¿Cómo lidiar con toda la información que consumimos a diario y sus efectos en nuestra salud? Desde que el Internet se hizo más accesible y los dispositivos móviles se volvieron más fáciles de transportar, la cantidad de tiempo que pasamos conectados a la red se incrementó, por lo que estamos más en contacto con la información que circula en ella.
A partir del confinamiento que comenzó alrededor del mundo en diciembre de 2019 por la pandemia de Covid-19, la exposición de las personas a medios de comunicación se incrementó considerablemente; en parte por la necesidad de mantenerse informadas, pero también por el encierro, que empujó a pasar más tiempo en dispositivos móviles conectados a Internet.
Sin embargo, estudios dirigidos por universidades y organizaciones alrededor del mundo han recalcado los efectos que la pandemia puede acarrear en la salud mental, especialmente cuando se trata de sobreexposición a información.
En este sentido, El Sol de México consultó a la doctora Mónica Esquinca, psicóloga y maestra en programación neurolingüística, para aclarar cómo puede afectar el consumo excesivo de información y cuáles podrían ser algunos síntomas que se podrían experimentar en consecuencia.
"Por supuesto afecta negativamente, porque nos rebasa el bombardeo de información, ya sea que lo leamos o lo escuchemos", consideró.
Efectos negativos por consumir información excesivamente
La especialista señaló que los efectos del consumo excesivo de información se pueden ver en el comportamiento de las personas. En el caso de los niños y adolescentes se puede manifestar con la aparición constante de pesadillas.
El cambio de hábitos en los menores también puede indicar que la exposición está provocando cierto nivel de daño: "falta de apetito; si platicaba mucho, que se vuelva retraído; si tenía buen desempeño escolar y comienza a bajar". Todo esto puede ser un indicio.
En este sentido señaló que la circulación de noticias falsas contribuye a las afectaciones derivadas de la sobreexposición a medios de comunicación, ya que al no verificar fuentes nos alimentamos de manera incorrecta.
La maestra Esquinca anotó que es crucial aprender a observar nuestros comportamientos, en particular si pasamos mucho tiempo consumiendo y compartiendo información: no poder dejar de pensar en cierto tema es uno de los primeros signos de alerta, especialmente si el planteamiento es catastrófico.
"Si estoy más vulnerable, más ansioso o con menos paciencia, más irritable, o si no me puedo concentrar en el trabajo" son signos de que la afectación se está agravando. "No se diga cuadros de ansiedad severos que me incapacitan; es decir, que me provocan una hiperventilación o un desmayo".
Por otro lado, la doctora resaltó que si generalmente se cuenta con una buena salud, desarrollar gastritis o colitis también puede ser un foco rojo.
¿Cómo superar los estragos de la sobreinformación?
Si hemos detectado que el consumo de información nos está causando cierto nivel de malestar, lo primero que debemos hacer es comenzar a filtrar lo datos que recibimos, apunta Esquinca..
"¿Quién está dando la información? ¿Me consta que es una buena fuente? Esto se puede rastrear. Si logramos verificar, entonces ahí sí lo creo".
Igualmente recomienda establecer un tiempo de desconexión, si no total, sí de las fuentes de información: "quizá no apago el teléfono porque estoy en la oficina, o porque puedo recibir alguna llamada, pero sí desactivo noticias. Hay maneras de filtrar lo que recibimos".
"En el caso de los medios de comunicación tradicionales es más sencillo. En primer lugar porque sus fuentes son más confiables y sabemos concretamente a quién seguimos". De la misma manera, para cortar el flujo de información sólo hace falta apagar un equipo, contrario a lo que sucede con los dispositivos móviles.
En el caso particular de los adolescentes señala que lo más recomendable es la comunicación entre padres e hijos, ya que esto facilitará percatarse cuando el menor está consumiendo información que podría derivar en afectaciones. Especialmente porque es una etapa en la que se presentan muchos cambios normalmente.
Apunta que los nuevos medios de comunicación forman una parte central en la formación de la personalidad y la socialización de las nuevas generaciones, por lo que es muy complicado que se desconecten. Derivado de esto los padres deben buscar la manera de monitorear el contenido que llega a sus pantallas.
Plantear esta comunicación de una manera que no sea invasiva facilitará el intercambio con los adolescentes, asegura la experta.
Prestar atención a los comportamientos que tenemos día a día es el primer paso para determinar que el consumo de información nos está afectando y poder actuar en consecuencia.