Al Pacino se suma a la lista de actores que decidieron tener hijos después de los 70 años. A sus 83 años, recibió al bebé que concibió junto con su actual pareja, la productora de cine Noor Alfallah de 29 años.
El tema de la paternidad avanzada es tan relevante que incluso el periódico The New York Times le ha dedicado espacio, debido a que los resultados de las investigaciones confirman que después de los 40 años existen alteraciones en el número de cromosomas de los espermatozoides y fragmentación del ADN espermático.
Más allá de comentarios como “viejo rabo verde” o “todavía truena su pistolita”, el tema de la procreación en la tercera edad es un tema de salud pública que implica garantizar la crianza saludable y la intervención oportuna en caso de que los recién nacidos lo requieran.
Especialmente cuando se ha documentado que la edad paterna avanzada incrementa el riesgo de nacimiento prematuro, bajo peso al nacer, puntuación de Apgar baja y riesgo de convulsiones del bebé.
La Universidad de Stanford incluso ha realizado estudios que vinculan el envejecimiento paterno con un mayor riesgo de que los bebés nazcan con enfermedades congénitas como el enanismo o que desarrollen trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia y la bipolaridad o trastornos del desarrollo como el autismo.
Otros dos más. Las alteraciones en los espermatozoides también se asocian con mayores tasas de cánceres infantiles, así como con defectos cardíacos congénitos.
Edad paterna avanzada
Desde la masculinidad tóxica se fomenta la paternidad a cualquier edad, bajo el entendido de que la hombría se construye a partir del número de hijos que se procrean. Afortunadamente, estas ideas machistas comienzan a desterrarse.
Sin embargo, la paternidad deseada y responsable también comienza a retrasarse en los países desarrollados, como ha ocurrido en Estados Unidos, en donde el número de padres estadounidenses menores de 30 años disminuyó en 27% y los padres de 45 a 49 años aumentaron en 52%.
Casos como el de Al Pacino nos hace pensar en que muchos bebés han nacido espontáneamente con padres de edades comprendidas entre los 70-80 años, pero también motiva reflexiones sobre las implicaciones que eso representa.
Los embriólogos y la reproducción asistida tienen un amplio campo para investigar cómo la edad de los progenitores deje de alterar la salud de la descendencia, desde la gestación misma.
En paralelo, los educadores sexuales debemos insistir en que el erotismo no debe desmotivarse en la edad adulta. En el libro “La ciencia de la larga vida”, los autores —Valentín Fuster y Josep Corbella— insisten en que la edad es sólo un número. En su capítulo “El sexo no tiene edad”, refieren que es posible mantener una vida sexual activa pese a los prejuicios y a los cambios fisiológicos.
Y aunque la reproductividad es parte fundamental de nuestra sexualidad, ésta no debe estar asociada necesariamente a nuestras prácticas erótico-afectivas. Es decir, la intimidad en la tercera edad es esperada y deseable, sin que eso implique un embarazo.
Si sabiendo esto, y conscientes de los otros tantos riesgos asociados, la decisión de tener un bebé en la adultez mayor se mantiene, entonces estos varones octogenarios también deben asumir la responsabilidad de realizar una crianza positiva y responsable, con todas las previsiones para que las labores de cuidado no recaigan sólo sobre la madre, aunque ésta sea mucho más joven.
*Delia Angélica Ortiz es periodista especializada en inclusión y diversidad