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Si es difícil emprender, lo es aún más para un emprendedor social, explica Kenza Zouaoui, co-directora para México de la agencia de innovación global, Makesense.
Los problemas son mucho más complejos de resolver, el interés de los inversionistas es más escaso y en cuanto a hacerse millonario –seamos sinceros– este sector del emprendimiento no es el lugar para lograrlo.
"Aquí en México es mucho menos común invertir en un emprendimiento social. Ya sabemos que el tema del emprendimiento es complejo y difícil, pero lo es aún más cuando se tratan de temas socio ambientales donde no buscas el lucro específicamente aunque tengas un modelo de negocios estable", platica.
Pero a pesar de todos estos obstáculos, dice Kenza, miles de mujeres y hombres en todo el mundo se están sumando cada vez más para iniciar su propio emprendimiento social con un único fin: cambiar el mundo para bien, aunque sea un poquito.
Con el objetivo de que estos nuevos emprendedores tengan mayores probabilidades de sobrevivir en un ecosistema que les es hostil de entrada, es que existe Makesense.
Como Kenza la describe, Makesense es una agencia de innovación social y ambiental que lo mismo funciona como orientador, profesor, enlace corporativo, incubadora y fondo de inversión únicamente enfocada en el desarrollo de emprendimientos sociales.
Para cada emprendedor social que se une a su red, Makesense les ayuda a diseñar un programa personalizado de desarrollo.
Mediante talleres, cursos y encuentros los emprendedores reciben retroalimentación de organizaciones de la sociedad civil, inspiración, asesoría financiera, incubación de negocios y hasta inversión.
Asimismo, Makesense funciona como un puente entre estos emprendimientos y la iniciativa privada, al enlazarlos con necesidades corporativas de responsabilidad social.
Entre estos aliados figuran nombres como Coca-Cola, 3M, Citi, Facebook, Google, Cinemex o Aeroméxico.
De esta manera, si una corporación necesita una solución por ejemplo en materia de energías limpias, desarrollo social o reutilización de residuos, Makesense los acerca con emprendedores de estas áreas, generando una sinergia de desarrollo para el emprendimiento social.
El concepto eje de esta organización es el servir como un hub global de encuentro entre emprendedores sociales, empresas, ciudadanía y gobierno para lograr así el mayor impacto posible en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Así, Makesense busca emprendedores que ataquen las áreas de oportunidad más apremiantes para la humanidad al momento: agua, movilidad, energía limpias, diseño urbano, alimentación sustentable, consumo responsable y tejido social.
"Creemos mucho en primero identificar los retos antes de proponer programas que los resuelvan y en no solamente tener una incubadora sin tener un proceso de inversión antes o alianzas.
"Los emprendimientos ayudados por ciudadanía y corporaciones son una parte de nuestra teoría de cambio, (...) para que entre estos tres pilares se pueda lograr un impacto concreto".
IMPACTO GLOBAL
Makesense es la creación de los especialistas en emprendedurismo social Leila Hoballah y Christian Vanizette, quienes comenzaron con el piloto de su proyecto durante un viaje a India.
El concepto eje de esta organización es que si apenas el 10% de la población global cambiara hacia paradigmas más en equilibrio con el medio ambiente y socialmente más justos un cambio fundamental a nivel social estaría al alcance de la mano.
Ya en su décimo aniversario Makesense presume haber apoyado a más de 8 mil startups en 145 ciudades de todo el mundo y entrando en contacto con 100 mil colaboradores con este fin.
Según la biografía oficial de Makesense, ésta comenzó en 2010 como una iniciativa para juntar mediante talleres a ciudadanos comunes y corrientes con emprendedores sociales con el fin de robustecer los proyectos.
La red de emprendedores y consultores que fue construyendo le sirvió para hacerse de clientes corporativos para asesorarles en temas de responsabilidad social, lo que ayudó para su expansión global.
"Pronto la comunidad creció pero sentíamos que nos faltaba algo si es que queríamos ser más grandes y llegar más lejos, para lograrlo teníamos que tener a bordo a las corporaciones para ayudarlas a cambiar desde adentro.
"Creemos que los emprendedores de impacto son una de las claves para dar respuestas a los desafíos sociales y ambientales, tanto para lidiar con el mundo como es, como para construir un mundo como debe ser", relatan los fundadores en su página web.
Para el 2016 la organización añadió a México como uno de los países en los que cuenta con capítulos físicos hoy, junto a Senegal, Líbano, Filipinas, Francia, Costa de Marfil y Perú.
LOS RETOS
Con antecedentes financieros y de desarrollo de negocios, Kenza se involucró con Makesense París desde 2014 como miembro, luego como mentora, directiva, hasta llegar a directora general en México desde 2018, puesto que comparte con el ejecutivo de amplia experiencia internacional Diego Reyeros.
Según explica Kenza, el acercamiento sistémico de Makesense ha hecho que el 85% de los emprendedores apoyados por Makesense en México superen los dos años de vida, lo que evidencia la viabilidad de su modelo.
Por ejemplo, entre las startups apoyadas por el equipo de Kenza y Diego figuran Ecolana, plataforma que conecta a centros que reutilizan desechos con personas que quieren reciclar; el marketplace de productos socialmente responsables Tiendita del Campo; o los talleres de panadería contra la violencia de género Las Panas.
Y es que de acuerdo con Kenza, Makesense llena un vacío específico en cuanto a que los emprendedores sociales necesitan de una atención especializada respecto a sus contrapartes del sector tecnológico, por ejemplo.
Primero, buena parte de los emprendimientos sociales carecen de una planeación estratégica que les permita la solvencia económica.
"Sobretodo en etapas tempranas no saben cómo identificar su mercado ni a sus usuarios o definir un producto de servicios adecuado y llevarlo al mercado para luego escalar en la idea o el proyecto.
"Les ponemos este chip de 'el impacto social es tu corazón y esa es la definición de un emprendimiento socioambiental, pero piensa también que sin tener un modelo de negocios estable difícilmente vas a lograr un impacto tan grande".
Segundo, lo anterior hace que el acceso a capital sea mucho más escaso al no concitar el apoyo de inversionistas o instituciones de crédito.
Kenza se detiene en este punto al añadir que sí existen emprendimientos sociales de altos réditos y pone como ejemplo el caso del Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, quien con sus microcréditos a la palabra en comunidades empobrecidas de Bangladés fundó el Banco de los Pobres, el cual ha prestado 31 mil 620 millones de dólares a 9.3 millones de personas con una tasa de retorno del 94.6 por ciento.
Sin embargo, refiere que los emprendimientos sociales deben lograr la estabilidad financiera sin el respaldo de algún ángel inversionista.
"A lo que siempre los empujamos es que diseñen un modelo de negocios donde no dependan de una inversión externa, sino más bien que puedan crecer orgánicamente.
"Entiende tu reto, diseña una solución apropiada y con esto piensa en cómo monetizar ese servicio".
Y tercero, la ausencia de un equipo robusto que logre concretar los planes con los que los emprendimientos sociales comienzan.
"Muchas veces nos llegan emprendedores que están solos, tienen una idea o ya han desarrollado un prototipo, pero tienen un reto muy importante de cómo elegir a sus socios. Una idea la verdad es que cualquiera la pueda tener, pero realmente el éxito está en la capacidad del equipo que está atrás en llevarla a cabo".
Según refiere Kenza la pandemia ha modificado profundamente la manera en la que los emprendedores sociales articulan sus propuestas de negocio, pues deben reconfigurarlas ante una nueva normalidad.
Los emprendimientos sociales que requerían presencial física para funcionar debieron cambiar, las prioridades financieras de sus clientes se redirigieron y la comunicación remota con sus aliados debió fortalecerse.
"Lo que hicimos fue darles un mapeo de riesgos y oportunidades y de ahí les ayudamos a replantear su proyecto dentro de la nueva realidad, no a esperar a que las cosas regresen a la normalidad como antes porque no va a suceder.
"Tratamos de aprovechar su expertise y su know how ahora en un contexto diferente. Pero más allá de los riesgos para mi negocio y cómo mitigarlos, es ver qué innovación puedo sacar para tener aún más impacto que antes".
Y a pesar de todo esto, respecto al México de hace 10 años, Kenza refiere que en retospectiva se percibe hoy un ecosistema de emprendimiento social mucho más desarrollado, estructurado y profesional, pero sobretodo con más oportunidades.
"Fueron años de profesionalizar y de llegar a un nivel en que puede ser similar a otros países, durante mucho tiempo faltó acceso a financiamiento y hoy ya estamos viendo en nuevas iniciativas surgir para apoyar también con capital.
"Hay diferentes iniciativas, unas que se atacan al tema de financiamiento, otras a la planeación estratégica, otras a conectar emprendimientos con otros ecosistemas como lo hacemos en Makesense con esta visión de impacto colectivo. Retos siempre habrá, pero siento que estamos más armados hoy para para enfrentarlos".
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