/ sábado 27 de noviembre de 2021

Mi mamá y el sexo | De cubrebocas y condones

En ese momento, para mí, estar en una interacción social sin cubrebocas fue como tener relaciones sexuales sin condón

Después de 20 meses, así es, casi dos años de confinamiento social, salí a un restaurante. No sabía si quitarme o no el cubrebocas. Obvio, me lo tenía que quitar para comer, así que mientras veía a los comensales en las mesas cercanas convivir sin ese dispositivo sanitario, me armé de valor y me lo quité.

➡️Mi mamá y el sexo | ¿Condones en Afganistán?

En ese momento, para mí, estar en una interacción social sin cubrebocas fue como tener relaciones sexuales sin condón. Me sentí extraña, dejándolo de lado, mientras veía que el mesero lo utilizaba en combinación con una mascarilla de acrílico.

El cubrebocas nos ha permitido cierta seguridad sanitaria para atenuar los contagios por Covid-19 y también nos ha dado la posibilidad de vernos más a los ojos. ¿Sí o no? Aunque muchos ya ni se acuerden de lavarse las manos, seguimos en pandemia y estamos viviendo un tsunami social que ha trastocado nuestra manera de relacionarnos con los demás.

Recientemente, Hootsuite publicó su “Informe de tendencias sociales”. Esta proveedora de herramientas para administrar redes sociales afirma que durante la pandemia muchas empresas han cometido el error de intentar capitalizar el aumento de actividad en las plataformas de socialización virtual y han perdido de vista que las personas no quieren “contactar” con las marcas, sino con otras personas.

De acuerdo con Hootsuite, ahora hay 4.2 mil millones de usuarios en redes sociales, en todo el mundo, lo que representa un crecimiento anual de más del 13%, es decir, 490 millones de nuevos usuarios. Ese número de personas equivale a más del 53% de la población total del mundo.

La vida virtual tiene un alto potencial. Podemos coquetear con alguien que nos guste. Incluso podemos tener sexo virtual sin que nos preocupe el cubrebocas o el condón. ¿Esa es la nueva normalidad? Debo admitir que yo me siento bastante rara con esta nueva forma de interactuar. Totalmente extraña en la presencialidad y aún distante en la virtualidad. “Ni de aquí ni de allá”, como reza un clásico de la india María.

¿Cómo son nuestras relaciones erótico-afectivas en esta nueva normalidad? ¿Tendremos que ir a hacernos una prueba de antígeno nasal cada vez que queramos ir a tomar un café con alguien que nos gusta?

Bastaría tener buena comunicación. Bastaría confiar en que compartimos medidas sanitarias responsables para evitar propagar el contagio de Covid. Bastaría acudir a ese primer encuentro presencial con la disposición de pasarla bien.

Habrá quienes recurrieron a las redes sociales para compensar la falta de presencialidad. Habrá a quien le bastó Whatsapp y Facebook para sobrellevar esta temporada. Otros más descargamos Telegram, Instagram y hasta Tiktok. Otros más habrán explorado las redes sociales de ligue como Tinder, Bumble, Asley Madison y tantas más.

Ni qué hablar de Netflix para sobrellevar el encierro. Hay que recordar que Pornhub incluso comenzó a liberar contenidos gratuitos para contribuir a que las personas mantuvieran el confinamiento social. Aunque los más críticos han enfatizado que fue una estrategia para atraer a nuevos usuarios del porno.

De hecho, es bastante ilustrativo que cuando Facebook, Instagram y Whatsapp estuvieron fuera de línea durante varias horas, el 4 de octubre de 2021, el tráfico de Pornhub aumentó 10.5%, lo que según esa firma de videos de sexo explícito en línea equivale a medio millón de usuarios adicionales por cada hora que los servicios de Facebook estuvieron inactivos.

¿Qué pasa ahora que nos estamos acostumbrando a escuchar que otro conocido es un caso más de Covid? ¿Cuántas personas más están estacionadas en relacionarse sólo a través de plataformas digitales? ¿Cuánta gente ha sustituido con porno sus necesidades eróticas y no sabe cómo dar reversa?

Sin duda, varias empresas están capitalizando esta incertidumbre provocada por el distanciamiento social respecto a cómo vivir una sexualidad plena y saludable, cuando durante dos años, nos han dicho hasta el cansancio que no nos podemos tocar ni abrazar y mucho menos besar.

Netflix recién estrenó Sex: Unzipped que conduce la cantante de rap Saweetie. En el programa aparecen educadores sexuales, stand-ups y títeres que abordan las preguntas más frecuentes de los adultos respecto a cómo mejorar sus experiencias sexuales, especialmente para aquellos que por el distanciamiento social dejaron de tener sexo.

En ese único capítulo que dura una hora, se incluyen recomendaciones para practicar autoerotismo, técnicas de sexo oral en penes y vaginas, además de aconsejar el uso de juguetes sexuales. Entre otros temas que se presentan de manera divertida.

Aparece la actriz transgénero Dominique Jackson, conocida por su participación en la serie Pose. También participa el escritor Alexander Cheves, quien abiertamente se refiere a que es gay y VIH positivo. Por su parte, la actriz canadiense Mae Martin, platica sin inhibiciones sobre sus fantasías lésbicas. Los títeres también contribuyen a que quede claro que la sexualidad y las prácticas sexuales son diversas.

Por su parte, este año, Porhub lanzó una serie sobre educación sexual a través de su plataforma Pornhub's Sexual Wellness Center, donde ofrece artículos sobre salud sexual, métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual. Nada que culpar. Las personas están ávidas de información. Especialmente, los adolescentes son los que más recurren a sitios de pornografía para satisfacer sus dudas, cuando sus padres no hablan de estos temas en casa.

Causa ciertos cuestionamientos que la información sobre educación sexual provenga de una empresa que se dedica a la pornografía, porque las imágenes que siguen vendiendo en su canal están muy distantes de lo que su Centro de Bienestar Sexual debe de recomendar para tener un encuentro erótico saludable, divertido y seguro.

Todo es parte de este mundo al revés que trata de recuperarse de la pandemia. Un mundo en el que habrá que seguir usando cubrebocas en los lugares públicos y condón en lo privado.


*Educadora Sexual Infantil


Después de 20 meses, así es, casi dos años de confinamiento social, salí a un restaurante. No sabía si quitarme o no el cubrebocas. Obvio, me lo tenía que quitar para comer, así que mientras veía a los comensales en las mesas cercanas convivir sin ese dispositivo sanitario, me armé de valor y me lo quité.

➡️Mi mamá y el sexo | ¿Condones en Afganistán?

En ese momento, para mí, estar en una interacción social sin cubrebocas fue como tener relaciones sexuales sin condón. Me sentí extraña, dejándolo de lado, mientras veía que el mesero lo utilizaba en combinación con una mascarilla de acrílico.

El cubrebocas nos ha permitido cierta seguridad sanitaria para atenuar los contagios por Covid-19 y también nos ha dado la posibilidad de vernos más a los ojos. ¿Sí o no? Aunque muchos ya ni se acuerden de lavarse las manos, seguimos en pandemia y estamos viviendo un tsunami social que ha trastocado nuestra manera de relacionarnos con los demás.

Recientemente, Hootsuite publicó su “Informe de tendencias sociales”. Esta proveedora de herramientas para administrar redes sociales afirma que durante la pandemia muchas empresas han cometido el error de intentar capitalizar el aumento de actividad en las plataformas de socialización virtual y han perdido de vista que las personas no quieren “contactar” con las marcas, sino con otras personas.

De acuerdo con Hootsuite, ahora hay 4.2 mil millones de usuarios en redes sociales, en todo el mundo, lo que representa un crecimiento anual de más del 13%, es decir, 490 millones de nuevos usuarios. Ese número de personas equivale a más del 53% de la población total del mundo.

La vida virtual tiene un alto potencial. Podemos coquetear con alguien que nos guste. Incluso podemos tener sexo virtual sin que nos preocupe el cubrebocas o el condón. ¿Esa es la nueva normalidad? Debo admitir que yo me siento bastante rara con esta nueva forma de interactuar. Totalmente extraña en la presencialidad y aún distante en la virtualidad. “Ni de aquí ni de allá”, como reza un clásico de la india María.

¿Cómo son nuestras relaciones erótico-afectivas en esta nueva normalidad? ¿Tendremos que ir a hacernos una prueba de antígeno nasal cada vez que queramos ir a tomar un café con alguien que nos gusta?

Bastaría tener buena comunicación. Bastaría confiar en que compartimos medidas sanitarias responsables para evitar propagar el contagio de Covid. Bastaría acudir a ese primer encuentro presencial con la disposición de pasarla bien.

Habrá quienes recurrieron a las redes sociales para compensar la falta de presencialidad. Habrá a quien le bastó Whatsapp y Facebook para sobrellevar esta temporada. Otros más descargamos Telegram, Instagram y hasta Tiktok. Otros más habrán explorado las redes sociales de ligue como Tinder, Bumble, Asley Madison y tantas más.

Ni qué hablar de Netflix para sobrellevar el encierro. Hay que recordar que Pornhub incluso comenzó a liberar contenidos gratuitos para contribuir a que las personas mantuvieran el confinamiento social. Aunque los más críticos han enfatizado que fue una estrategia para atraer a nuevos usuarios del porno.

De hecho, es bastante ilustrativo que cuando Facebook, Instagram y Whatsapp estuvieron fuera de línea durante varias horas, el 4 de octubre de 2021, el tráfico de Pornhub aumentó 10.5%, lo que según esa firma de videos de sexo explícito en línea equivale a medio millón de usuarios adicionales por cada hora que los servicios de Facebook estuvieron inactivos.

¿Qué pasa ahora que nos estamos acostumbrando a escuchar que otro conocido es un caso más de Covid? ¿Cuántas personas más están estacionadas en relacionarse sólo a través de plataformas digitales? ¿Cuánta gente ha sustituido con porno sus necesidades eróticas y no sabe cómo dar reversa?

Sin duda, varias empresas están capitalizando esta incertidumbre provocada por el distanciamiento social respecto a cómo vivir una sexualidad plena y saludable, cuando durante dos años, nos han dicho hasta el cansancio que no nos podemos tocar ni abrazar y mucho menos besar.

Netflix recién estrenó Sex: Unzipped que conduce la cantante de rap Saweetie. En el programa aparecen educadores sexuales, stand-ups y títeres que abordan las preguntas más frecuentes de los adultos respecto a cómo mejorar sus experiencias sexuales, especialmente para aquellos que por el distanciamiento social dejaron de tener sexo.

En ese único capítulo que dura una hora, se incluyen recomendaciones para practicar autoerotismo, técnicas de sexo oral en penes y vaginas, además de aconsejar el uso de juguetes sexuales. Entre otros temas que se presentan de manera divertida.

Aparece la actriz transgénero Dominique Jackson, conocida por su participación en la serie Pose. También participa el escritor Alexander Cheves, quien abiertamente se refiere a que es gay y VIH positivo. Por su parte, la actriz canadiense Mae Martin, platica sin inhibiciones sobre sus fantasías lésbicas. Los títeres también contribuyen a que quede claro que la sexualidad y las prácticas sexuales son diversas.

Por su parte, este año, Porhub lanzó una serie sobre educación sexual a través de su plataforma Pornhub's Sexual Wellness Center, donde ofrece artículos sobre salud sexual, métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual. Nada que culpar. Las personas están ávidas de información. Especialmente, los adolescentes son los que más recurren a sitios de pornografía para satisfacer sus dudas, cuando sus padres no hablan de estos temas en casa.

Causa ciertos cuestionamientos que la información sobre educación sexual provenga de una empresa que se dedica a la pornografía, porque las imágenes que siguen vendiendo en su canal están muy distantes de lo que su Centro de Bienestar Sexual debe de recomendar para tener un encuentro erótico saludable, divertido y seguro.

Todo es parte de este mundo al revés que trata de recuperarse de la pandemia. Un mundo en el que habrá que seguir usando cubrebocas en los lugares públicos y condón en lo privado.


*Educadora Sexual Infantil


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