A partir del aislamiento y de la necesidad de involucrarse o convivir con más personas, es común que se genere el deseo de sentirse afiliado a algo o alguien; sin embargo, en muchas ocasiones esto recae en las exparejas, el vínculo no solo más práctico al que atenerse, sino el de mayor accesibilidad, menciona Ariadna Pulido, psicoterapeuta y directora del Centro Humanista.
La especialista detalla que en el terreno de lo sentimental y la búsqueda del contacto físico, es más probable que nuestra memoria selectiva elija recordar los momentos “lindos” y pase por alto los motivos que originaron el distanciamiento entre los involucrados.
“Ese deseo de sentirse queridos por alguien desde las carencias personales y conflictos familiares hace querer tomar la iniciativa de buscar un reencuentro, al menos en lo virtual, con esa persona que alguna vez fue significativa en nuestra vida a pesar de las consecuencias que esto pueda generar”, enfatiza.
Es importante recordar que está bien sentirse triste, enojado o feliz, hacernos consientes de todas las emociones; sin embargo, controlarlas es fundamental y se vale pedir ayuda.
“Aprender a identificar en qué momento es necesario dar un giro y cambiar la actividad que nos está generando más tristeza de la habitual es cuando podemos recurrir a una atención psicológica (…) determinar si esa tristeza está pasando a ser depresión, o si esa ansiedad ya nos está afectando en un grado mayor”, recomienda Ariadna Pulido.
Cómo evitar esas acciones y pensamientos
Hay buenas prácticas que te permitirán no caer en la “tentación” de hablar o buscar a tus exparejas, por ejemplo:
-No recurrir a ver fotografías, videos y demás artículos que nos generen nostalgia en estos momentos de “ocio” y que solo consiguen boicotear nuestra mente.
-Aprender a disfrutar en medida de lo posible esta oportunidad de hacer videollamadas con nuestros familiares y amigos, y que mejor aún con aquellos que seres queridos lejanos que llevamos meses o quizás años sin establecer contacto.
- Valora el tiempo, como una oportunidad de transformación e incluso para retomar actividades: pintar, tocar algún instrumento o leer alguno de los libros pendientes.
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