El viaje de un chocorrol para llegar a su verdadero dueño

Un joven compró un paquete de estos pastelillos, pero le faltaba uno y de ahí se desata toda una odisea

Tribuna de San Luis

  · domingo 2 de agosto de 2020

Cortesía | Daniel M Douriet

Un joven llamado Daniel compartió su triste historia a través de Facebook sobre la vez que compró un paquete de chocorroles hace tres meses y, al abrirlos, se llevó una desagradable sorpresa al darse cuenta que solo venía uno.

Inmediatamente se comunicó con la empresa, le pidieron que enviara algunos datos, pero al final no le resolvieron nada y lo dejaron en "visto".

Daniel decidió dejar así el asunto, pues creía que no tenía sentido armar un gran lío por un pastelillo faltante, pero la historia no terminaría ahí.

Hace unos días, una notificación en su Facebook le llamó la atención, era un joven que respondió al comentario que había dejado hace meses en la página de la empresa.

Rodolfo compró un paquete pero no faltaba ninguno, sino que había uno extra y quería "devolverlo" a Daniel desde Monterrey.

Cortesía | Daniel M Douriet

Daniel creía que se trataba de una broma, pero Rodolfo hablaba seriamente y tenía verdaderas intenciones de hacérselo llegar hasta Los Mochis.

Y así fue, envolvió al chocorrol y lo mandó por paquetería desde Monterrey hasta Los Mochis por paquetería, Rodolfo mantuvo al tanto en todo momento a Daniel.

Cortesía | Daniel M Douriet

Cortesía | Daniel M Douriet

Pasó un tiempo y el paquete con el chocolate finalmente llegó al domicilio, la caja se encontraba muy maltratada pero al menos ya estaba en sus manos.

Además, el paquete venía con una nota sorpresa por parte de Rodolfo:

Cortesía | Daniel M Douriet

Luego de quitarle el papel burbuja, pudo encontrar su pastelillo dentro de una pequeña bolsa hermética, destacando que estaba intacto a pesar de haber sido expuesto al calor de Monterrey y el de Los Mochis.

Era de esperarse lo rápido que esta historia se viralizó, la publicación del joven recibió cientos de comentarios de todos tipos, algunos destacan la amabilidad de Rodrigo por haberle enviado el chocorrol que le faltaba, otros aprovecharon el espacio para contar sus propias experiencias.

Definitivamente una historia para nada común, pero con un final feliz que no deja a duda lo increíbles y útiles que pueden resultar las redes sociales.

Cortesía | Daniel M Douriet



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