Me compartieron los materiales de Proyecto TABÚ, una iniciativa chilena preventiva de abuso sexual infantil. Es una miniserie de dibujos animados en la que especialistas de la Universidad de O´Higgins explican cuáles son los mitos sobre la sexualidad infantil.
Pensar en los niños como “angelitos asexuados” es quizá el primer mito que deben desmontar los educadores sexuales. Todos somos seres sexuados desde el vientre materno. Las dimensiones de la sexualidad van más allá del “sexo” y el mero “placer carnal”. La sexualidad saludable involucra relaciones con consentimiento, salud sexual y conocimiento de nuestro cuerpo. Negarlo sólo nos complicará la vida.
Ofrecer educación en sexualidad —adecuada a la edad de cada niño— es fundamental para prevenir abuso sexual infantil, pues damos a los niños herramientas para identificar situaciones de riesgo.
Los programas de atención a víctimas de abuso sexual infantil han documentado (hasta el cansancio) que los principales agresores sexuales son familiares y cuidadores. Abuelos, padrastros, tíos, padres biológicos, primos, hermanos, vecinos y maestros están en la lista de quienes comenten manoseos contra los niños, los obligan a ver pornografía, se masturban frente a ellos o les piden tocamientos.
Esto ocurre “hasta en las mejores familias” y el confinamiento social puso en mayor grado de vulnerabilidad a los niños que viven encerrados con su agresor.
Los videos de TABÚ explican que es insuficiente advertir a los niños que “nadie puede tocar sus partes íntimas”, pues de manera inconsciente transferimos al menor la responsabilidad de cualquier abuso. Así que también hay que enseñar sobre el placer y el displacer.
Ponerle nombre a las sensaciones y a las emociones permite que los niños comuniquen con claridad cuando algo les gustó mucho, pero también los empodera para que cuenten cuando ocurrió algo que les desagradó.
Hay un ejercicio que se llama “cosquillas con consentimiento”. Es algo tan sencillo que les enseña “respeto”, pues el juego se detiene cuando ellos piden que pare el cosquilleo. Hay niños a quienes no les gustan las cosquillas y es importante que sepan que los adultos deben respetar cuando un niño dice: “No me gusta jugar a eso”.
Imagine a un niño torturado por las cosquillas, pidiendo a gritos que paren, pero el adulto a cargo no lo hace. Ese niño recibe la señal de que sus sensaciones no importan, que su voz no vale y que su decisión de parar no es valorada.
Es fundamental que los niños aprendan a decir “no” y aprendan a respetar el “no” de las otras personas. Eso es “consentimiento”. Una herramienta fundamental para construir relaciones saludables a lo largo de su vida. Sin dudarlo, todas las denuncias de violencia de género que se reportan todos los días están relacionadas con eso. Hay alguien que no está respetando el “no” de otra persona.
Desde que comenzó el confinamiento social, los datos comenzaron a alarmar a organizaciones civiles y funcionarios públicos con las llamadas de auxilio al 911. Tan sólo en junio, se registraron 700 reportes diarios reportando violencia de pareja. Eso es 30 llamadas por minuto.
Hay que aclarar que cuando se habla de violencia de pareja, la estadística es imprecisa respecto a si llamó un hombre o una mujer. En el análisis publicado por México Evalúa se puede consultar la estadística. Casi estoy segura de que, en la mayoría de esas denuncias, los adultos involucrados fueron niños a quienes no les enseñaron a respetar el “no” del otro.
“No es no” es el libro recomendado para esta importante lección. Está ilustrado por la británica Cherie Zamazing y escrito por la australiana Jayneen Sanders. Trillas lo tiene disponible para México, en español, a un precio muy accesible (menos de 80 pesos en algunas librerías). El texto inicia advirtiendo que no debemos obligar a que los niños reciban besos de tíos ni abuelos, pues esa es la regla de oro para mostrar a los niños que son dueños de su propio cuerpo. La historia y los dibujos invitan a que los niños se hagan conscientes de que nadie puede invadir su espacio personal.
Las imágenes de este libro serán familiares para los niños que viven en entornos urbanos. También pone el foco sobre las niñas, así que al leerlo recuerde que se debe empoderar por igual a “todes” los menores, sin importar su género, pues tanto niños como niñas deben contar con herramientas para defenderse y reportar una agresión sexual.
También visite la iniciativa TABÚ, porque encontrará cinco capítulos de una miniserie con estrategias para desmontar mitos y construir una sexualidad saludable. Uno de los principales aciertos de estos videos es que están diseñados para la comunidad latinoamericana. Así que maestros y padres de familia mexicanos se sentirán identificados y cómodos con las escenas que ahí se presentan.
Mis juguetes sexuales
Hay muchas razones por las que se produce dolor en la penetración. No sienta pena si le ha ocurrido, pues 75% de las mujeres tienen relaciones sexuales que la lastiman. En 2019, en la Ciudad de México, se presentó OhNut, un dispositivo suave y flexible que desarrolló la neoyorquina Emily Sauer a partir de una preocupación personal: dejar de sentir dolor con la penetración y disfrutar su sexualidad.
Pedir desde Estados Unidos un OhNut cuesta mil 700 pesos. No se preocupe. Hay accesorios similares para controlar la profundidad del pene en la vagina, también importados, que no rebasan los 500 pesos, como ocurre con los anillos CalExotics. Búsquelos también como amortiguadores pélvicos. Funcionan muy bien cuando el pene es demasiado grande y lastima a la pareja, pues resulta que la vagina percibe placer en sus primeros centímetros.
Así que, si la razón del dolor en la penetración es el tamaño, estos juguetes le ofrecen una solución. Sin embargo, hay que recalcar que el dolor puede ocurrir por muchas otras razones. Fuera tabúes. Derribemos mitos tóxicos. Si tiene dudas sobre lo que le ocurre, acuda con un experto especializado en sexualidad saludable. Las experiencias eróticas deben ser placenteras.
*Periodista y divulgadora en sexualidad saludable
Facebook: @mimamayelsekso