El 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin fue el primero en salir de la Tierra y volar al cosmos. En este 2021, se cumplen 60 años del inicio de los vuelos espaciales tripulados.
La vida y aventura de Yuri Gagarin es una odisea digna de contar.
LA INFANCIA
El 9 de marzo de 1934 nació en una granja comunitaria (Koljós) en la ciudad de Klúshino, Yuri Gagarin. Sus primeros años fueron felices, hasta que abandonó la escuela a días iniciarla, ya que meses antes, el 22 de junio de 1941, cerca de 4 millones de soldados nazis invadieron la Unión Soviética.
Desde Klúshino, día a día se escuchaba a la artillería acercarse, mientras los aldeanos veían a los aviones ir y venir. Cierto día, un avión de combate soviético cayó cerca y los pobladores rescataron al piloto. Esa noche, les contó de los pormenores de la guerra y sus aventuras en el aire. Yuri, como los otros niños, estaba sorprendido.
Semanas después, los nazis tomaron Klúshino. Los adultos planeaban por las noches cómo derrotarlos, mientras los niños efectuaban pequeños sabotajes, pinchaban las llantas de los vehículos nazis, tiraban vidrio en las carreteras o echaban tierra en los tanques de combustible. Un día, un nazi colgó de un árbol al hermano menor de Yuri, los niños llamaron a gritos a la mamá, quien corrió a bajarlo mientras los nazis se reían. El niño sobrevivió.
Según las últimas actualizaciones, el número de bajas soviéticas en aquella conflagración se acerca a los 30 millones, en donde más del 50 % fueron civiles. Pueblos y apellidos se perdieron para siempre. La familia Gagarin fue de las pocas afortunada, pues todos sobrevivieron.
EL ENTRENAMIENTO
Ya finalizada la guerra, Yuri junto a otros niños retomaron sus cursos. En 1954, Yuri se inscribió en un aeroclub para entrenar para piloto aviador y después entró en la Escuela de la Fuerza Aérea de Chkálov, Orenburgo. Leyó con interés “Fuera de la Tierra” de Konstantin Tsiolkovsky, el Padre de la Cosmonáutica, deseaba saber cómo sería el vuelo al espacio.
Sus prácticas de vuelo eran en un Yak-18 y en un Mig-15. Años después, el 5 de octubre de 1957, tras un vuelo exitoso, mientras el avión aún corría en la pista, su amigo Dergúnov corrió hacia él gritando: “¡Un sputnik, un sputnik nuestro alrededor de la Tierra!”. Resulta que un día antes, la Unión Soviética había puesto en órbita el primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik. La Era Espacial había iniciado. Yuri, junto a sus compañeros leyeron y escucharon por radio las emocionantes noticias. Un mes después, voló el Sputnik 2 con la perrita Laika e iniciaron los vuelos espaciales con seres vivos.
En 1959, a raíz de la primera fotografía del lado oculto de la Luna, hecho por la sonda espacial soviética Lunik 3, Yuri escribió a sus superiores: “Las exploraciones cósmicas que se efectúan en la URSS necesitarán hombres para los vuelos científicos al cosmos. Ruego considerar mi ferviente deseo y si es posible, enviarme a cursar una preparación espacial”. La misiva originó que él junto a 5 cadetes más, fuera enviado a Moscú para exámenes físicos y de conocimientos. A los pocos días regresó sin saber mucho de lo sucedido. Decidió estudiar la Teoría de la Relatividad, pensaba que un cosmonauta debería conocerla. En 1960 lo llamaron de vuelta a Moscú y luego se mudó junto a su familia a Ciudad Estrella, en donde se encontraba el naciente Centro de Entrenamiento de Cosmonautas. Yuri estaba en el camino correcto para ir al cosmos.
El entrenamiento al que se sometieron los cadentes cosmonautas fue intenso, más que en la actualidad, pues se desconocían los efectos del vuelo cósmico en el ser humano. Estudiaron astronomía, geofísica, medicina cósmica, visitaron las fábricas, volaron y practicaron paracaidismo.
El día más esperado fue la reunión con Serguei Koroliov, el diseñador jefe de todas las naves, satélites y cohetes hechos hasta entonces. Koroliov les dijo: “Me alegro de saludarles a ustedes, los principales probadores de nuestra producción de vehículos pilotados. Sí, hemos vivido hasta que el vuelo del hombre al espacio cósmico no es una ilusión, sino una realidad. Uno de ustedes será el primero y volará en una órbita de 300 km. Prepárense, el vehículo ya existe”. Acto seguido, visitaron el hangar con la nave cósmica, era una esfera con dos pequeñas ventanas. La miraron en silencio, luego entraron uno por uno, pero antes de hacerlo, Yuri se quitó los zapatos. Koroliov explicó que probaban la efectividad de la cápsula para sustentar a vida de un tripulante, pues les advirtió: “Si están dispuestos a entregar su vida por esta aventura, me decepcionarán, pues la vida es el regalo más preciado ... estamos haciendo todo para regresarlos sanos y salvos”.
Yuri Gagarin demostró respeto por la nave, y después en una prueba física en la centrífuga, fue el único que informó sentir mareo. En realidad todos lo sintieron, es normal, pero no lo informaron por creer que eso les restaría oportunidad de viajar al cosmos. Koroliov razonó que la honestidad de Gagarin sería necesaria para conocer todos los pormenores del vuelo, el funcionamiento de la nave, el estado físico y las sensaciones en la gravedad cero, cuando el viaje al cosmos se realizara.
EL VUELO
El 24 de enero de 1961 los cosmonautas volaron al cosmódromo de Baikonur en la República Soviética de Kazajstán. Ahí concluyeron el entrenamiento y se probaron los trajes espaciales. Se creó documentación especial para acreditar en el cosmos a los viajeros. Faltaba la decisión más difícil, elegir a uno de entre cuatro cosmonautas: Pável Popóvih, Gherman Títov, Adrian Nikoláyev y Yuri Gagarin. Se escogió a Gherman Títov como suplente y a Yuri Gagarin como piloto principal. Antes de darles la noticia, Koroliov le explicaba a Gagarin el buen funcionamiento de la cápsula Vostok, pero lo hacia con nerviosismo, Yuri asentaba con la cabeza y terminó convenciendo a Koroliov de la confiabilidad de la nave.
A inicios de abril, la comisión encargada de los vuelos espaciales, después de analizar y estudiar la confiabilidad de la nave espacial Vostok y del cohete Semiorka, así como de la ruta a seguir, autorizó se realizara el vuelo espacial tripulado por un ser humano.
A las 3 a. m. del 12 de abril de 1961, Koroliov, al no poder dormir, revisaba el cohete. Era un misil balístico R-7, Semiorka, de más de 280 toneladas, 34 metros de alto y 20 motores. A las 5:30 a. m. Kárpov despierta a Gagarin y a Títov, si es que durmieron. Desayunaron y se pusieron sus trajes espaciales. Se subieron al autobús y viajaron hacia la rampa de lanzamiento. Ahí, Yuri Gagarin dio una declaración a la prensa: “Dentro de unos minutos, una potente nave cósmica me llevará a los lejanos espacios del Universo ¿que puedo decirles? Toda mi vida me parece un maravilloso instante. Todo lo que he vivido y hecho hasta ahora ha sido en aras de este minuto, realizar el primer vuelo, lo que fue sueño de generaciones, abrir el camino al cosmos a la humanidad. No es una responsabilidad ante uno, ante decenas, es una responsabilidad ante todo el pueblo soviético, ante la humanidad, ante su presente y su futuro. Y si, pese a todo, me decido a efectuar este vuelo, es solo porque soy comunista, porque tengo tras de mi ejemplos de heroísmo de mis compatriotas ...”.
Yuri, con su vestimenta anaranjada y escafandra blanca, subió en elevador hacia el cohete. Las conversaciones por radio eran intensas, entre: Gagarin, Koroliov, Kárpov, Popóvich, Kamánin, todos hablaban. A las 9:07 a. m. Koroliov dio la orden de encendido y le deseo un feliz viaje. Yuri se despidió diciendo “¡paiéxali!” (vámonos). El cohete dio un gran estruendo y despegó en medio de una enorme nube. Yuri se elevó tan rápido como nadie antes (12 km/s), viajando hacia donde nadie había ido. Salió de la Tierra y entró al cosmos. De pronto, Yuri sintió la ingravidez y dijo “¡Veo la Tierra. Es hermosa!”. Estaba viviendo el sueño de generaciones, que hasta ese día era solo eso, un sueño.
Entonces, por la radio y tv soviética se dio gran la noticia, un ciudadano soviético estaba realizando en ese momento el primer vuelo cósmico. La gente se desbordó de emoción, abandonaron las fabricas, los trabajos y las escuelas, todos inundaron las calles de varias ciudades.
En Klúshino, una vecina corrió a la casa de la familia Gagarin, gritando: “Es Yuri, es Yuri”. La mamá lavaba la ropa y se asustó, pensó que su hijo había sufrido un accidente, pues solo sabía que se dedicaba a probar aviones nuevos, ya que el programa del vuelo espacial tripulado, era de sumo secreto.. Le encendieron la televisión y se enteró que su hijo ni siquiera estaba en la Tierra, sino en el cosmos. Su padre estaba pescando y al regresar, no lo quería creer, debe ser otro, dijo, pues su hijo no tenía el título de mayor, pero no sabía que ese día lo habían ascendido y además nombrado Héroe de la Unión Soviética.
La capsula Vostok con Yuri Gagarin rodeo al planeta Tierra y luego reentró en la atmósfera y se dirigió dentro de las fronteras de la Unión Soviética, sobre Smielovka en la región de Saratov, Yuri abrió la escotilla y saltó en paracaídas, como estaba previsto. Con asombro los vieron aterrizar, Anna Akimova y su nieta Rita de seis años. Para no asustarlas, Yuri les dijo que era ciudadano soviético como ellas. Pronto llegaron más pobladores y los equipos de rescate.
Una vuelta a la Tierra, a 300 km de altura, en 108 minutos convirtió a Yuri Gagarin en un héroe en todo el mundo. Mostró el camino al cosmos a todos los que irían después. Sin olvidar al genio detrás del esfuerzo, Serguei Koroliov, el más grande constructor de ingenios espaciales.
El 12 de abril se celebraba en la Unión Soviética y en la actual Rusia, el Día del Cosmonauta. En 2011, la ONU declaró al 12 de abril, como el Día de los Vuelos Espaciales Tripulados. Existe una excelente película rusa sobre la aventura de Gagarin, llamada El Primero en el Cosmos, que ha estado en algunos sistemas de películas en línea (streaming). Para conocer más, Yuri Gagarin escribió un libro autobiográfico titulado: El Camino al Cosmos. german@astropuebla.org
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