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México.- En México al menos una cuarta parte de la poblaciónse encuentra en situación de inseguridad alimentaria. Segúncifras de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut)2012, en el país poco más del 28 por ciento de los hogaresmexicanos vive en ese estado; de ellos, 10.5 por ciento en etapasevera.
Al mismo tiempo, y paradójicamente, la Ensanut ha documentadola creciente epidemia de sobrepeso y obesidad, como consecuencia deuna alimentación poco variada y desequilibrada, rica en azúcares,grasas y sodio, dijo María del Rocío Fernández Suárez,encargada del Programa Universitario de Alimentos (PUAL) de laUNAM.
Aunque en los últimos 25 años disminuyeron las cifras dedesnutrición entre los mexicanos, en el sector rural uno de cadatres niños indígenas vive en esa condición, aunque de caráctercrónico, señaló. En Guerrero, por ejemplo, 42.6 por ciento de lapoblación presenta carencia por acceso a la alimentación, segúndatos recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Políticade Desarrollo Social (Coneval).
A propósito del Día Mundial de la Alimentación, que seconmemora este 16 de octubre con el lema “Protección social yagricultura para romper el ciclo de la pobreza rural”, launiversitaria distinguió dos tipos de protección social enfunción de su impacto y el tiempo en el que se perciben losresultados.
“Por un lado, tenemos la de efecto a corto plazo, que setraduce en una variedad de programas que ofrecen ayuda financiera oen especie a personas pobres y vulnerables para mejorar susingresos. Ejemplo de ello es Prospera (antes Oportunidades),iniciativa con mayor cobertura en materia de seguridad alimentaria,y la Cruzada Nacional Contra el Hambre”.
Estos proyectos de asistencia social son importantes, de hechola Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y laAgricultura (FAO) recomienda su establecimiento debido a lanecesidad de ayudar de manera inmediata a poblaciones que sufrendesnutrición aguda y cuya vida está en riesgo, o biendesnutrición crónica, cuyos efectos se reflejan a largo plazo enquienes la padecen.
Sin embargo, estas iniciativas no tienen una cobertura del 100por ciento, sólo llegan a cuatro de cada 10 mexicanos, enpromedio. “Quizá estén relacionadas con la disminución de lascifras de desnutrición, pero es indispensable establecer otro tipode protección social, que tiene que ver con la producciónsustentable de alimentos”, subrayó.
La universitaria planteó la necesidad de crear programas alargo plazo, que contribuyan a la protección del campo y de lospequeños productores o campesinos.
Actualmente, gran parte de los subsidios a la actividadagrícola se destinan a los grandes productores, cuyos cultivos, enuna proporción considerable, son de exportación, mientras que loscampesinos, que son casi tres millones y representan entre el 70 y80 por ciento de los productores agrícolas, reciben un mínimoporcentaje de los apoyos gubernamentales.
“Con el bajo subsidio y sin tecnificación hacen la proeza deproducir 40 por ciento de los alimentos básicos que se consumen enla nación; por ello, la protección social tendría que pensarseen razón de proporcionarles mayor apoyo pues, además, basan suproducción en sistemas sustentables de agricultura familiar, demenor impacto ambiental”.
El futuro no se ve prometedor. Por un lado, tenemos el cambioclimático, que es una realidad y afecta a los grandes y pequeñosproductores. Por otro, existe la degradación de los suelosagrícolas; en el país se calcula que la mitad están afectados,principalmente a consecuencia de la agricultura altamentetecnificada, que hace uso excesivo de fertilizantes, plaguicidas yagua de riego, además de basarse en el monocultivo, que no permitepromover la diversidad de especies ni la variedad de alimentos.
“De hecho, los expertos calculan que de no modificarse elparadigma actual de producción de alimentos en México, con elincremento de la población, estimado en un 29 por ciento para2050, las cifras de desnutrición infantil aumentarán 20 porciento”, advirtió.
“Debemos proteger a los pequeños productores, herederos yguardianes de una gran agrobiodiversidad, de 59 razas de maícesnativos, así como de otros cultivos como calabazas, quelites,chiles, frijoles, camotes, frutas y más”, remarcó.
Los expertos señalan que los sistemas agrícolas tradicionales,basados en la diversidad de cultivos y especies, muestran una mayorresiliencia al cambio climático, una razón más para enfocaresfuerzos en la agricultura familiar, concluyó, FernándezSuárez.