Boeing anunció este lunes el cese de su hasta ahora consejero delegado, Dennis Muilenburg, a la vez que situará a partir del 13 de enero a su actual presidente, David L. Calhoun, también como director ejecutivo, designado así para afrontar la grave crisis que padece el gigante aeronáutico.
Así lo ha comunicado la compañía de Chicago antes de la apertura de Wall Street, en un momento en el que la firma lucha por recuperar la confianza de los reguladores, los clientes y el público tras los dos accidentes mortales de su avión más vendido, el 737 Max, en los que murieron 346 personas, un modelo que no cuenta aún con el permiso de los reguladores para prestar servicio.
En un comunicado, Boeing anunció que Muilenburg "renunció a sus cargos" como director ejecutivo y director de la Junta "con efecto inmediato", por lo que el director financiero de Boeing, Greg Smith, se desempeñará como CEO interino durante el breve período de transición hasta que Calhoun renuncie a sus compromisos no relacionados con la compañía y asuma con plenos poderes.
Incertidumbre a la vista
El fabricante estadounidense se enfrenta a un 2020 marcado por la incertidumbre sobre si la empresa será capaz de soportar la crisis derivada del veto para que este modelo pueda volar, impuesto por la Administración Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés).
La preocupación se expande no solo por la decisión de parar la producción de este modelo, su avión con mejor índice de ventas, sino también porque 2020 será un año en que Boeing también deberá enfrentarse a demandas e investigaciones por el fallo en su software involucrado en los dos accidentes mortales -346 fallecidos- que tuvieron lugar en Indonesia (2018) y Etiopía (2019) y que desencadenaron la crisis.
Boeing ya afrontó en diciembre compensaciones a la aerolínea Southwest por las pérdidas generadas, ya que en su flota hay hasta 34 aviones que no pueden volar hasta que la FAA levante el veto.
Las malas previsiones han llevado a las agencias de calificación a emitir dudas sobre su situación crediticia y, aunque Boeing aún mantiene la "A" que le otorga suficiente confianza, Fitch ya ha calificado como "negativa" su perspectiva, lo que si bien no supone ningún cambio inmediato en los tipos de interés con los que opera, sí puede indicar que el gigante aeronáutico abandonará esta puntuación.
Este tipo de agencias, como Fitch, Moody's o Standard and Poor's, evalúan la solidez y solvencia futuras de países o empresas para hacer frente a sus obligaciones crediticias.
La consecuencia directa si empeora la calificación de Boeing es que la compañía inspirará menos confianza y deberá asumir el pagar más intereses a sus inversores, un hecho que agravaría su ya dañada salud económica, que se estima en pérdidas de entre 1.000 y 2.000 millones de dólares mensuales desde la prohibición de la FAA de volar con sus 737 MAX.