Cuando se les pregunta a los creadores de la marca Blanx cuál es su modelo de negocios, ellos responden que se basa en generar valor para los artistas que colaboran con ellos.
El concepto de estos zapatos deportivos, que tienen dos meses en el mercado, se basa en tres pilares: arte, responsabilidad social y moda.
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Ariel Bacal y Alfredo Cottin, cofundadores de la marca, idearon un producto en el que juntaron estos tres mundos bajo un concepto al que llamaron “glocal”, es decir, que aborda problemas globales desde una perspectiva local.
Blanx reunió a siete artistas gráficos para la creación de su primera colección. Cada uno de ellos creó una obra para los tenis inspirados en un problema social, en este caso el tránsito de mujeres migrantes.
De la venta de los tenis, cuyo costo es de mil 600 a mil 800 pesos, la mitad va para la empresa, y el resto se reparte de forma equitativa entre los artistas que participaron en el diseño de la colección y entre una asociación civil que dé atención a la problemática social.
El valor agregado para los consumidores es que tendrán un producto único, de producción limitada.
Guillermo Flores, Erre, Dr. Alderete, Mónica Bergna, Lorbus, Peter Odor y Raymundo Rincón son los artistas que intervinieron la primera ola de estos tenis, cada uno con su propuesta gráfica.
La colección se compone de unas 300 piezas por diseñador, las cuales no vuelven a producirse una vez que se agotan, explicó a El Sol de México, Ariel Bacal.
El cofundador de la marca añadió que con esta propuesta de tinte social, buscaron generar un modelo de negocio que genere valor a los artistas.
“No queríamos una empresa con una estructura gerencial y de gastos muy altos, sino una estructura donde podamos remunerar al que genera valor, que es el artista, a la causa social y a nuestros colaboradores”, explicó.
Alfredo Cottin, su socio, describe al proyecto como una disquera o a una editorial, cuyas ventas dejan ganancias a sus artistas.
“Las ganancias van conforme se venda su obra. No explotamos al artista ni él toma ventaja de nosotros, es como una inversión en su obra”, refirió.
Y desde el tinte social, la empresa hizo sinergia con el Instituto para las Mujeres en Migración (Imumi), una organización dedicada a defender el derecho de libre tránsito para las mujeres migrantes, a donde destina una cuarta parte de las ganancias obtenidas por las ventas de sus tenis.
Si bien la edición es limitada, Bacal explicó que es uno de los valores agregados porque vendrán nuevas olas o colecciones de la marca.
Para la segunda ola, que se lanzará en Estados Unidos, la temática será el racismo, y para ella prevén seguir trabajando con algunos de los artistas que participaron en la primera colección, o bien, invitar a otros.
Este concepto les permite pensar a futuro en introducir la marca a nuevos mercados, en Latinoamérica o Europa, por ejemplo, abordando problemáticas de cada país, pero que sean globales, como migración, cambio climático o seguridad, entre otras.
Para generar mayor impacto, Blanx se basa en el concepto de los sneakers, que son tenis de un estilo casual que han cobrado gran popularidad con el paso de los años.
MODELO INVERSO
Los cofundadores de Blanx contaron que en el modelo tradicional del mercado de zapatos se tiene un producto y luego se crea una historia alrededor del producto para comercializarlo.
El caso de Blanx es inverso. Parte de una historia, un concepto, en este caso una problemática, y se crea el producto que deje huella.
“No podemos seguir con las mismas fórmulas de antes. Debemos dar marcha al negocio y tener presentes estos cambios globales”, dijo Cottin.
La marca arranca con dos tiendas virtuales, una en México y Estados Unidos, y con una fuerte presencia en redes sociales, principalmente en Instagram, para dar a conocer sus productos, los cuales están manufacturados en Guanajuato.
“El consumidor de la marca, los blanxeros, son las personas de la generación Z y los millennials.
“El producto es para una persona amante del mundo de los sneakers, que le gusta el diseño y las causas sociales”, concluyó Bacal.