Ángel Terral, director general de Airbnb México, se muestra casi entusiasmado cuando responde sobre la posibilidad de una regulación por parte del gobierno mexicano.
Asegura que no les preocupa. Sin embargo, advierte que una nueva empresa tan disruptiva como la que dirige no se puede apegar a estándares de hace medio siglo.
"Sin duda las nuevas actividades requieren nuevas reglas, pero un error frecuente es regular una nueva actividad con reglas que fueron escritas hace 10, 20, 30, 40 años. Es un error porque no se permite utilizar, sacarle el jugo a la innovación, a la tecnología", responde sonriente a El Sol de México.
Según anunció recientemente el gobierno federal se prepara un nuevo impuesto especialmente dirigido a Airbnb.
El secretario de Turismo federal, Miguel Ángel Torruco, un hombre vinculado durante sus 67 años a la gran industria turística, aseguró que el objetivo sería "la fiscalización de la extraoferta hotelera".
A decir de un alto directivo de uno de los grupos hoteleros más grandes de este país entrevistado previamente por este diario, durante años Airbnb ha presentado una "competencia injusta" frente al sector hotelero tradicional, el cual paga altos impuestos por sus actividades comerciales. Cosa que Airbnb no.
Según Ángel, en promedio, el anfitrión mexicano montado en Airbnb gana 59 mil pesos al año al vender entre 30 y 60 noches. Aunque sí existen personas con el presupuesto lo suficientemente holgado para comprar un nuevo departamento y ponerlo a rentar en Airbnb, la gran mayoría de personas que utiliza la plataforma son adultos mayores con espacios disponibles en sus casas.
De regularse con un impuesto, estas personas serían las más afectadas.
"Ese es el corazón de la comunidad. Este tipo de gente son pequeños emprendedores. Sería un error decirles que estén regulados como un establecimiento que se dedica a recibir miles y miles de personas los 365 días del año.
"Por eso creo que hay que tenerlo en cuenta, para que podamos trabajar de la mano con autoridades para que se elaboren reglas que incentiven la innovación y las nuevas tecnologías, y no perdamos de vista que al final el consumidor está cambiando, el consumidor está buscando este tipo de experiencias", dice Ángel, quien asegura que la empresa está en toda disposición para platicar con autoridades para limar asperezas y llegar a un acuerdo. Airbnb dice que actualmente coopera con 11 gobiernos locales que son los de Baja California Norte y Sur, Oaxaca, Ciudad de México, Guerrero, Yucatán, Jalisco, Sinaloa, Colima y Quintana Roo y asegura que está proponiendo "modelos innovadores de regulación y promoviendo reglas de avanzada que fomenten la inclusión de las personas comunes y las comunidades más pequeñas en el turismo".
DEL COLCHÓN AL CASTILLO
La empresa que Ángel dirige en México no necesita presentación. Desde 2008 Airbnb se ha convertido en una pieza esencial del escaparate del turismo mundial y a su paso ha cambiado el rostro de toda una industria y creado paralelamente otras tantas.
Como Uber, el nombre de Airbnb se ha convertido en verbo.
A través de la plataforma personas de todo el mundo, sin necesariamente contar con antecedentes en el mundo de la hotelería, abren las puertas de su propia casa.
La plataforma hace una curaduría de los hogares disponibles para rentar en cada destino, rango-precio, ubicación y comentarios de la comunidad, y le acerca al viajero la opción que mejor se cuadre a su búsqueda.
Desde humildes cabañas que ponen a disposición abuelitas tabasqueñas hasta palacetes enteros en la costa española propiedad de magnates, conseguir cualquier alojamiento es posible a través de Airbnb con el presupuesto adecuado.
Creada en 2008 por los diseñadores californianos Brian Chesky, Joe Gebbia y Nathan Blecharczyk, Airbnb comenzó como un negocio para pagar la renta del departamento en el que vivían.
En ese entonces ofrecían a los visitantes de la ciudad de San Francisco un colchón inflable para dormir (air bed) y un desayuno (& breakfast).
La empresa fue ganando tracción durante la segunda mitad de los dosmiles al recaudar capital de inversionistas de Silicon Valley y para 2011 comenzó su expansión internacional y llegó a México. Desde entonces la de Airbnb es una historia ya legendaria.
Para 2018 los tres fundadores de menos de 38 años ya estaban en el lugar 207 de la Lista 400 de Forbes con una fortuna valuada en tres mil 700 millones de dólares, y mientras usted está leyendo esto dos millones de personas están pasando la noche en un Airbnb.
Ángel se subió al barco de la empresa en agosto de 2017, después de que él mismo había emprendido con dos empresas: la plataforma de envíos culinarios SuperAntojo y la consultoría en marketing digital Virket Local. Antes de eso había trabajado en las áreas de desarrollo de nuevos negocios para Prodigy, Microsoft y Telmex.
"En ese entonces el Internet era un lienzo en blanco y siempre fue para mí una pasión desde el día uno. No soy programador, entiendo de tecnología, pero lo que más me fascina de la tecnología es cómo puede ayudar al potencial humano a desarrollarse y al impacto que tiene en la gente", dice Ángel, quien estudio música, matemáticas y administración de empresas.
"Trabajé en grandes corporativos, en emprendimientos, tengo esa mezcla y creo que ambos tienen muy buenas cosas que aportar. Airbnb tenía ambos elementos, porque es una empresa de apenas 10 años, cada quien dentro de Airbnb es como un pequeño emprendedor y el capítulo de México es como un emprendimiento", dice.
Como ya ha pasado con otras empresas tecnológicas de honda influencia, Airbnb transita por una evolución de su modelo de negocio.
Dentro de la espina dorsal del negocio está la promesa de ofrecerle a los viajeros experiencias únicas con gente local en alojamientos locales, lejos del turismo de masas. La idea es llevar este concepto a todo el viaje.
La empresa le llama Experiencias y a grandes rasgos se trata de que cualquier persona puede planificar un evento para invitar a los viajeros.
Todo es posible. Un ciclista puede organizar una rodada en bicicleta para conocer los mejores puestos de tacos. Un chef puede invitar a preparar desde cero un mole verde o un maestro mezcalero una tarde de cata. En Durbán, por ejemplo, ya se ofrecen tardes de surfeo, en Nueva York se organizan veladas con curso de alfarería incluído y en Tokio se puede practicar sumo.
Según los propios fundadores, con esto Airbnb se convertirá con el tiempo no sólo un portal de hospedaje, sino que se insertará en todo el proceso de viaje, aumentado su valor.
Y es que existe un número finito de alojamientos, pero no de personas con conocimientos o capacidad de generar una nueva Experiencia.
Aunque en México al momento sólo hay 500 de estas Experiencias, el objetivo de Ángel es aumentar este número manteniendo la calidad que se busca y diversificar la oferta en el país.
"El futuro es ver a Airbnb como una plataforma de emprendimiento donde hay decenas de miles de emprendedores que se convierten en embajadores de la cultura de su país.
"Ahora que en el mundo de la tecnología se habla de robotización, automatización y de las pérdidas de empleo a raíz de todo ese progreso tecnológico nosotros al contrario, vemos un mundo en el que necesitamos cada vez más gente. Es una plataforma powered by people".
SÓLO EL COMIENZO
"Trabajé toda mi vida en Internet y cuando entro a Airbnb digo: 'estoy entrando a un marketplace donde los viajeros se ponen en contacto con gente que quieren rentar un espacio que tengan disponible'. Pero eso que te describo es sólo la superficie del iceberg", dice.
Cinco millones de ubicaciones se ofertan hoy mismo en la plataforma en 191 países. En México ya hay 100 mil, y la base de "anfitriones" que se suman a este ejército de nuevos hoteleros crece doble dígito, según el directivo.
"En lo que hemos cambiado paradigmas es que ahora cualquiera tiene su casa de fin de semana en un pueblo mágico, en la playa. ¿Para qué tienes una casa si puedes tenerlas todas en todo el país?", dice Ángel.
Pero según el directivo, lo más importante que vino a cambiar Airbnb es en cuántas manos cae el dinero generado por el turismo en el mundo.
En la medida –explica– en que cualquier persona puede ofertar su hogar y recibir a visitantes, la derrama que antes se concentraba principalmente en hoteles llega a quienes antes no podían participar en este inmenso mercado.
"No perdamos de vista que el turismo es el primer motor de la economía del país, por encima del petróleo, y si vemos cómo ese bienestar de esa industria que aporta tanto valor a la economía mexicana está muy concentrado en ciertos destinos, vaya, en pocas manos, Airbnb ayuda a que ese bienestar pueda diversificarse, no sólo a llegar a manos de más personas, pero también de más destinos.
"Airbnb tiene ese potencial y creo que es lo más disruptivo, es hacer que más turismo llegue a más personas y por eso lo veo como una gran herramienta de integración social", dice Ángel.
Como potencia turística –dice– México es un mercado vital para Airbnb, por lo cual la empresa continuará empujando para llevar su concepto a donde la hotelería tradicional no puede o no le interesa llegar. Pueblos remotos, playas sin hoteles, haciendas con cuartos disponibles.
"La tecnología te ayuda a tener una experiencia de viaje end to end mágica, ese es el objetivo dentro de Airbnb.
"¿Qué significa?, poder empoderar a la gente a lo largo de esta cadena. La tecnología viene a ayudar a todos estos emprendedores a ser exitosos, no a reemplazarlos", finaliza.