Disruptores | Syngenta: Técnica para el campo

A pesar del rechazo al tema de los transgénicos, la empresa ve oportunidades en el énfasis del gobierno para impulsar al campo

Erick Ramírez | El Sol de México

  · jueves 5 de septiembre de 2019

Javier Valdés dirige las operaciones de la empresa de tecnología agroquímica en Latinoamérica Norte y México / Foto: Ernesto Muñoz

Los recientes incendios en el Amazonas nos recordaron la fragilidad del planeta y el profundo impacto que está teniendo la actividad humana.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, la superficie forestal total en América Latina se redujo ocho por ciento de 2000 a 2016, en tanto que la superficie agrícola aumentó seis por ciento.

Los cambios ambientales y demográficos ejercen una presión no vista en nuestros sistemas de producción agrícola.

Las sociedades necesitamos que los campesinos hagan más con menos mientras la población mundial crece, los suelos adecuados para la agroindustria se terminan y el planeta necesita un alivio.

Para gente como Javier Valdés, director general de Syngenta para Latinoamérica Norte y México, la respuesta a esta crisis pasa por la inyección de mayor tecnología al campo, aunque por el momento la agroquímica no sea vista por todos como una fuerza positiva y la palabra “transgénico” evoque más a diablos que a salvadores.

Syngenta es una de las corporaciones más grandes a nivel mundial en cuanto al desarrollo de tecnología agroquímica. Junto con Bayer, dueña de Monsanto, Du- Pont o BASF, Syngenta pelea los mercados de semillas mejoradas, plaguicidas y de transgénicos.

Según explica Javier, los desequilibrios que acompañan a la creciente población en el mundo empujarán a este mercado en el futuro.

“México cada año establece una tasa de nacimientos de alrededor de uno por ciento, lo cual significa que cada año hemos estado alimentando más de un millón de personas nuevas en nuestro país.

“Entonces tenemos que ser más eficientes en la superficie que tenemos para la agricultura, que es de alrededor de 22 millones de hectáreas. Es decir, tenemos que producir más volumen y de mejor calidad en la misma superficie. Ese —apunta— es el gran reto que tenemos en México, cómo incrementar la productividad”.

Foto: Ernesto Muñoz

Según el argumento de ventas de la empresa, la productividad de una parcela disminuye 40 por ciento sin el uso de controles biológicos contra plagas o malezas. Adicionalmente puede haber una merma de 30 por ciento por factores ambientales, como bajas temperaturas o exceso o falta de agua, mientras que los agroquímicos también pueden reducir el consumo del líquido.

De acuerdo con Javier, el cambio climático está añadiendo mayores problemas a la ecuación entre oferta y demanda agroindustrial. Sequías constantes, plagas o heladas sin precedente merman aún más los cultivos.

“Por poner un ejemplo, en el cultivo más importante para nosotros que es el maíz, el rendimiento promedio de México es de tres toneladas por hectárea, mientras Estados Unidos tiene nueve toneladas, 10 toneladas, o países como El Salvador, que comparativamente es muy parecido al sur de México, pero que anda alrededor de las cuatro toneladas por hectárea.

“Significa que tenemos una cancha de oportunidad para incrementar la productividad y ahí es donde compañías como Syngenta estamos trabajando en desarrollar tecnologías que ayuden a los agricultores a incrementar la productividad”.

En su opinión, es cuestión de tiempo para que estas soluciones tengan que ser discutidas más a fondo por gobiernos y agricultores.

“Soy mexicano, soy agrónomo y uno de los mandamientos que tengo es cómo ayudar a los agricultores. Nací en una zona agrícola rural y para mí es bien importante que se dé a los agricultores la importancia que tienen, que cuenten con herramientas tecnológicas para producir alimentos.

“Ha habido un distanciamiento entre la ciudad y el campo. Muchas veces la ciudad no entiende la problemática que hay en el campo, tenemos que acercar a la ciudad al campo. Tenemos que mostrarle la complejidad de producir alimentos y el riesgo que conlleva, y los sufrimientos o dolores de cabeza que enfrenta el productor para acercar un plato de comida a su familia”.

INDUSTRIA POLÉMICA

Las críticas a la industria agroquímica son variadas y altamente polarizantes. No se le tiene que recordar a Javier las arenas movedizas sobre las que se mueve su mercado.

Un organismo transgénico es aquel que ha sido creado artificialmente manipulando sus genes para generar resistencia a ciertas plagas o climas adversos, o para incrementar su productividad, como un maíz con mazorcas más grandes.

Organizaciones en todo el mundo, como Greenpeace, argumentan que no se han estudiado a fondo los efectos de estos nuevos organismos en los ecosistemas o en la salud humana. También señalan que pueden generar una dependencia de los agricultores hacia las grandes compañías al tener que comprarles semillas mejoradas para permanecer competitivos en el mercado.

A los pesticidas en específico se les culpa de la progresiva toxificación del suelo y los mantos acuíferos, mientras su uso se hace más común en las parcelas de todo el mundo.

Según la organización sin fines de lucro, Public Eye, un tercio del portafolio de pesticidas de Syngenta es considerado como “altamente dañino” por la Red de Acción contra los Plaguicidas (PAN).

Javier admite que la industria está consciente de las críticas y ha emprendido una estrategia para la reducción del uso de químicos en los sembradíos.

Con una población en constante crecimiento, principalmente la urbana, la presión sobre los sistemas de producción agrícola es cada vez mayor / Foto: Ernesto Muñoz

“Estamos trabajando para satisfacer las necesidades de la sociedad, pero también de la naturaleza en el sentido de que estamos buscando desarrollar e investigar tecnologías que tengan cada vez menos impacto en la naturaleza.

“Te pongo un ejemplo. De los (años) 50 y 60 a la fecha nosotros usamos 90 por ciento menos ingredientes activos en los cultivos para controlar las plagas y enfermedades. Antes necesitábamos un kilo, dos kilos, de ingrediente activo, pero ahora con la investigación que hemos hecho con cinco gramos se puede controlar de manera más eficiente una plaga sin efectos en otras plantas y animales. Es un target dirigido a la plaga que estamos buscando controlar. La investigación está direccionada en ese sentido, para reducir el producto que se pone en el campo”.

En cuanto al impacto de los transgénicos en su interacción con organismos naturales –dice–, se ha probado que pueden convivir sin alteraciones negativas en el medio ambiente.

Según el Consejo Nacional Agropecuario, 90 por ciento de las importaciones de soya y maíz que hace México corresponde a organismos transgénicos provenientes de Argentina, Estados Unidos o Brasil. Hasta el momento no se ha permitido la siembra de estos cultivos en el país, pero sí de algodón.

Javier explica que esta experiencia inicial ha permitido al país ser competitivos a nivel mundial y es el punto de partida para un debate más amplio.

“Si no tuviéramos la biotecnología en el algodón tendríamos que aplicar mucho más insecticida para controlar las plagas. Si queremos ser competitivos frente a los productores de Estados Unidos, de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, la biotecnología es una herramienta.

“La biotecnología puede ser una solución para los agricultores, para que sea más conveniente producir. Es una herramienta más que el agricultor no tiene disponible en México, pero es una decisión de las autoridades”.

Platica que han estado en contacto con el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador haciendo trabajo de convencimiento sobre la posible entrada de transgénicos a México, a pesar de que el Presidente aseguró durante su toma de protesta que eso no pasaría.

En su análisis, el énfasis que ha puesto este gobierno en el impulso al campo para que las personas no dejen sus comunidades rurales en busca de trabajo hace viable que una mayor inyección de tecnología en el campo –haciéndolo más atractivo para el productor– sea discutida durante este sexenio.

“Como empresa empezamos a hablar con gobierno y hemos propuesto las alternativas. Vamos a seguir trabajando en demostrar los beneficios que tiene, que han tenido otros países acá en Latinoamérica. Por ejemplo Colombia es un país que siembra transgénicos, también Honduras y Cuba.

“Conforme se vayan aprobando y demostrando los beneficios, principalmente con los pequeños productores, que son los más expuestos al riesgo, a los factores externos, creo que habrá un mayor convencimiento. Es nuestra labor como instituciones de investigación demostrar sus beneficios”.

FUTURO VERDE

La estatal china ChemChina compró a Syngenta en 2017 por 43 mil millones de dólares, en la que fue la mayor adquisición corporativa extranjera por parte de esa economía.

El movimiento del Estado chino fue interpretado como un paso más en la búsqueda de nuevas tecnologías para aumentar la productividad agrícola, así como para reducir el uso de productos químicos en suelos muy contaminados.

Según la firma de inteligencia Phillips McDougall, el mercado mundial de la agroquímica alcanzó en 2018 los 65 mil millones de dólares, y creció seis por ciento respecto al año previo. Syngenta en particular realizó ventas por 13 mil 500 millones de dólares.

En México, Syngenta lidera el mercado de plaguicidas y venta de semillas al atender a seis millones de productores a nivel nacional, 85 por ciento de ellos en el centro y sur del país, en gran parte pequeños productores.

Según Javier, un ingeniero agrónomo de Chapingo y quien ha trabajado 28 años dentro de la empresa, México está en un buen momento para redefinirse como una potencia agrícola, mientras la automatización de las industrias de manufactura y maquila avanza cada vez más.

Foto: Ernesto Muñoz

A favor del país juegan elementos como suelos fértiles, variedad de ecosistemas, mano de obra bien calificada en busca de trabajo y todo un robusto sistema privado y público de investigación.

“A México como país lo veo mucho más productivo en términos de nuestros agricultores de cualquier parte del país, te estoy hablando de los papayeros de Tapachula o de los productores de soya de Campeche y hasta los exportadores de Baja California o Sinaloa. El nivel tecnológico ha cambiado muchísimo, somos muy competitivos.

“México es centro de origen del cacao, pero nuestra productividad es bajísima y las condiciones de producción son muy buenas, pero no lo estamos aprovechando. El tema es cómo hacemos para que México sea tal vez no una potencia en cuanto a volumen de producción de cacao, pero sí que los granos mexicanos sean los favoritos en el mundo por su sabor, por sus características, por sus historias. Creo que podemos hacer algo bueno ahí.

“¿Dónde tenemos que cambiar? Creo que hay un área muy grande que es hacer más atractiva la agricultura en las zonas rurales para que las nuevas generaciones se queden allá, hacer que la rentabilidad sea mayor.

Ese es nuestro gran reto, cómo hacemos que las tecnologías permitan a las nuevas generaciones alimentar a sus hijos, darles calidad de vida a través de la productividad en el campo”, finaliza Javier Valdés.


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