La constante innovación en las terapias y tratamientos contra el cáncer ha permitido que incremente la supervivencia de los pacientes diagnosticados, aunque ello también ha implicado una mayor incidencia de personas que, tras superar la enfermedad, padecen dolor crónico, es decir, aquel que persiste o es recurrente por más de tres meses.
De acuerdo con Ricardo Plancarte Sánchez, jefe y fundador de la Clínica del Dolor del Instituto Nacional de Cancerología (INCAN), se estima que entre 30 y 35 por ciento de los sobrevivientes de cáncer en México padecen dolor crónico.
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“En muchos tipos de cáncer, el dolor que existe no necesariamente es por el crecimiento del tumor o del cáncer. Muchas veces el dolor es por los tratamientos. Hay secuelas dolorosas a tratamientos de quimioterapia, de radioterapia o inclusive de cirugía. Y estas secuelas dolorosas pueden ser variables en cada una de las personas dependiendo del tipo de cáncer y de los tipos de tratamientos que hayan recibido”, explica el especialista.
En entrevista con El Sol de México, Plancarte añade que no todos los dolores crónicos que padecen los pacientes sobrevivientes de cáncer son causados por el tumor o por los tratamientos para erradicarlo. Algunos son consecuencia de otras enfermedades como virales tipo herpes zóster; neuropatías de origen metabólico como el dolor neuropático en pacientes diabéticos; síndromes dolorosos bajos de espalda; hernias o procesos degenerativos de la columna y hasta dolores preexistentes por algún traumatismo que hayan sufrido.
“Entonces, esta población (sobreviviente) si bien es cierto que está creciendo, también es muy cierto que está sufriendo un dolor que necesita tratarse, y que existen formas de tratarse, que pueden brindarle a este tipo de pacientes otra mejor existencia con un adecuado control del dolor”, consideró.
El jefe de la Clínica del Dolor del INCAN señala que, aunque lo ideal es eliminar el dolor, muchas veces no es posible. Sin embargo, sí se puede controlarlo o reducirlo hasta un grado de ser tolerado.
Explica que el origen del dolor en estos pacientes es multifactorial, por lo que se requiere de una estrategia para su control con un enfoque multimodal, haciendo uso de todos los recursos farmacológicos y no farmacológicos, como terapias de tipo conductual, así como de recursos de interrupción en las vías del dolor. Éste último se le llama “Manejo Intervencionista del Dolor” y ha tenido un importante desarrollo y aceptación por la comunidad médica y por los pacientes ya que facilita una mejor perspectiva y, por lo tanto, una mejor adherencia de los pacientes al tratamiento de base.
“Entonces hay muchas maneras de tratar esta problemática y lo importante es identificar cuáles y cuántos factores están participando en cada caso”.
Anualmente se diagnostican en México 191 mil casos nuevos de cáncer, entre niños y adultos.
Plancarte Sánchez recuerda que el dolor crónico no es propio sólo de los enfermos de cáncer, sino también se da en pacientes con otras enfermedades.
“Un reto muy importante es extrapolar la experiencia del control del dolor en cáncer al control del dolor crónico de origen no oncológico porque esa población, que es muy grande y que está clara en su capacidad mental y que quiere tener calidad de vida, tiene el derecho a exigir una atención al dolor crónico de origen no oncológico, esto es, los pacientes de la tercera edad con enfermedades de origen degenerativo.
“Entonces yo creo que estamos ante un tiempo de oportunidad los médicos, la instituciones, los sistemas políticos y gubernamentales, para atender esta situación que algún día a todos nos va a alcanzar”, agregó.
Por lo tanto, se requiere invertir en la formación de médicos especialistas que traten este tipo de problemas de salud pública (algólogos y algólogos intervencionistas).
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