En 2010, como parte de las celebraciones por el Bicentenario de la Independencia de México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) abrió la urna donde descansaban los restos de Mariano Matamoros, insurgente de la lucha de independencia, y tras realizar análisis exhaustivos encontró que los huesos eran de una mujer adulta.
Los estudios –cuyos resultados se publicaron en los dos tomos del libro Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia– apuntan que los restos óseos encontrados en la caja señalada con la placa “General Insurgente Mariano Matamoros, Héroe de la Independencia Nacional” corresponderían a una mujer entre los 40 y 45 años de edad.
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Derivado de este descubrimiento, la teoría de que el insurgente era en realidad una mujer vestida de hombre comenzó a ganar fuerza, ya que algunos registros históricos afirman que el segundo de José María Morelos y Pavón, nunca se dejó ver desnudo en público.
A esto se suma que, según los estudios del INAH, la estatura de la mujer a la que pertenecieron los huesos habría sido de 1.51 metros, que coincide con la estatura que las crónicas de la época adjudican a Matamoros. Igualmente, la edad estimada de la mujer concuerda con los 44 años que tenía el héroe de la Independencia al ser fusilado.
El caso del independentista no sería el único que se ha presentado en la historia de México. Durante la Revolución Mexicana Amelia Robles Ávila participó en la lucha con las tropas del general Emiliano Zapata. Robles Ávila, originaria de Guerrero, adoptó el nombre de Amelio y pidió abiertamente que se refirieran a su persona como hombre.
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A pesar de lo anterior, resultaría complicado comprobar que en efecto los restos depositados a nombre de Mariano Matamoros corresponden realmente al insurgente, ya que durante varias décadas los restos de los héroes independentistas permanecieron en el olvido.