POR GERALDINE LOREDO FUENTES
Mucho se escucha hoy en día acerca de la lactancia materna. Esun tema que se escucha cada vez más por los beneficios que tienepara la salud del niño y de la mamá, en la farándula con todaslas famosas que hoy se declaran defensoras y promotoras de lalactancia e incluso en ocasiones en el tenor del escándalo,aquellas notas de mujeres que han sido invitadas amablemente aretirarse de lugares públicos por amamantar y que a su vez eso haincitado acciones masivas de apoyo y protesta.
En tema de salud, sabemos de los enormes beneficios físicos yemocionales de la lactancia materna para todos los involucrados, yal parecer, entre más se adentra uno, más maravillas encuentraacerca de las bondades y las propiedades de la leche materna.
En realidad me gusta ayudar a las madres en periodo delactancia, en gran parte por mi propia experiencia con ella. Hansido esas vivencias del día a día que me hacen creer conconvicción en todo lo bueno de la lactancia.
He visto que el problema no es la falta de información sino elexceso, tantos mitos, tantos artículos contradictorios, perosobretodo tantos consejos y comentarios que se vuelven en marea demiedos e inseguridades.
Como aquella niña, que recuerda que a sus cuatro años, laseñora que ayudaba en casa, quien por cierto era bastante biendotada, cuando estaba inquieta bromeaba acerca de que si queríatomar leche de chocolate o de fresa y lo preguntaba mientras seseñalaba el pecho; esa niña ahora mujer, tuvo una lactanciaexitosa con sus hijos.
O a quien vio a su cuñada cuidar y alimentar con tanto amor alos hijos de su hermano dando pecho siempre en silencio con untinte de placer en su rostro. Esta mujer se preguntaba en esemomento, ¿que se sentiría dar pecho a sus propios hijos? Con sushijos tuvo una lactancia materna exitosa.
Pero la historia es diferente cuando las experiencias ajenas noshablan de dolor, de cansancio, de molestias. De comentarios deotras mujeres, de que no sale suficiente leche al amamantar a libredemanda, que duele mucho, etc.
En realidad, en una mujer embarazada, al pensar en la lactanciano debería tener inseguridad, ni miedo, debería crecer esacuriosidad y ansia de experimentar semejante amor al seguirentregando parte del cuerpo a un bebé que alguna vez fue uno mismocon ese cuerpo.
Les puedo contar estas historias con la certeza de su veracidadporque en realidad son mis propias historias. Y hoy les puedo decirque inicié mi camino profesional en la lactancia no por losbeneficios de la leche materna; en realidad amamanté porque teníaganas y el gusto de hacerlo, y con el paso del tiempo viví susbeneficios, yo no buscaba nada y sin embargo recibí mucho.
Hoy puedo decir que la lactancia me ha dado inmensos momentos defelicidad, de conexión, me he sentido completamente capaz, segura,suficiente, porque he sido todo lo que mis hijos necesitan parasobrevivir.
El amamantar se volvió parte de mi esencia como mujer y mamá,y lo he disfrutado tanto como he podido, mentiría si dijera que lohe disfrutado cada vez, porque la lactancia es entrega total, norespeta tiempos de sueño, comida o baño, una está ahí paraservir, es demandante sí, es cansado sí, y vale la pena, milveces sí, porque el amamantar te da momentos en donde nada másexiste, en donde eres todo para tu bebé y tu bebé es todo parati, el amamantar es el perfecto momento de complicidad en donde seintercambian miradas y sonrisas.
Jamás me he sentido esclava de la lactancia, por el contrariohice de la lactancia mi esclava, mi arma secreta, para un bebéhambriento, un bebe molesto, cuando salen los dientes, cuando ponenvacunas, para el frío, para el calor, para los viajes largos; mipecho fue mi aliado en las caídas de los primeros pasos y cuandoparecía que quería crecer demasiado rápido e irse cada vez unpaso más lejos de mí, pero la lactancia nos hacía esclavosnuevamente, esclavos el uno del otro.
Pero no todo es bueno, en realidad hay algo malo de lalactancia, lo malo es: que no dura para siempre, es solo un periodofugaz; bien dicen que de lo bueno poco y se extraña y cuandotermina, no vuelve.
Hay muchos que dicen que el pecho mima y chiquea, quemalacostumbra, que vuelve débil, y aunque podría mencionar milestudios que afirman todo lo contario, en realidad eso no importatanto como la simple afirmación de que: A mí la lactancia me haregalado muchas cosas, pero sobre todo me regaló el recordar yvolver a buscar el calor, la protección y el consuelo que siemprebrinda el pecho de mamá. Médico general
Certificada por la Universidad La Salle como Educadora Perinataly Acompañante al Parto.
“Nathal” Nacer en armonía.
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