El escenario para Pemex según los planes de la administración que encabezará Andrés Manuel López Obrador plantea algunas dudas. “El mercado está asumiendo lo peor”, señala un reporte de la firma BlackRock.
A la elevada deuda de la petrolera, de 103 mil millones de dólares al cierre de 2017, se suma “la carga de ayudar a los objetivos políticos y sociales del gobierno” mediante la construcción y modernización de refinerías para fines de seguridad nacional y contener los aumentos a los precios de la gasolina, señala la presentación titulada Inmersión profunda en las elecciones mexicanas de 2018, firmada por Axel Christensen, director de Estrategia de Inversiones para América Latina e Iberia de BlackRock.
Escucha aquí el análisis sobre este tema por "Despierta con El Sol" desde ABC Radio
Según la presentación confidencial que muestra los riesgos potenciales que serán monitoreados por inversionistas y analistas en relación a la futura administración, con una calificación crediticia por parte de Fitch de B-, con perspectiva negativa, a Pemex le ayudaría reforzar su vínculo con la nota soberana del gobierno federal, de BBB+, con perspectiva estable, de acuerdo con Standard & Poor’s.
Sin embargo, debido a la carga que implicaría para la petrolera ayudar al nuevo gobierno a cumplir sus objetivos, “el mercado está asumiendo lo peor, con diferenciales soberanos al doble del nivel histórico y significativamente más altos que otros cuasi soberanos (deuda corporativa) en América Latina”.
En un apartado titulado Qué esperar del gobierno de AMLO. Cuestiones clave a seguir, el reporte apunta a la agenda de reformas estructurales, especialmente la energética, que junto con la responsabilidad fiscal y la relación con Estados Unidos, por la renegociación del TLCAN, como uno de los tres temas relevantes.
Entre los riesgos estarían “sorpresas” en las posiciones de AMLO sobre cuestiones clave, por ejemplo con "acciones hostiles" como convocar a un referéndum sobre la reversión de la reforma energética, lo que provocaría un aumento en las primas de riesgo.
Te recomendamos: AMLO planea abrir refinerías al estilo de India
En otro reporte, el mayor inversionista a nivel global, al gestionar fondos por más de 6.3 billones de dólares, se refirió al triunfo electoral de AMLO tan pronto como el 3 de julio pasado: el resultado de los comicios “representa un indicio de cambios profundos en la política y el gobierno mexicano”, anticipó.
La implementación por parte de AMLO de algunas de sus promesas de campaña más polémicas podría colocar a México en el riesgo de perder su posición entre los mercados emergentes, como referencia de una estabilidad macroeconómica y una sólida política económica. Los peores temores: un cambio hacia un tipo de políticas nacionalistas y proliferantes que puede desencadenar la ruina económica.
“Desde nuestro punto de vista, esto podría ocasionar el riesgo de un deterioro en los balances fiscales de México, el aumento de la inflación, la reducción de la inversión extranjera y una disminución en los precios de los activos”.
El 7 de mayo, en plena campaña, el presidente ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, se reunió con AMLO. “Lo que hice fue reiterar que vamos a ser respetuosos de la legalidad, que va a haber un auténtico Estado de derecho (...) que no (lo) vamos a estropear”, declaró tras ese encuentro el entonces candidato presidencial.
LOS FONDOS
LA FIRMA tiene una participación de 900 mdd en la segunda fase del proyecto del oleoducto Los Ramones con la firma de capital privado First Reserve, y Marco Antonio Slim Domit, el hijo del hombre más rico del país, Carlos Slim, y uno de los miembros de la junta directiva de BlackRock
Moody´s comparte la visión
Los posibles cambios a las políticas energéticas elevan los riesgos para la industria del petróleo y del gas, en particular para Pemex, advirtió Moody’s Investors Service.
Los límites al precio de los combustibles, la necesidad de construir nuevas refinerías o modernizar las existentes, así como retrasos en las subastas de petróleo y gas con inversionistas extranjeros, pudieran interrumpir el negocio de la compañía, agregó la analista de Moody’s, Sandra Beltrán.