Mi mamá y el sexo | ¿Impostora, yo?

Experimentar estos sentimientos de inferioridad se traduce en una condición de vida

Delia Angélica Ortiz*

  · viernes 15 de octubre de 2021

Con el hashtag #YoTambiénSoyImpostora, editorial Planeta promueve un libro que ya hace tiempo esperaba para no volverme loca. ¿No les ha pasado que sienten que siempre son insuficientes, aunque los demás les digan que son una lumbrera en dos patas? Pues, a mí me pasaba con mucha frecuencia desde niña.

El síndrome del impostor no es nuevo, pero abordarlo con perspectiva de género y visibilizar que para las mujeres también ha sido alimentado desde el patriarcado es un ángulo que no me esperaba cuando Mariana Avilés, coordinadora de prensa de editorial Planeta, me hizo llegar el libro que escribieron la periodista francesa Elisabeth Cadoche y la psicoterapeuta Anne de Montarlot.

Sin entrar en los recovecos psicológicos de este síndrome —que parece estar alimentado desde la infancia por las conductas adultocentristas de los padres sobre los hijos—, las autoras hacen una gran aportación al explicar las motivaciones históricas y socioculturales que inducen a las mujeres a desarrollar esta condición que limita su desarrollo profesional y personal.

Experimentar estos sentimientos de inferioridad se traduce en una condición de vida. En resumen: Sentimos que jamás seremos suficientes. Desde 1978 las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes acuñaron el término “síndrome del impostor”.

Aunque no lo crea hasta la exprimera dama estadounidense Michelle Obama ha respondido que no siente ser tan inteligente como para esperar que otros quieran escucharla. Parece “falsa modestia”, porque siempre que aparecía junto a su esposo, ella robaba el reflector. Aún ocurre así. A pesar de su temple, ella decidió no contender por la presidencia de Estados Unidos. En sus conferencias, Michelle ha explicado cómo ha luchado contra este síndrome que la hace cuestionarse, todo el tiempo, si es suficiente.

Otros casos son los de la británica Emma Watson quien llegó a preguntarse si era una “fraude” como actriz o su compatriota Kate Winslet quien llegó a contar que antes de rodar una película sentía que no lograría el nivel de actuación requerido.

Sin duda es un fenómeno que puede afectar nuestro desarrollo profesional, pero también debo subrayar que se trata de un síndrome que afecta nuestras relaciones interpersonales y, por supuesto, nuestra forma de relaciones erótico-afectivo. Es por ello que Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot también dedican un apartado a cómo la falta de confianza afecta la sexualidad de las mujeres.

Las autoras presentan los testimonios de varias mujeres que explican cómo este síndrome afectaba su vida. A pesar de ser mujeres talentosas y guapas, ellas mismas no eran capaces de ver su propia belleza. La inseguridad sobre su cuerpo y su falta de autoestima entorpecían sus relaciones de pareja. El peor escenario para quien vive este síndrome es entrar a una relación tóxica, porque sí somos personas que autoboicoteamos nuestros éxitos no necesitamos que alguien más nos siga hundiendo.

Cuando me preguntan por qué no pueden disfrutar plenamente su sexualidad y qué tantas recomendaciones puedo hacerles para lograr los mejores orgasmos, quizá no parece tan seductor escuchar que es importante leer libros y artículos que les permitan identificar cómo está su salud mental y la de su pareja.

No se trata de tener el pene más grande o tener senos talla C. Se trata de sentirnos cómodos con nuestro cuerpo. De qué serviría tener semejantes atributos, si nos boicoteamos y pensamos que no somos suficientes. Si tenemos ese tipo de pensamientos, no dudemos en acudir con ayuda profesional: psicólogos, terapeutas, educadores sexuales.

En una charla virtual con Élisabeth Cadoche, le preguntaba si las nuevas generaciones de niñas tendrán un futuro más alentador para reducir el impacto de este síndrome sobre las mujeres, pues sin duda el sistema patriarcal todo el tiempo nos machaca que los hombres pueden ser exitosos, mientras las mujeres deben resignarse a futuros domésticos y hogareños.

Fue obligado platicar sobre cómo el confinamiento social por el covid-19 ha visibilizado las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres en la sociedad, pues, mientras los hombres regresaron paulatinamente a la presencialidad laboral, las madres trabajadores debían renunciar a sus empleos para quedarse al cuidado de los niños en casa, ante la falta de escuelas. ¿Cuántas hemos sido parte de esa terrible estadística? ¿Cómo queda nuestra autoestima cuando la sociedad nos invisibiliza laboralmente?

“Mafalda” de Quino está entre los libros que las autoras recomiendan para empoderar a las nuevas generaciones de niñas. Quizá gracias a ese personaje, varias logramos sobreponernos al síndrome de la impostora.

Las autoras también insisten en que desmontar los estereotipos de género es fundamental para fortalecer la confianza que las mujeres tengan en sí mismas. Una de sus conclusiones sobre este punto es definitiva: “Si quieres que tu hija tenga ambiciones y confíe en sí misma, pídele a su padre que lave los platos, lave la ropa y limpie”.

El Síndrome de la Impostora, editado este 2021, en español, por editorial Planeta, está disponible en versión electrónica en 249 pesos mexicanos —así lo vi en el sitio de Librerías Gandhi—. También puede adquirirlo en versión impresa, si aún está acostumbrado a leer en esa modalidad.

Este síndrome lo sufre el 70% de la población. La mayoría son mujeres. Sin embargo, es un tema tabú. No se habla de ello. Así que el hashtag #YoTambiénSoyImpostora nos permite compartir nuestras historias y comenzar un “cambio mental para conseguir un cambio social”, como menciona la campaña de este libro.

Se trata de una lectura apta para todo público. No debe ser psicólogo o psiquiatra para acercarse a este libro. Aunque sin duda será texto de cabecera para todas aquellas profesiones vinculadas con la salud mental, las autoras utilizan una prosa amena y rica en citas y anécdotas que facilitan el entendimiento del tema.


* Periodista y Educadora Sexual Infantil @mimamayelsekso


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