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Hace algunos años, la prensa y sus amigos comenzaron a llamar a Gustavo Tomé El Tiburón. El apodo hacía referencia a su habilidad para lograr negocios de altos dividendos al apostarle a sectores nuevos, de rápido crecimiento o que se vendían barato. Su lema, durante años, había sido el de abrazar al riesgo en lugar de temerle.
En pocas ocasiones el océano mexicano ha estado más picado como lo está hoy, empujado al borde de una recesión derivada del Covid-19, falta de inversión pública y privada, la guerra petrolera y las elecciones en Estados Unidos.
Haciendo honor a su nombre, El Tiburón dice que aun en estos mares azotados existen oportunidades para quien tenga la habilidad de verlas. Así, el multimillonario comparte algunas de las cosas que ha aprendido con los años no sólo para ayudar a sobrevivir la tormenta, sino para también crecer con ella.
“Aquí en México se nos está formando una tormentita, (...) pero todo va a ser transitorio y en un año quizá vamos a estar riéndonos de muchas de las cosas que hoy nos están quitando el sueño, pero independientemente hay que sobrevivir el presente para llegar al futuro”, platica Gustavo con su eterna sonrisa pero un poco más canoso.
Gustavo pone primero las cartas sobre la mesa sin cortapisas. Las implicaciones del Covid-19 en la economía mundial son aún desconocidas, pero da por descontado que serán “tremendas” por su velocidad y potencia.
La gente deja de salir a la calle –explica–, deja de consumir, los negocios no tienen ingresos, esos negocios tienen deudas con bancos y otros proveedores, la deuda se acumula y empiezan a quebrar instituciones y empresas. Las economías colapsan y los gobiernos acuden a más deuda para rescatarlas.
En México la cosa se complica cuando se le añade –dice– un gobierno con un plan de contracción del gasto que inhibe la inversión, y una guerra petrolera entre Arabia Saudita y Rusia que ha hundido el precio del barril de petróleo y la cotización del peso.
“Cuando tú haces que en un país nadie salga eso va a tener repercusiones de segunda y tercera derivada. Se nos organizó globalmente un escenario que no lo veías venir hace seis meses, (...) y cuando hay pánico en los mercados de capitales le pega a todo el mundo.
“Si tú me hubieras dado todo esto pero a lo largo de tres meses estábamos preparados, es lo históricamente normal. El problema es que correcciones de este tamaño y en este periodo (...) es que no te mata el plomo, te mata la velocidad de la bala”.
No obstante esto, dice, debemos empezar a ver más allá de la cresta de la ola y pensar en el largo plazo, pues la crisis está abriendo oportunidades de inversión en sectores que podrían estar pasando desapercibidos en medio de la pandemia.
“Las pasas mal, pero ahí es donde empiezas a rotar las oportunidades. Muchas veces cuando hay este tema de oportunismo no es sólo comprar barato, es que tienes disponibilidad de algo que antes no existía.
“En este entorno, si tú pensabas que tus cosas valían 100 ahora valen 70, entonces tienes que agarrar dinero para comprar cosas que valgan 60, para que después cuesten 30 y en el largo plazo vuelvan a llegar a ser 100, porque si no lo haces te quedas con tus 70 y estás desempeñando igual que el mercado.
“Si tú puedes generar una inversión cuando todo mundo tiene pánico es cuando realmente haces una ampliación de los resultados, y por eso invertir en oportunidades se hace relevante en periodos como este. ¿Dónde están?, esa es la virtud , verlas y empezarlas a accionar depende de las oportunidades”.
LOS DIENTES
La definición de disrupción para Gustavo es la capacidad de detectar necesidades actuales no satisfechas o satisfechas de manera ineficiente y generar un cambio, el cual no tiene que ser cuántico.
Por su historial de adquirir empresas de distintos ramos, venderlas y desarrollar grandes inmuebles se le ha considerado un más joven Carlos Slim. Como el libanés, Gustavo tampoco heredó todo su dinero, sino que reconvirtió empresas familiares –en su caso maquiladoras– en portafolios bien diversificados.
Con 42 años, la fortuna de Gustavo se deriva de su participación en Da Vinci Capital, un fondo patrimonial dedicado a invertir o comprar empresas de todo tipo; Némesis Capital, dedicado al desarrollo de propiedades comerciales, industriales, residenciales y turísticas; y Fibra Plus, fibra especializada en el desarrollo, adquisición, operación y arrendamiento de activos inmobiliarios.
Este último es la joya de su corona y al cierre de 2019 contabilizaba 16 proyectos inmobiliarios en algunas de las zonas más exclusivas del país, con activos valuados en siete mil 477 millones de pesos.
Ya sea por una honesta amnesia selectiva o prudencia, Gustavo no dice en cuántas empresas tiene las manos metidas, las cuales pasan por la fabricación de palomitas de maíz, mini cohetes espaciales, startups, bancos en España, parques industriales en Silao, departamentos de lujo en la Riviera de Nayarit o complejos de oficinas en Espacio Condesa.
Un buen ejemplo de cómo Gustavo hace negocios es Solartec, fundada en 2009. La empresa pasó de la manufactura de productos pequeños basados en tecnología solar a ser la primera empresa mexicana en elaborar sus propios paneles solares, luego de diversas adquisiciones de empresas del ramo localizadas en Francia, Alemania y Bélgica. Gustavo de paso se convirtió en referente en torno a las energías limpias, antes que el tema se masificara en México.
El empresario había llevado un relativo bajo perfil hasta 2014, año en el que se anunció la compra de nueve por ciento del Liberbank de España, donde comenzaron a llamarle El Tiburón. Para 2016 solidificó su posición como empresario de altos vuelos cuando Fibra Plus salió al mercado de valores, justo antes de la crisis generada por la victoria electoral de Trump.
“Yo me tenía que jugar la ficha, pero no porque sabía quién iba a ganar (la elección en EU). Es porque yo tenía que administrar el riesgo. No es que entendiera qué iba a pasar, sino que entendía qué podía pasar, y yo tenía que cubrirme. Cuando pasó lo que no tenía que haber pasado, o lo que la gente creía que no iba a pasar, ya había asumido eso como una probabilidad de riesgo”, dijo sobre esa ocasión en una entrevista hace algunos años.
TODO PASA
Durante los últimos tres años, Gustavo se ha dedicado a diversificar su portafolio y a navegar en la economía mexicana, la cual ha ido en declive en cuanto a expectativas, desde la desaparición del Mexican Moment.
Según explica Gustavo, hay tres sectores en los que sus fondos ven posibilidades de encontrar valor en medio de la crisis: el agroindustrial, el educativo y el de salud.
Los tres –explica– están sustentados en fundamentales de largo plazo, como son el crecimiento de la población y su necesidad de estar bien comida, educada a distancia y con salud en la medida que vive más años.
De manera paralela, los tres sectores son grandes empleadores, generan valor social y son adaptables a cualquier disrupción tecnológica. En todos ellos, Gustavo está planeando próximas inversiones y alianzas, las cuales no adelanta, pero promete que son sustantivas.
En cambio, la construcción y arrendamiento de oficinas, así como la compra de vivienda residencial están siendo fuertemente afectadas por las tendencias actuales, por lo que descarta involucrarse aún más en el corto plazo.
“Estamos invirtiendo desde el punto de vista fundamental y a largo plazo rotar a negocios donde nos sintamos cómodos en los siguientes 20 años. Lo que estamos viviendo son cosas transitorias, aunque no se sabe la temporalidad que vayan a durar.
“Cuando tú ya no tienes un convencimiento fundamental de largo plazo es donde decides rotar a otros lados, porque sabes que ya no puedes agregar valor. Donde nosotros tenemos posiciones en las que podemos agregar valor, pues lo vamos a seguir haciendo, y en cambio en breve daremos una serie de desinversiones.
“Nosotros somos muy malos operadores de contribución marginal, pero somos muy buenos operadores de generación de valor. No podemos comprar algo a 100 y venderlo a 101, tenemos que comprar algo a 50, meterle mucha cabeza y tratar de venderlo en 100”.
En cuanto a inversiones en el venture capital y el financiamiento de startups, Gustavo recomienda hacerlo en gran volumen y de manera estratégica, pues –dice– 70 por ciento de las nuevas empresas financiadas no dará retorno alguno, mientras que los unicornios no son cosa de todos los días.
“El venture capital es bien difícil y necesitas mucho conocimiento, entender que estás jugando un juego estadístico. Lo primero que todos tendemos a hacer es pensar que tú sí puedes predecir cuál va a ser la siguiente disrupción, pero estás perdido porque no tienes esa capacidad, entonces lo que tienes que hacer es decir 'no traigo un rifle de precisión, traigo una escopeta'”.
Finalmente, Gustavo llama a la gente de negocios, y a los que no, a guardar la calma, ya que así como el coronavirus ha paralizado al mundo, también lo hizo la crisis económica de hace 11 años, la pandemia del AH1N1 y la llegada de Trump al poder.
“El reconocimiento de pérdida de valor de las cosas genera un dolor que normalmente se mide dos veces más que el reconocimiento de apreciación de las cosas, es decir, si tú ganas dos se siente igual que si perdieras uno.
“Entonces no se va a acabar el mundo, el coronavirus no va a acabar con México y ni la administración pública va a poner al país de cabeza, el precio del petróleo no va a hacer que cierre Pemex, ni los virus duran para toda la vida. Es súper importante acordarse que todo pasa”.