Óscar ha trabajado toda su vida adulta para tener su propio negocio. Ha hecho sacrificios personales y familiares detrás de su objetivo por crecer y hoy ha logrado emplear a decenas de personas para ofrecer un servicio diferenciado a una base sólida de clientes. Desafortunadamente, en el camino ha habido mucho estrés, conflictos en casa, negociaciones intensas y desafíos asfixiantes.
Aunque considera imperativo pagar a tiempo, muchas veces ha tenido que retirar dinero de sus ahorros para no dejar que uno de sus empleados se quede sin quincena. Así que el calendario también le juega en contra.
De pronto, su peor pesadilla se materializó: llegó el 30 de marzo y sólo le alcanzaba para depositar la mitad del pago acordado.
La pandemia ha generado una crisis económica de impacto inmediato, aumentando la presión desde lo más alto de las empresas, hasta el interior de los hogares, donde resuena más la escasez. Hoy está cambiando la escena de una familia tradicional con padres trabajadores.
Algunos regresaron a hacer home office y luchan por encontrar su espacio. Otros simplemente, fueron enviados a casa, sin certeza laboral y sin ingreso. Los roles están mutando y, lejos de reconectar entre miembros de la familia, hay expertos que ven un riesgo a la salud mental.
Un estudio reciente de la Universidad de Michigan, que encuestó a 562 adultos vía internet, reveló que la mayoría los padres (52%) han visto su forma de crianza por las preocupaciones económicas y el aislamiento.
Otros datos relevantes mencionaron el uso de la fuerza o imposición enérgica, toda vez que 61% de los participantes reconocieron haberles gritado a sus hijos durante el período de encierro, mientras que uno de cada seis afirmó haber dado una nalgada o una bofetada en este contexto.
Del grupo de padres que reportaron estas acciones, el 11% dijo que lo ha hecho en múltiples ocasiones. Cerca del 19% del total consideró que estaba gritando más, mientras que el 15% notó un incrementó en sus medidas disciplinarias en medio de la contingencia.
La autora principal del estudio, Shawna Lee, advirtió que el fenómeno de la violencia intrafamiliar puede aumentar conforme los niños pasen más tiempo en casa, no sólo por la presión añadida que tienen los padres ante la incertidumbre económica y laboral, sino porque muchos de estos casos son identificados en las escuelas.
En entrevista con el USA Today, el directo del Centro Nacional para la Preparación ante los Desastres de la Universidad de Columbia, Irwin Redlener, expuso que la ansiedad puede contribuir a la depresión infantil, como se ha observado con los desastres naturales recientes en Estados Unidos.
Redlener considera que cualquier irrupción de la rutina y dinámica familiar, como la que viven hoy en día las familias en México, pueden ocasionar rezagos académicos, cambios en el comportamiento e incluso condiciones médicas.
El rol de los padres, desafiados como no lo imaginaban ante una crisis mundial, será clave para que las nuevas generaciones aprendan a lidiar con situaciones de tensión y riesgo. Según se desempeñen los líderes de la familia, podrán determinar la capacidad de adaptación de todos sus integrantes frente a la incertidumbre, especialmente de los más pequeños, según Redlener.
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