El pasado 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud declaró el fin de la designación de emergencia de salud pública de interés internacional COVID-19.
Aún así, el organismo dejó claro que, si bien la fase de emergencia de la pandemia terminó, el virus llegó para quedarse y podría seguir causando estragos.
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El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que durante este tiempo, el virus ha cobrado la vida de unos 7 millones de personas en todo el mundo, según los casos informados, aunque dijo que el número real es probablemente más cercano a los 20 millones.
Por ello hay que destacar que, si bien el estado de emergencia global ha terminado, el COVID sigue siendo un problema de salud establecido y en curso.
The Conversation pidió a las expertas en salud pública Marian Moser Jones y Amy Lauren Fairchild que pusieran en contexto estos cambios y explicaran sus ramificaciones para la próxima etapa de la pandemia.
Poner fin a la emergencia federal refleja un juicio científico y político de que la fase aguda de la crisis pandémica de COVID-19 ha terminado y de que ya no se necesitan recursos especiales para prevenir la transmisión de enfermedades a través de las fronteras.
El estado de emergencia también permitió que los gobiernos hicieran posible que las personas recibieran pruebas, tratamientos y vacunas de COVID-19 gratuitos.
Algunos cambios importantes
Como consecuencia del anuncio de la OMS, también se debe tener en cuenta que, dependiendo de cada país, es posible que las políticas de salud sufran cambios importantes.
Por ejemplo, en los Estados Unidos, la administración del presidente Joe Biden defendió un marco de tiempo suficiente para garantizar que los pacientes no perdieran el acceso a la atención de manera impredecible y que los presupuestos estatales de Medicaid, que recibieron fondos de emergencia a partir de 2020, no “enfrentaran un precipicio radical”.
En ese país, al menos cinco estados ya comenzaron a cancelar la inscripción de miembros de Medicaid en abril. Otros estados están enviando cartas de terminación y avisos de renovación y darán de baja a los miembros a partir de mayo, junio y julio.
El final de la emergencia también significa que muchos gobiernos ya no cubrirán los costos de las vacunas y los tratamientos contra el COVID-19, por lo que será importante darle seguimiento a cómo maneja el tema cada administración, así como la posibilidad de que las personas aseguradas pueden tener gastos de bolsillo dependiendo de su cobertura.
También se levanta la restricción pandémica al cruce de fronteras. Un gran número de migrantes se han reunido en la frontera de México con EU y se espera que ingresen al país en las próximas semanas, lo que ejercerá más presión sobre el personal y las instalaciones de lo que ya están abrumados.
Sobre el estado de la pandemia
Una declaración de pandemia representa una evaluación de que la transmisión humana de una enfermedad, ya sea conocida o novedosa, es “extraordinaria”, que constituye un riesgo para la salud pública y que controlarla requiere una respuesta internacional. Pero declarar el fin de la emergencia no significa volver a la normalidad.
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Las nuevas pautas globales para el manejo de enfermedades a largo plazo de COVID-19, publicadas el 3 de mayo de 2023, instaron a los países a “mantener suficiente capacidad, preparación operativa y flexibilidad para aumentar durante los aumentos repentinos de COVID-19, mientras mantienen otros servicios esenciales de salud y preparándose para la aparición de nuevas variantes con mayor gravedad o capacidad”.
De cualquier modo, hay que tomar en cuenta que es probable que muchas ciudades o estados de los países opten por hacer permanentes algunos estándares de emergencia de la era COVID, como restricciones más flexibles en telemedicina o proveedores de salud fuera del estado. Es posible que pase mucho tiempo antes de que los políticos o miembros del público recuperen el apetito por cualquier orden de emergencia directamente relacionada con COVID-19.
* Académicas de Salud Pública de la Universidad Estatal de Ohio.