Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz colgó el teléfono con la decisión tomada: no quería incursionar en la política y menos en el gobierno de un candidato presidencial por el que no había votado.
Del otro lado de la línea, Ramón Muñoz Gutiérrez, el encargado de armar el gabinete del “gobierno de la alternancia”, del panista Vicente Fox Quesada, no daba crédito al rechazo de la empresaria hidalguense.
Eran los tiempos de la transición entre el último gobierno del PRI —con Ernesto Zedillo Ponce de León al frente—, luego de más de 70 años de detentar un poder casi absoluto, y la primera administración de la alternancia en la Presidencia de la República, luego de los históricos comicios de julio de 2000.
Faltaban algunas semanas para que Fox Quesada rindiera protesta ante el Congreso de la Unión (1 de diciembre) como presidente constitucional. Muñoz Gutiérrez realizaba una segunda llamada en menos de una semana (la primera la había realizado un head hunter o cazador de talentos) para invitar a Xóchitl Gálvez a integrarse al gabinete del guanajuatense.
El que después sería el jefe de la Oficina de la Presidencia de la República volvió a recibir un rotundo no de la empresaria y presidenta de la Fundación Porvenir, institución dedicada, desde 1995, a apoyar a niños con problemas de desnutrición en comunidades indígenas del país.
Al escritorio de Fox Quesada, entonces presidente electo, había llegado un perfil que le interesó sobremanera. Era el de una empresaria hidalguense que, entre otros datos en su ficha curricular, mencionaba el haber sido vicepresidenta del área académica del Instituto Mexicano de Edificios Inteligentes; consejera del Centro Mexicano para la Filantropía; premio a la empresaria del año 1994 por la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa; galardonada por el Foro Económico de Davos, Suiza, como una de los 100 líderes globales del futuro en el mundo. Fox pidió insistir.
“Ni siquiera voté por Fox en las elecciones”, soltó Xóchitl Gálvez a Ramón Muñoz, según comentó la hidalguense en una conferencia ante alumnos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) en el campus de Pachuca, Hidalgo, el 29 de octubre de 2008.
Las llamadas posteriores (tres en total) ya no fueron de Ramón Muñoz Gutiérrez. Fue directamente Fox Quesada quien se comunicó con la hidalguense para invitarla a formar parte de su gabinete. Xóchitl Gálvez aceptó, pero puso una condición: que el cargo que ocupara fuera referente a los temas indígenas. El oriundo de San Francisco del Rincón, Guanajuato, cerró el trato con la empresaria.
Seis años después, Gálvez Ruiz, siempre incómoda con las ataduras y con su peculiar estilo de hacer política, renunció a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, organismo creado y confeccionado en 2003, a propuesta de ella, y que desde 1948 llevaba el nombre de Instituto Nacional Indigenista (INI).
El 6 de diciembre de 2006, seis días después de que Felipe Calderón Hinojosa asumió el cargo como Presidente de la República, Gálvez Ruiz manifestó su descontento con el recorte presupuestal de casi mil millones de pesos al organismo que encabezaba. También reprochó al mandatario entrante que no fue invitada a la gira, días antes, al poblado indígena de Tlacoachistlahuaca, Guerrero.
Gálvez Ruiz no esperó ni la ratificación ni tampoco el anuncio presidencial respecto a quién la reemplazaría en el cargo, que al final recayó en el panista Luis H. Álvarez: “El mensaje fue bastante claro. Ya le anuncié al presidente Calderón mi decisión de renunciar e irme a mi casa. Ya nos pusimos de acuerdo, sólo estoy en espera de que el Presidente haga el nombramiento oficial”.
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Xóchitl Gálvez nació el 22 de febrero de 1963 en la comunidad hñahñu de Tepatepec, en el municipio de Francisco I. Madero, Hidalgo, un año antes de que el equipo de futbol de sus amores, el Cruz Azul —que originalmente tenía su sede en la localidad de Jasso o Ciudad Cooperativa Cruz Azul, en la cabecera municipal de Tula de Allende— lograra el ascenso a la primera división del balompié profesional.
Incursionó en la política cuando tenía 36 años y su trayectoria ha tenido pausas prolongadas (de 2006 a 2015), pero la hoy candidata presidencial de la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN-PRI-PRD) logró posicionarse en la agenda nacional en los tres cargos públicos que ha ocupado: directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, de 2000 a 2006; jefa delegacional en Miguel Hidalgo, de 2015 a 2018, y senadora de la República, de 2018 a 2023.
En todas esas responsabilidades públicas, incluida su candidatura al gobierno de Hidalgo en 2010 por la coalición Hidalgo nos une (PAN-PRD-PT-Convergencia), Xóchitl Gálvez echó mano de su peculiar forma de hacer política, siempre polémica, incómoda para sus adversarios, franca, directa, sin tapujos, crítica de las ataduras o las imposiciones y siempre presumiendo su amor por el Cruz Azul.
Con esa tozudez, la hidalguense se metió a la agenda nacional en la segunda mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador hasta tomar la decisión, el 27 de junio de 2023, de buscar la candidatura presidencial por los partidos del bloque opositor, que en ese momento se denominaban Va por México (PAN-PRI-PRD).
La determinación, según anotó Gálvez Ruiz en su cuenta de la red social X (antes Twitter), fue por la negativa de López Obrador de recibirla en una conferencia matutina en Palacio Nacional, incluso con la orden de un juez, para que ejerciera su derecho de réplica a unas declaraciones del tabasqueño sobre una supuesta afirmación de la hidalguense, en el sentido de que había que quitarle los apoyos sociales a los adultos mayores.
“Eso es lo que quería decirle al Presidente, pero al cerrarme la puerta, miles de mexicanos me abrieron la suya. Entendí un poderoso mensaje: que la puerta de Palacio Nacional sólo se abre de adentro hacia afuera. Por eso, vamos a abrir esa puerta para millones de mexicanos. Voy a ser la próxima Presidenta de México”, anotó Gálvez Ruiz en esa publicación y, con ello, se metió de lleno en la carrera por la sucesión presidencial, pero también en la agenda de López Obrador.
A pesar de que en semanas anteriores a su autodestape Xóchitl Gálvez figuraba como puntera en las encuestas de los aspirantes de la oposición a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, incluso por arriba del hoy candidato de la coalición PAN-PRI-PRD y exalcalde de Benito Juárez, Santiago Taboada, la hidalguense optó por participar en la interna de Va por México para definir a su abanderado presidencial en los comicios de 2024, lo que provocó la atención y la inquietud de López Obrador.
Desde el 26 de junio de 2023, cuando el bloque opositor anunció el método de selección de su candidato presidencial, y hasta el 22 de agosto del año pasado, día en que un juez prohibió al mandatario hablar de Gálvez Ruiz, el Presidente mencionó en 99 ocasiones a la entonces senadora del PAN: “Xóchitl”, en 64 ocasiones; “la señora”, en 24; “la candidata”, en seis ocasiones, y en una ocasión se refirió a ella como “la innombrable”, “Bertha” (primer nombre de la hidalguense), “esa persona”, “esta señora” y “una persona”.
El tabasqueño señaló además que sus adversarios políticos, específicamente el empresario Claudio X. González, ya habían definido quién sería su candidata presidencial y que el proceso interno de los partidos que integran el bloque opositor era “una simulación”.
Las constantes menciones desde Palacio Nacional no sólo catapultaron a la hidalguense como la favorita de ese proceso, sino que la colocaron en el centro de la agenda nacional y le sumaron puntos en las encuestas para la Presidencia, colocándola en el segundo lugar de las preferencias, sólo por debajo de Claudia Sheinbaum.
La senadora del PRI, Beatriz Paredes, y Xóchitl Gálvez, fueron las finalistas en el proceso interno del bloque opositor. El 30 de agosto, el Comité Organizador del todavía llamado Frente Amplio por México dio a conocer los resultados de las encuestas para definir a la virtual candidata presidencial de ese bloque.
La hidalguense se alzó con la victoria al obtener 57.58 por ciento de las preferencias contra 42.42 por ciento de Paredes Rangel. Ante ese escenario, los dirigentes del PAN, PRI y PRD, Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, respectivamente, así como los miembros del Comité Organizador, determinaron que ya no era necesario realizar la votación en urnas programada en la convocatoria.
Para la recepción de su constancia de mayoría que la acreditaba como virtual candidata presidencial del frente opositor, Gálvez Ruiz convocó a una concentración en el Ángel de la Independencia el 4 de septiembre, donde afirmó que las tres cosas que hará de ganar los comicios del 2 de junio de este año será “escuchar a todas las voces y a todas las personas. Llegó el momento de hablar menos, escuchar y hacer más; dos, incluir a todas y a todos, y tres, respetar a los mexicanos”.
En la etapa de precampaña, Xóchitl Gálvez hizo giras a distintos puntos del país, tanto con ciudadanos como militantes y simpatizantes del PAN, PRI y PRD, y en la fase de intercampañas la hoy candidata presidencial concretó tres viajes internacionales: a Estados Unidos (Washington y Nueva York), para reunirse con empresarios y políticos de aquella nación, así como con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, para solicitar a ese organismo multilateral vigilar la elección de junio.
En España, Xóchitl Gálvez también tuvo encuentros con empresarios y políticos de aquel país, pero también aprovechó la visita para sacarse la foto con el expresidente mexicano Felipe Calderón, quien reside en esa nación desde diciembre de 2022. La última parada de su gira internacional fue en el Vaticano, sede de la Iglesia católica, para entrevistarse en privado con el Papa Francisco.
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Uno de los principales desafíos que se le presentaron a Xóchitl Gálvez cuando inició sus actividades como responsable de la agenda de los derechos indígenas en el gabinete de Vicente Fox fue el tema del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la eventual aceptación del nuevo gobierno de la firma de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar sobre derechos y cultura indígena, que signó y luego desconoció la administración del priista Ernesto Zedillo en 1996.
Primero como candidato y luego como presidente electo, Fox Quesada se había comprometido a retomar el diálogo con la guerrilla chiapaneca, mayoritariamente indígena, y “resolver el conflicto en 15 minutos”. Las negociaciones con el EZLN se habían suspendido cuatro años antes, luego de que el grupo rebelde denunció que el gobierno federal había “traicionado su propia palabra” al desconocer la firma que había plasmado en los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, a través del secretario de Gobernación en ese momento, Emilio Chuayffet.
En los primeros días de enero de 2001, el EZLN anunció una marcha de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a la Ciudad de México, para tomarle la palabra a Fox Quesada, reiniciar el diálogo e iniciar negociaciones con el gobierno federal y el Congreso de la Unión, a fin de que se cumpliera a cabalidad con los Acuerdos de San Andrés Larráinzar.
En aquel momento Xóchilt Gálvez se pronunció a favor de la movilización de los zapatistas a la capital del país (El Zapatour, se le denominó), que partió el 24 de febrero; del compromiso del nuevo gobierno de retomar el diálogo y cumplir con dichos acuerdos, pero además manifestó su simpatía con el entonces llamado subcomandante Marcos, hoy capitán Marcos.
Luego de un periplo por distintos estados del país y tras diversos eventos en la Ciudad de México, que incluyeron una concentración masiva en el Zócalo y la participación en la tribuna de la Cámara de Diputados de la comandanta Esther (con la ausencia de legisladores del PAN por decisión de los coordinadores parlamentarios de ese partido en el Senado, Diego Fernández de Cevallos, y en San Lázaro, Felipe Calderón Hinojosa), el Congreso de la Unión aprobó una reforma sobre derechos y cultura indígena que no concordaba con los acuerdos originales suscritos en San Andrés Larráinzar, en 1996.
El Ejército Zapatista denunció una “nueva traición” y señaló a distintos actores políticos de haber bloqueado el acuerdo original. Xóchitl Gálvez declaró, luego de este hecho, que “no se podía esperar a que viniera Marcos a la Cámara y empezar el diálogo. Había que avanzar”.
Al concluir su encargo en la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en diciembre de 2006, la hincha del Cruz Azul hizo una pausa de casi tres años en la política.
Para octubre de 2009, el PAN anunció que Xóchitl Gálvez sería su candidata al gobierno de Hidalgo y, a finales de ese año, la exfuncionaria foxista aglutinó a los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) para tratar de acabar con más de 80 años de gobiernos priistas en el estado.
Bajo las siglas de la alianza Hidalgo nos une, Gálvez Ruiz desarrolló una campaña electoral que despertó el ánimo de la ciudadanía, sobre todo porque se presentó como una “candidata ciudadana, alejada de los partidos”, y también por la confrontación directa con el entonces gobernador de la entidad, Miguel Ángel Osorio Chong, años más tarde, poderoso secretario de Gobernación en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Tras la jornada electoral, Xóchitl Gálvez (con 45.13 por ciento de los sufragios) se quedó a cinco puntos del candidato de la alianza PRI-PVEM-Nueva Alianza, Francisco Olvera (50.25 por ciento), convocó a movilizaciones, denunció fraude electoral, impugnó la elección por “inequidad en los medios de comunicación y compra de votos con dinero público”. Seis meses después reconoció el resultado de las elecciones e inició otra prolongada pausa en su carrera política.
La revancha de Xóchitl Gálvez llegó en 2015. Más allá de ganar su primera elección, el triunfo de la hidalguense en la delegación Miguel Hidalgo bajo las siglas del PAN significó un impulso en su carrera política, sobre todo al haber derrotado al candidato (David Razú Aznar, de la alianza PRD-PT-Nueva Alianza) de un jefe delegacional perredista (hoy morenista), como Víctor Hugo Romo, que desde aquellos días y hasta la fecha emprendió una campaña de descalificaciones contra ella y su familia.
Fueron casi tres puntos de ventaja los que obtuvo Xóchitl Gálvez para obtener su primer cargo de elección popular en la demarcación de mayor poder adquisitivo en la Ciudad de México. Y aunque en dicha gestión también imprimió su característico sello, la labor de la delegada no estuvo exenta de polémicas, sobre todo en materia de desarrollo inmobiliario, que apenas en agosto de 2023 revivió el exalcalde morenista Víctor Hugo Romo.
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En marzo de 2018 la delegada panista de la Miguel Hidalgo presentó licencia a su cargo para meterse de lleno a la contienda electoral de ese año, cuando fue incorporada en la lista de candidatos a senadores por la Ciudad de México de la coalición Por la CDMX al Frente, integrada por el PAN y el PRD. El acuerdo entre esos partidos fue presentar como fórmula en la capital del país, en el sitio uno, a Emilio Álvarez Icaza, y en el dos a Xóchitl Gálvez, con la opción de incorporarlos también en las listas plurinominales del PRD a la Cámara alta.
Luego de los comicios de julio de 2018, los senadores que lograron un escaño por mayoría relativa para la Ciudad de México fueron Martí Batres Guadarrama y Citlalli Hernández Mora, de Morena, mientras que Emilio Álvarez Icaza accedió al Senado por la vía de primera minoría. Xóchitl Gálvez también logró acceder a la Cámara alta por el principio de representación proporcional bajo las siglas del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Ya en la composición de los grupos parlamentarios, entre julio y agosto de 2018, Gálvez Ruiz optó por incorporarse a la bancada del Partido Acción Nacional. Desde las primeras semanas de trabajos legislativos, que iniciaron el 1 de septiembre de ese año, comenzó a hacer mancuerna con el exdirigente nacional del PAN, Gustavo Madero.
Con la expulsión de la senadora Lilly Téllez de Morena y la separación de la bancada de ese partido en la Cámara alta, para incorporarse al grupo parlamentario del PAN el 3 de junio de 2020, pero además con la radicalización en el discurso y las protestas de la senadora Kenia López Rabadán, la hidalguense encontró insumos y un equipo compacto que no sólo comenzó a incomodar a los legisladores de Morena, sino al mismo presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las constantes críticas de este grupo (Xóchitl Gálvez, Kenia López Rabadán, Lilly Téllez y Gustavo Madero) a las reformas impulsadas desde Palacio Nacional, a las políticas públicas de López Obrador y a los procedimientos parlamentarios de la bancada de Morena en el Senado, incluso orillaron al Presidente de la República a romper el único protocolo que tenía un jefe del Ejecutivo federal con el Poder Legislativo: la asistencia a la entrega de la Medalla Belisario Domínguez en la antigua casona de Xicoténcatl, la antigua sede del Senado.
En la última entrega de dicho galardón, a la escritora Elena Poniatowska, el 19 de abril de 2023, el mandatario anunció con antelación, como en las dos entregas anteriores, que no iría a la sesión solemne “para no exponer la investidura presidencial a ataques por parte de la oposición. Nuestros adversarios están muy enojados y montan espectáculos”.
Xóchitl Gálvez reviró:
“Yo invitaría al Presidente que se quite el miedo, que salga de su palacio, que venga al Senado de la República (...) El Presidente en el fondo es un ‘sacón’. Pone vallas para las mujeres y no viene a dar la cara. Somos mujeres civilizadas, que protestamos, pero podemos conducirnos con responsabilidad en la sesión”.
Antes habían sido las maquetas de la llamada “casa gris” en el patio central del Senado; las pancartas una sesión sí, y la otra también; los discursos incendiarios desde la tribuna en contra de la Cuarta Transformación; los atuendos de botargas con forma de dinosaurio; el encadenamiento a escaños; los campamentos nocturnos al pie de la tribuna de la Cámara alta; la presentación de alrededor de una treintena de denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR)…
Hasta el día en que le fue negada la entrada a Palacio Nacional, con la orden de un juez en una mano y con una pancarta en la otra, donde se leía: “presidente, no le saque”, para hacer uso de su derecho de réplica en una mañanera de López Obrador. Era 12 de junio de 2023.
Los eventos se precipitaron y Xóchitl Gálvez es hoy candidata presidencial por el bloque opositor, luego de remar a contracorriente con los panistas más puros, más doctrinarios, en los primeros años de su incursión en la política; de enfrentar al aparato priista en Hidalgo cuando contendió por la gubernatura de ese estado en 2010; a pesar de encarar la maquinaria perredista del exdelegado en la Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, y ganar la elección de 2015 en dicha demarcación; a pesar de haber desairado las primeras invitaciones del equipo foxista, en 2000, para iniciar su carrera política.