/ viernes 26 de abril de 2024

#SOY / Kenya Cuevas: "Sólo educando dejarán de violentar a la comunidad trans"

La activista fundó la organización civil La Casa de las Muñecas, un refugio para la comunidad trans con el que lucha por sus derechos y las encamina hacia una vida digna

A los nueve años, después de que murió su abuela, Kenya huyó de su casa. Caminó hasta la Alameda Central, donde en una esquina se encontraba una mujer trans; los tacones, su vestido, maquillaje y cabello, llamaron su atención y se atrevió a acercarse, le dijo, “yo quiero ser como tú”.

La mujer le respondió: “bueno, lo primero que tienes que hacer es pararte aquí y decirle al señor del coche que cobras esta cantidad de dinero, te subes con él, te va a llevar a un hotel, ahí vas a hacer todo lo que te pida que hagas”.

Te puede interesar: Buscan que homicida de Paola Buenrostro sea juzgado por transfeminicidio

Kenya Cuevas cuenta su historia, la de una vida difícil por la que muchas integrantes de su comunidad atraviesan y que la llevó a crear La Casa de las Muñecas, un refugio para la comunidad trans donde son escuchadas, apoyadas y orientadas para llevar una vida digna.


La activista participó en la Nueva Generación de Ashoka Fellows, una asociación que apoya a emprendedores sociales que generan ideas innovadoras para lograr el cambio social


“Las mujeres trans hemos vivido un panorama histórico desolador, es una problemática que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo. A lo largo de todo este tiempo, ningún gobierno ha querido entrarle al quite, a apoyarnos con todo lo que ha deteriorado a una comunidad que ni siquiera conoce. Si los gobernantes no nos conocen, ¿entonces cómo van a poder generar estrategias de política pública, iniciativas o proyectos que vayan dirigidos a nuestra comunidad?

“Hay mucha indignación hacia lo que sucede en la comunidad trans; y aunque el tema se está sensibilizando, hay que entender que será un proceso largo de transición para que podamos relacionarnos entre personas que decían ser normales. Pero a través de los activismos estamos dando el quite de diferentes formas, yo lo estoy haciendo de una forma educativa, yo no quiero confrontarme con la sociedad, porque ya estamos muy afectadas”, dice Kenya.

Conseguir la visibilidad necesaria

Recientemente la activista participó en el evento de presentación de la Nueva Generación de Ashoka Fellows de México, Centroamérica y El Caribe, una asociación que desde sus inicios, en los Estados Unidos durante la década del 80, comenzó a identificar y apoyar a emprendedores sociales que generan ideas innovadoras para lograr el cambio social con mayor impacto en el mundo.

Su fundador, Bill Drayton, tuvo el objetivo de encontrar emprendedores sociales que trabajaran sobre alguna problemática urgente de la sociedad para así proporcionarles todo el apoyo necesario para que sus innovaciones tengan éxito.

“A lo largo de todos estos años he tratado de conseguir la visibilidad necesaria a través de espacios como Ashoka Fellows, donde he encontrado personas que se han enamorado de mi proyecto, porque es un proyecto muy noble. Ellos se han comprometido al máximo para seguir trabajando, construyendo una red internacional en varias partes del mundo con personas que están generando el cambio, intercambiamos experiencias para generar un mayor impacto”, explica.

Casa de las Muñecas es un proyecto que yo dirijo con mucha responsabilidad y dignidad, y que da visibilidad a las personas trans y sobre todo, continúo con la misión de dar a conocer aquello que me indignó y marcó mi vida, que fue el asesinato de mi mejor amiga, con esa indignación me levanto todos los días para crear cosas que antes no se pensaban para la diversidad sexual, por lo que tenemos que trabajar con lo que yo he encontrado y Ashoka me ha apoyado bastante”.


Un mensaje para las nuevas generaciones

Dice que con el paso del tiempo ha adquirido herramientas muy poderosas para enviar su mensaje a las nuevas generaciones, sobre todo a través de la educación.

“Una de las manifestaciones de nuestra comunidad, es tomar las vías públicas que es cuando conectas con la sociedad y sumar gente. En mi caso, estoy llegando a jóvenes de preparatoria y secundaria. Hago eventos gigantes donde profesores, rectores y alumnos aprenden todo aquello que no nos enseñan en las aulas, yo lo estoy enseñando. Y también es importante que aprendan de mí, llegamos a la sensibilización a través de mi historia.

Trato de visibilizar no sólo a la comunidad LGBTQ+, sino a otros grupos vulnerables como los pueblos originarios, los discapacitados y las personas de estatura pequeña que nadie voltea a ver; es hablar de un todo y reconocernos como seres humanos, para que no nos violenten, porque está de moda burlarse de alguien o por lo que quieras… Sino que tengamos responsabilidad porque el conocimiento genera eso, y si estamos diciendo que ya hay leyes que nos defienden a las personas trans, no me vengan a preguntar por qué denunciamos a una persona que nos agredió justificándose que no sabía que existían las personas trans”.

Afirma que en la institucionalidad y en la política hay mucha resistencia a tratar el tema de los derechos LGBTQ+ porque el sistema fue creado por hombres y para hombres, “incluso sin que las mujeres tuvieran participación, entonces ese sistema es el que se resiste; los congresos no están tomando buenas decisiones, no están mirando a la comunidad trans, y eso estamos tratando de cambiar porque no éramos visibles para ellos.

“Si educamos, nos educamos y si nos reeducamos vamos a poder reconocer y saber cómo deben tratarnos. El desconocimiento hacia nuestra comunidad es lo que genera la violación a los derechos humanos y la violencia que está presente en nuestros días es por la transfobia que está en las mentes de aquellos que no logran entendernos”.

La inferencia de las autoridades hacia sus demandas, muchas veces a ella y al resto de sus compañeras la lleva a la frustración, misma que vence a partir de un pensamiento positivo que le motiva a seguir trabajando para lograr ser escuchadas.

“A veces se genera mucha frustración, pero cuando se crean estrategias a través de herramientas que te ayudan a avanzar, lo canalizas todo en nuevos proyectos y pensamientos para saber por dónde avanzar. No es que no se avance, sé se está avanzando, pero no se ve reflejado porque piensan que los cambios se logran de la noche a la mañana… Pero un cambio sociocultural significa todo un reto, porque nos enfrentamos a la forma en cómo nos educaron, a la religión que nos inculcaron, a lo que nos enseñaron y aún se mantiene la idea de que las trans estamos locas, que somos pecadoras, entonces cambiar el pensamiento histórico de un momento a otro es difícil pero no imposible”.

Kenya habla de crear conciencia de respeto hacia ellas, de lograr que se les trate como seres humanos en diferentes áreas como servicios de salud, educación, información y apoyo a la integridad de las que son trabajadoras sexuales.

“Me convertí en activista por todo lo que me tocó vivir y por haber sido trabajadora sexual. Lo más importante es que en mi vida actual, y puede ser un don de Dios, es que trato de buscar lo bueno, yo sé que no puedo cambiar el destino, pero lo puedo modificar o apapacharme y acurrucarme en el camino. Ha sido difícil, porque cuando llegué a este mundo de activismo yo no sabía ni leer ni escribir, y cuando llegaba a enfrentar a las autoridades para hacer una denuncia, me engañaban y entonces tuve que aprender a leer y escribir”.

Dice que tuvo que iniciar con una organización civil porque “sabía que yo sola no podía crear, por ejemplo, una ley de satisfacción y no repetición y La Casa de las Muñecas es esa parte mi vida donde cada chica que llega sabe que ya no va a estar en peligro, donde no la puedan asesinar, donde pueda dejar de consumir drogas o se pueda atender el VIH. Tuve que aprender cómo funcionan las instituciones, cómo piensa la sociedad y desde ahí buscar los objetivos para trabajar”.

Para ella, el hecho de que una persona trans pueda ir a la secundaria, es lo que la tiene más satisfecha

“Estamos viendo más activistas trans preparadas que son jóvenes, entonces el día de mañana en 20 años, ya podremos ver más mujeres trans dentro de la política, contratadas en diferentes ámbitos, porque ya hay más empresas dispuestas a contratarnos, porque apenas se nos está permitiendo estudiar.

“Lo que falta es empatía, algunas empresas están dispuestas a capacitarnos para poder formar parte de ellas, aunque no tengamos estudios.

“Nayarit es el primer estado que acaba de legalizar en el código penal, el transfeminicidio con la Ley Paola Buenrostro (su mejor amiga), entonces lo importante es descentralizar las leyes para que no se den sólo en Ciudad de México”.

Cuevas fue testigo del asesinato de su amiga, la trabajadora sexual Paola Buenrostro, en 2016, en la Ciudad de México. Ella presenció el momento exacto cuando un hombre le disparó dentro de su auto, confesando que la había matado porque escuchó su voz masculina.

De acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos local (CDHDF) en la investigación de este caso hubo negación de identidad de género, ya que las autoridades, registraron a Paola Buenrostro como “Manuel”, “Alejandro”, “el occiso”, “C. Paola el sexoservidor”, “sujeto masculino” y “masculino desconocido”.

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Y a pesar de que Kenya presentó pruebas como un video y la confesión del presunto homicida, éste no fue condenado.

“Lo que quiero es llegar a las nuevas generaciones con mi mensaje para que eviten pasar por lo que yo pasé”.




A los nueve años, después de que murió su abuela, Kenya huyó de su casa. Caminó hasta la Alameda Central, donde en una esquina se encontraba una mujer trans; los tacones, su vestido, maquillaje y cabello, llamaron su atención y se atrevió a acercarse, le dijo, “yo quiero ser como tú”.

La mujer le respondió: “bueno, lo primero que tienes que hacer es pararte aquí y decirle al señor del coche que cobras esta cantidad de dinero, te subes con él, te va a llevar a un hotel, ahí vas a hacer todo lo que te pida que hagas”.

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Kenya Cuevas cuenta su historia, la de una vida difícil por la que muchas integrantes de su comunidad atraviesan y que la llevó a crear La Casa de las Muñecas, un refugio para la comunidad trans donde son escuchadas, apoyadas y orientadas para llevar una vida digna.


La activista participó en la Nueva Generación de Ashoka Fellows, una asociación que apoya a emprendedores sociales que generan ideas innovadoras para lograr el cambio social


“Las mujeres trans hemos vivido un panorama histórico desolador, es una problemática que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo. A lo largo de todo este tiempo, ningún gobierno ha querido entrarle al quite, a apoyarnos con todo lo que ha deteriorado a una comunidad que ni siquiera conoce. Si los gobernantes no nos conocen, ¿entonces cómo van a poder generar estrategias de política pública, iniciativas o proyectos que vayan dirigidos a nuestra comunidad?

“Hay mucha indignación hacia lo que sucede en la comunidad trans; y aunque el tema se está sensibilizando, hay que entender que será un proceso largo de transición para que podamos relacionarnos entre personas que decían ser normales. Pero a través de los activismos estamos dando el quite de diferentes formas, yo lo estoy haciendo de una forma educativa, yo no quiero confrontarme con la sociedad, porque ya estamos muy afectadas”, dice Kenya.

Conseguir la visibilidad necesaria

Recientemente la activista participó en el evento de presentación de la Nueva Generación de Ashoka Fellows de México, Centroamérica y El Caribe, una asociación que desde sus inicios, en los Estados Unidos durante la década del 80, comenzó a identificar y apoyar a emprendedores sociales que generan ideas innovadoras para lograr el cambio social con mayor impacto en el mundo.

Su fundador, Bill Drayton, tuvo el objetivo de encontrar emprendedores sociales que trabajaran sobre alguna problemática urgente de la sociedad para así proporcionarles todo el apoyo necesario para que sus innovaciones tengan éxito.

“A lo largo de todos estos años he tratado de conseguir la visibilidad necesaria a través de espacios como Ashoka Fellows, donde he encontrado personas que se han enamorado de mi proyecto, porque es un proyecto muy noble. Ellos se han comprometido al máximo para seguir trabajando, construyendo una red internacional en varias partes del mundo con personas que están generando el cambio, intercambiamos experiencias para generar un mayor impacto”, explica.

Casa de las Muñecas es un proyecto que yo dirijo con mucha responsabilidad y dignidad, y que da visibilidad a las personas trans y sobre todo, continúo con la misión de dar a conocer aquello que me indignó y marcó mi vida, que fue el asesinato de mi mejor amiga, con esa indignación me levanto todos los días para crear cosas que antes no se pensaban para la diversidad sexual, por lo que tenemos que trabajar con lo que yo he encontrado y Ashoka me ha apoyado bastante”.


Un mensaje para las nuevas generaciones

Dice que con el paso del tiempo ha adquirido herramientas muy poderosas para enviar su mensaje a las nuevas generaciones, sobre todo a través de la educación.

“Una de las manifestaciones de nuestra comunidad, es tomar las vías públicas que es cuando conectas con la sociedad y sumar gente. En mi caso, estoy llegando a jóvenes de preparatoria y secundaria. Hago eventos gigantes donde profesores, rectores y alumnos aprenden todo aquello que no nos enseñan en las aulas, yo lo estoy enseñando. Y también es importante que aprendan de mí, llegamos a la sensibilización a través de mi historia.

Trato de visibilizar no sólo a la comunidad LGBTQ+, sino a otros grupos vulnerables como los pueblos originarios, los discapacitados y las personas de estatura pequeña que nadie voltea a ver; es hablar de un todo y reconocernos como seres humanos, para que no nos violenten, porque está de moda burlarse de alguien o por lo que quieras… Sino que tengamos responsabilidad porque el conocimiento genera eso, y si estamos diciendo que ya hay leyes que nos defienden a las personas trans, no me vengan a preguntar por qué denunciamos a una persona que nos agredió justificándose que no sabía que existían las personas trans”.

Afirma que en la institucionalidad y en la política hay mucha resistencia a tratar el tema de los derechos LGBTQ+ porque el sistema fue creado por hombres y para hombres, “incluso sin que las mujeres tuvieran participación, entonces ese sistema es el que se resiste; los congresos no están tomando buenas decisiones, no están mirando a la comunidad trans, y eso estamos tratando de cambiar porque no éramos visibles para ellos.

“Si educamos, nos educamos y si nos reeducamos vamos a poder reconocer y saber cómo deben tratarnos. El desconocimiento hacia nuestra comunidad es lo que genera la violación a los derechos humanos y la violencia que está presente en nuestros días es por la transfobia que está en las mentes de aquellos que no logran entendernos”.

La inferencia de las autoridades hacia sus demandas, muchas veces a ella y al resto de sus compañeras la lleva a la frustración, misma que vence a partir de un pensamiento positivo que le motiva a seguir trabajando para lograr ser escuchadas.

“A veces se genera mucha frustración, pero cuando se crean estrategias a través de herramientas que te ayudan a avanzar, lo canalizas todo en nuevos proyectos y pensamientos para saber por dónde avanzar. No es que no se avance, sé se está avanzando, pero no se ve reflejado porque piensan que los cambios se logran de la noche a la mañana… Pero un cambio sociocultural significa todo un reto, porque nos enfrentamos a la forma en cómo nos educaron, a la religión que nos inculcaron, a lo que nos enseñaron y aún se mantiene la idea de que las trans estamos locas, que somos pecadoras, entonces cambiar el pensamiento histórico de un momento a otro es difícil pero no imposible”.

Kenya habla de crear conciencia de respeto hacia ellas, de lograr que se les trate como seres humanos en diferentes áreas como servicios de salud, educación, información y apoyo a la integridad de las que son trabajadoras sexuales.

“Me convertí en activista por todo lo que me tocó vivir y por haber sido trabajadora sexual. Lo más importante es que en mi vida actual, y puede ser un don de Dios, es que trato de buscar lo bueno, yo sé que no puedo cambiar el destino, pero lo puedo modificar o apapacharme y acurrucarme en el camino. Ha sido difícil, porque cuando llegué a este mundo de activismo yo no sabía ni leer ni escribir, y cuando llegaba a enfrentar a las autoridades para hacer una denuncia, me engañaban y entonces tuve que aprender a leer y escribir”.

Dice que tuvo que iniciar con una organización civil porque “sabía que yo sola no podía crear, por ejemplo, una ley de satisfacción y no repetición y La Casa de las Muñecas es esa parte mi vida donde cada chica que llega sabe que ya no va a estar en peligro, donde no la puedan asesinar, donde pueda dejar de consumir drogas o se pueda atender el VIH. Tuve que aprender cómo funcionan las instituciones, cómo piensa la sociedad y desde ahí buscar los objetivos para trabajar”.

Para ella, el hecho de que una persona trans pueda ir a la secundaria, es lo que la tiene más satisfecha

“Estamos viendo más activistas trans preparadas que son jóvenes, entonces el día de mañana en 20 años, ya podremos ver más mujeres trans dentro de la política, contratadas en diferentes ámbitos, porque ya hay más empresas dispuestas a contratarnos, porque apenas se nos está permitiendo estudiar.

“Lo que falta es empatía, algunas empresas están dispuestas a capacitarnos para poder formar parte de ellas, aunque no tengamos estudios.

“Nayarit es el primer estado que acaba de legalizar en el código penal, el transfeminicidio con la Ley Paola Buenrostro (su mejor amiga), entonces lo importante es descentralizar las leyes para que no se den sólo en Ciudad de México”.

Cuevas fue testigo del asesinato de su amiga, la trabajadora sexual Paola Buenrostro, en 2016, en la Ciudad de México. Ella presenció el momento exacto cuando un hombre le disparó dentro de su auto, confesando que la había matado porque escuchó su voz masculina.

De acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos local (CDHDF) en la investigación de este caso hubo negación de identidad de género, ya que las autoridades, registraron a Paola Buenrostro como “Manuel”, “Alejandro”, “el occiso”, “C. Paola el sexoservidor”, “sujeto masculino” y “masculino desconocido”.

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Y a pesar de que Kenya presentó pruebas como un video y la confesión del presunto homicida, éste no fue condenado.

“Lo que quiero es llegar a las nuevas generaciones con mi mensaje para que eviten pasar por lo que yo pasé”.




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