnología, en este caso al teléfono celular, sino la falta de educación.
“Es un mal hábito sacar el teléfono en clases o en ciertos lugares. No podemos generalizar, pero muchos alumnos están en la clase y están en sus redes y usted le dice algo y ellos dicen ‘Estoy atendiendo a la clase’ que ya sabemos que no es cierto. Hay un problema de mi mal hábito y hay un problema de adicción más que dependencia”, comentó la especialista.
Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2023, publicada en junio pasado, 97.2 millones de personas usaban un teléfono celular, lo que equivalió a 81.4 por ciento de la población de seis años o más.
“La población de seis años o más, usuaria de teléfono celular, pasó de 75.1 a 81.4 por ciento, lo que representó un incremento de 6.3 puntos porcentuales entre 2020 y 2023”, dice la Encuesta elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en colaboración con el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
En centros urbanos es común ver a las personas usando su teléfono celular en la calle, ya sea para escuchar música, revisar sus redes sociales o mandar mensajes, y de vez en cuando hacer llamadas telefónicas.
Benassini Félix explicó que en ciertos contextos esto es un mal hábito, pero no sólo de los alumnos, sino también de profesores.
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“Ya no se permite el uso de teléfonos celulares en el salón de clases. Usted tiene su teléfono o en este modo avión o apagado o tener sus mochilas adelante o lo que sea, porque realmente es un elemento que contribuye a la distracción salvo casos muy muy excepcionales y no podría utilizarlo para este apoyo a las actividades docentes, pero normalmente se utiliza como lo del que se utilice como mal hábito. Tengo compañeros colegas profesores que están en clase mandando un mensaje en Facebook”.
La académica añadió que otra de las malas costumbres que tenemos como usuarios de la tecnología, como en redes sociales, es el descuido de nuestra información personal, lo que es aprovechado por empresas privadas o el gobierno.
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“Lo que sería en nuestro caso importante tiene que ver también con las actividades sociales, con la convivencia y al final de cuenta con la comunicación. También está el otro lado, estamos dando datos al gobierno y a las empresas, datos personales de que puede ser muy inocente, pero todo eso genera este fenómeno del Big Data que a final de cuentas no necesariamente nos beneficia a nosotros, y sí a las grandes empresas a las que se les vende toda esa información”, finalizó.