Los días de la semana son una vorágine que a veces nos sepulta. Hay días en los que ya nos levantamos con mucha prisa, saltamos unos segundos a la ducha, nos encargamos de que los niños tengan todo lo que les hará falta en la escuela y salimos, pensando mil cosas mientras cerramos la puerta, a veces incluso sin desayunar.
La noche no siempre es mejor. Cuántas veces llegamos rendidos y apenas si nos queda energía para un momento de tranquilidad. Pues bien, malas noticias. Todos lo sabemos, pero los especialistas lo confirman: llevar ese ritmo de vida te arruina.
Consultamos a una experta y su respuesta fue clara. Es fundamental hacer una pausa entre el trabajo y el sueño, tanto por la mañana, antes de salir, como por la noche, antes de irte a la cama.
Cada uno tiene sus propios tiempos. No existe una regla general sobre cuánto debe durar esa "pausa", pero cada uno sabe muy bien cuánto tiempo necesita parra arrancar o cerrar el día sin estar totalmente estresado.
Otro detalle no menor es evitar que la mente esté en el trabajo antes de llegar allí. Y no sólo por cuestiones de salud. El rendimiento también es totalmente distinto. Si uno tiene una reunión ni bien llega a la oficina, pero ya antes estuvo lidiando con los primeros asuntos por mail, los ánimos con los que entrará a esa reunión serán totalmente distintos.
Lo mismo sucede a la inversa, en los efectos que tiene el estrés sobre el sueño. A uno le gustará hacer algo de deporte, al otro jugar con los niños y a otro recostarse un rato en el sofá. No hacer nada es difícil, pero hay que intentarlo. Un ratito por día hace muy bien.
/afa