Los reflectores estaban listos para la verla triunfar en Tokio 2020. El mundo entero quería aplaudir, mientras ella estaba en lo más alto del podio, escuchando el himno nacional de su país, con una sonrisa de orgullo y las medallas doradas en el pecho.
Pero ella, Simone Biles, dijo que no competiría, porque no se sentía lista mentalmente. Entonces, un tema tabú en el deporte hizo explosión: la salud mental de los atletas. Esa detonación provocó que el mundo volteara a ver un asunto que se encontraba en las penumbras y las discusiones comenzaron. Dimes y diretes, mientras la laureada gimnasta prefería decir adiós al sueño olímpico.
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“Antes de competir, me puse cada vez más nerviosa. No me sentía tan segura como debería haber estado con tanto entrenamiento que teníamos desde años antes. Los ejercicios fueron básicamente de vida o muerte, porque fue un milagro que aterrizara de pie cuando hacía los ‘twisties’”, confesó la 19 veces campeona del mundo y cuatro ocasiones medallista de oro en Juegos Olímpicos.
Sí, Biles se sentía con riesgo de morir si competía. ¿Cuántos demonios encierra la mente de un deportista? Puede ser que muchos, sobre todo, cuando el pasado de abuso sexual se encuentra como una sombra, como fue el caso de la deportista.
Ansiedad, depresión, patologías que los psicólogos y los psiquiatras han advertido en los últimos años que padecen los deportistas de alto rendimiento, pese a que se consideraban –en otros tiempos– como semidioses invulnerables.
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“Se creía que hablar de las emociones era un símbolo de debilidad en los deportistas. Si nos fijamos en décadas anteriores siempre el discurso era de ‘yo le voy a dar vuelta’, ‘yo puedo solucionarlo’. Muchas veces no es así. Decir lo que se siente es visto como un símbolo de debilidad, lo cual es erróneo. ¿Cuántas depresiones se pudieron haber evitado con atención psicológica a los atletas?”, enfatiza el psicólogo deportivo Pablo Sucarrat.
Sólo para dimensionar qué tan fuerte puede ser el problema emocional en deportistas bajo presión de triunfar siempre, el 13% de los jugadores de futbol a nivel profesional describieron síntomas de depresión, de acuerdo con un estudio elaborado por el Sindicato Profesional de Futbolistas (FIFPro). En números concretos, cada plantel que está conformado por 23 elementos, tiene la posibilidad de contar con dos miembros deprimidos.
La solución al tema mental resulta compleja. Cada vez más, los deportistas cuentan con un equipo multidisciplinario que está conformado, entre otros profesionales, por psicólogos.
“Nosotros les ayudamos a potenciar sus habilidades, a que crezca su confianza y puedan controlar la presión en contextos de estrés”, asegura Sucarrat. Pero ¿Qué sucede cuando el tema pasa al dominio psiquiátrico? Si bien, la Agencia Mundial Antidopaje no sanciona los antidepresivos o ansiolíticos como dopaje, el uso de estos medicamentos puede traer efectos secundarios para el rendimiento de los atletas. Parece que atender la salud mental cuando se es un deportista de alto rendimiento es un callejón sin salida.
“No hay evidencia de que estas sustancias tengan un impacto positivo en el desempeño de los deportistas”, advierte la psiquiatra deportiva Marcela Martínez Pérez.
“En el caso de los estimulantes pueden provocar dolor de cabeza, tics, efectos cardiovasculares, fatiga, cuadros de ansiedad y depresión; respecto a los antidepresivos por ejemplo, la flouxetina podría disminuir la segregación de endorfinas durante el ejercicio. Los sedantes, usados para mejorar el sueño, pueden persistir sus efectos al día siguiente, interfiriendo negativamente en el rendimiento”, describe.
En México, refiere la especialista, existe otro problema, además de los dilemas sobre cuándo medicar a los deportistas: la falta de profesionales en el rubro.
“México tiene poco menos de 4,500 psiquiatras, el 60% de ellos está en Ciudad de México, Guadalajara y Nuevo León (poco más del 40% radica en la Ciudad de México), lo que condiciona un déficit importante en este recurso humano para la atención de la salud mental de la población general. Decir que se puede destinar a un psiquiatra a atender a la población deportiva es muy complicado”, expone.
¿Cuál es la respuesta, entonces, al problema de la salud mental en atletas? Martínez Pérez señala que siempre “será mucho más barato prevenir los síntomas que atenderlos”, por lo que –aconseja– es muy importante ese acompañamiento que inhibe la detonación de problemas depresión o ansiedad.