El estado de Chiapas se ha convertido en el epicentro mundial del consumo de bebidas azucaradas, con un alarmante promedio de 821.25 litros por habitante al año, según un estudio del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (Cimsur). Esta elevada ingesta del popular refresco, que representa más del 70 por ciento del consumo nacional mexicano de bebidas azucaradas embotelladas, ha encendido las alarmas debido a sus graves consecuencias para la salud pública.
Según datos de la décima edición de Brand Footprint, 4 de cada 10 hogares en todo el mundo utilizan el comercio electrónico para adquirir bienes de consumo masivo, y la bebida más elegida es Coca-Cola. Cabe mencionar que el impacto negativo de las bebidas azucaradas en la salud es ampliamente conocido, y Chiapas no es la excepción.
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Los estudios señalan que el consumo excesivo de estas bebidas aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, sobrepeso y obesidad. El Instituto Nacional de Salud Pública advierte que más de 40 mil muertes en México cada año, lo que representa el siete por ciento del total, están vinculadas al consumo de estas bebidas.
Cada vez que una persona adulta consume cuatro botellas de 600 mililitros de refresco embotellado, está ingiriendo una cantidad equivalente a 50 cucharadas cafeteras de azúcar, superando en más del 500 por ciento la ingesta diaria recomendada de azúcares. Esto genera un serio problema de salud pública, especialmente en una región donde la diabetes mellitus se ha convertido en la principal causa de muerte durante la última década.
El problema no se limita solo al ámbito de la salud. El alto consumo de bebidas azucaradas ha llevado a que las familias chiapanecas destinen el mayor porcentaje de sus ingresos en alimentos y bebidas no alcohólicas, según datos de la Encuesta Nacional de Gasto (Engasto).
Las razones detrás del alto consumo de refrescos en Chiapas son diversas. La presencia de una planta embotelladora de Coca-Cola en el municipio de San Cristóbal de las Casas ha contribuido a que esta marca sea la preferida entre la población. Además, la falta de acceso a agua potable de calidad y asequible, así como una laxa legislación hacia las empresas refresqueras y campañas de mercadotecnia en lenguas locales, también influyen en este fenómeno.
La industria se ha defendido argumentando que crea empleos y lleva a cabo actividades de Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Sin embargo, los efectos perjudiciales del alto consumo de bebidas azucaradas en las comunidades, especialmente en las rurales, son innegables. La sustitución de bebidas tradicionales como el pozol por refrescos y cerveza ha tenido un impacto negativo en la salud y la nutrición de la población.
Un análisis de la Facultad de Ciencias de la Nutrición y Alimentos de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, por ejemplo, concluye que el pozol, bebida tradicional, contiene una gran cantidad de microrganismos benéficos, cuenta con un alto porcentaje de proteína, grasa vegetal y carbohidratos, considerándose un producto de alta calidad nutricional, en comparación con otras bebidas industrializadas.
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Ante ello menciona que para abordar este grave problema de salud pública, es fundamental asegurar el derecho humano al agua y promover políticas integrales que regulen a la industria alimentaria. Es necesario fomentar hábitos saludables y garantizar el acceso a opciones nutricionales de calidad, priorizando las bebidas tradicionales y saludables que forman parte de la cultura y la identidad de las comunidades, con acciones coordinadas y responsables se podrá revertir esta tendencia y asegurar un futuro más saludable para todas y todos los chiapanecos.
Publicado originalmente en El Heraldo de Chiapas