“Un posible paraíso indispensable para la salud de la Ciudad de México”. Así se refiere la escritora y divulgadora Cristina Barros a Xochimilco, ese territorio ubicado en el sureste de la capital mexicana y que tiene en su naturaleza el origen de su virtud y su actual decadencia.
Una zona emblemática que desde los primeros asentamientos humanos ha tenido una relación simbiótica con su entorno, la cual le ha permitido destacar como modelo de un ecosistema con características propias que lo hacen único, como son los humedales, las chinampas y las especies endémicas.
Y es que desde el inicio del Posclásico y hasta la década de los sesentas, Xochimilco -cuyo significado en náhuatl significa “Chinampas de flores”- fue considerado territorio esencial para proveer de alimentos a la capital mexicana.
Sin embargo, tras la desecación de los lagos del Anáhuac, sólo Xochimilco y Tláhuac conservaron la chinampería, una técnica agrícola mesoamericana que fue desarrollada y compartida por varios pueblos del Valle de México.
Fue por ello que, con el propósito de alentar la conservación de su entorno lacustre, la Unesco proclamó las chinampas de Xochimilco como patrimonio cultural de la Humanidad en 1987, declaratoria que en dos ocasiones ha estado en peligro de perderse debido al deterioro ecológico, fruto del avance de la urbanización en la zona.
Y es que, como alertan los biólogos e investigadores Luis Zambrano y Rubén Rojas, con el crecimiento de la mancha urbana, Xochimilco recibe muchas presiones que lo amenazan con desaparecer.
Ese es el diagnóstico que los especialistas comparten en un libro de reciente publicación, titulado Xochimilco en el siglo XXI, que incluye un repaso por los orígenes y características únicas de este ecosistema, acompañado de los principales factores que lo amenazan y de una muy pertinente propuesta de restauración, que tiene como punto clave impedir la modificación de los usos de suelo en la zona.
“Xochimilco y los xochimilcas han sido explotados desde que los aztecas llegaron... Y desde la era de Porfirio Díaz, ha sido un lugar muy afectado por la urbanización”, dice en entrevista con El Sol de México Luis Zambrano, quien además de ser uno de los autores del libro, es doctor en Ecología Básica y docente del Instituto de Biología de la UNAM.
Ante las claras amenazas a las que se enfrenta esta zona, el especialista asegura que la organización es fundamental, esto debido a que “Hemos venido cercando a Xochimilco por un lado y por eso se ha llevado a cabo un mal manejo del agua, sobre todo del agua que le llega a Xochimilco”.
Zambrano alerta que la introducción de algunas especies exóticas, como fue el caso de las carpas, ha venido afectando negativamente todo el entorno.
Una parte fundamental en lo que se refiere a la recuperación y conservación de este ecosistema es la de las especies endémicas, como es el caso del Ajolote, que de acuerdo con Zambrano, hasta hace 50 años lo teníamos completamente abandonado como sociedad y que, aunque se está revalorando actualmente, quizá no ha sido suficiente.
Dice que no nos hemos dado cuenta de que para que esa especie exista necesitamos un Xochimilco sano, equilibrado y diverso; es decir, el lugar idóneo para que viva esta especie, ya no sólo en peceras. Y recalca:
“Si seguimos pensando que la naturaleza nos sirve, en vez de pensar que somos parte de ella, vamos a seguir cometiendo los mismos errores”.
En el mismo sentido, Martha Olivares también ha alertado que la devastación del humedal de Xochimilco está dejando grandes repercusiones para las especies del lugar, lo que podría dar lugar a la extinción de sus especies endémicas.
EL PRINCIPAL ENEMIGO
Rojas y Zambrano no dudan en señalar a la urbanización desmedida como el principal problema que enfrenta esta zona.
Y es que al iniciar el siglo XX, la cabecera de Xochimilco tenía una población de poco más de 10 mil habitantes, mientras que al final del mismo siglo, en 2005, ya se contaban más de 400 mil, según el Conteo de Población del INEGI.
Así, la tasa de crecimiento de la población de Xochimilco, se convirtió en una de las más elevadas de la Ciudad de México, a donde los nuevos habitantes son atraídos por la disponibilidad de suelo baldío.
¿Y LAS AUTORIDADES?
El coautor del libro dice que las autoridades no tienen una sola visión frente a este problema.
“Hay autoridades que nos apoyan, como la Secretaría de Cultura, pero por otro lado están otras que no logran entender que Xochimilco es una pieza fundamental y que creen que se le puede poner un puente encima, y eso está en contra de todo lo que estamos haciendo”, dice en referencia al nuevo puente vehicular en la zona, acerca del cual otros investigadores como Martha Olivares, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, han dicho que supone un riesgo para la cuenca del lugar y para la movilidad de los residentes.
Pero en esta historia no hay un sólo responsable, sino una gran corresponsabilidad de autoridades y ciudadanos, como él mismo aclara:
“Las autoridades son altamente responsables, porque ellas son las que marcan la pauta sobre qué es lo que se debe hacer, pero más bien como sociedad le hemos venido dando la espalda a Xochimilco, no nos hemos dado cuenta de la importancia que tiene este lugar tan grande para la Ciudad de México”, destaca.
LA PRODUCTIVIDAD NO LO ES TODO
El biólogo enfatiza que tiene que haber un cambio en la sociedad, un cambio de paradigma en el que, en lugar de pensar en la productividad a costa de la naturaleza, trabajemos con la naturaleza para poder recibir todos los beneficios que nos puede brindar.
“Xochimilco es el mejor ejemplo para poder decir que si se trabaja con la naturaleza se puede generar desarrollo, cuando empecemos a trabajar con esa visión y con esa lógica que por cierto sí tienen otros países y otras culturas, vamos a generar otro tipo de acciones”.
LA RESTAURACIÓN
Las décadas de deterioro que lleva experimentando Xochimilco también han dado pie a numerosas propuestas de restauración, que como vemos en la realidad, no han llegado a buenos términos.
Zambrano admite que es un proceso complicado, en el que se tiene que empezar por discutir qué significa la restauración y qué beneficios esperamos que esta nos traiga, en términos técnicos, ecológicos y sociales e incluso políticos.
Y como parte de ese reto, señala: “Si el propio presidente no entiende la diferencia entre reforestación y restauración, y lanza un programa como Sembrando Vida, que más bien es para reforestar, pues ya nos podemos imaginar cómo están las otras autoridades”.
“Entonces hay que explicarles, por ejemplo a la Jefa de Gobierno, cuando dice que llevemos el humedal a otro lado, que eso no se puede, porque los humedales no son casas que se puedan mover. Ahí es cuando hay que ver cómo hacerle para que el gobierno entienda, que lo que proponemos nos puede beneficiar a todos a largo plazo”.
El biólogo subraya que por lo menos no todas las autoridades se encuentran en el mismo nivel de entendimiento.
“Esta serie de discusiones y pláticas las tengo regularmente con el alcalde de Xochimilco, quien está dispuesto a escuchar y a veces nos hace caso...
Apenas el pasado 8 de noviembre, el Gobierno de la Ciudad de México a través de la Sedema y la SSC anunciaron la recuperación de 2.2 hectáreas de Suelo de Conservación en el poblado de San Gregorio Atlapulco.
Sin embargo, el especialista no duda en señalar: ¿Qué te digo de la Jefa de Gobierno? Está más preocupada por su candidatura que por otra cosa, entonces es complicado hablar con ella.
Y hablando de otras autoridades, agrega: “Con la Secretaría de Movilidad también teníamos constante contacto, pero ahora ya no, lo mismo que con la Secretaría del Medio Ambiente local. Entonces hay unas que sí y otras que no”.
¿QUÉ NOS QUEDA?
“Algo fundamental es que la sociedad nos escuche, porque esto no puede estar sólo funcionando en parte, tenemos que estar todos”, asegura.
Finalmente, aclara que este libro no lo escribieron para las autoridades y ni siquiera para los chinamperos, porque sería como explicarle las cosas a quienes ya las saben.
Y agrega: “Lo hicimos para el resto de los mexicanos, para que todos entendamos la necesidad de emprender acciones a favor de uno de los lugares más importantes a nivel mundial, en términos de agroecología y uno de los lugares más importantes para la Ciudad de México, este es un mensaje para todos”, puntualiza.
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