La economía de Bolivia perdió impulso, pero aun así se mantiene como una de las más dinámicas de Latinoamérica. Sólo este año será la tercera con el mayor crecimiento de la región.
El dinamismo del país andino, con un crecimiento de 3.5 por ciento en este 2019, sólo será superado por el que habrán de experimentar República Dominicana (cinco por ciento) y Panamá (3.7 por ciento), según las previsiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El crecimiento de la economía que enfrenta una crisis social y política contrasta con el débil desempeño que se anticipa para la región que, según la Cepal tendrá una expansión de sólo 0.1 por ciento, impactada por un contexto global de tensiones comerciales e incertidumbre.
Durante la década 2004-2014, que comprende la llega al poder de Evo Morales (22 de enero de 2006) la economía boliviana creció a una tasa anual promedio de 4.9 por ciento debido a los altos precios de las materias primas, la expansión de las exportaciones de gas natural y una política macroeconómica prudente.
Un informe del Banco Mundial destaca que como consecuencia de ese ritmo de crecimiento la pobreza moderada se redujo de 59 por ciento a 39 por ciento en ese lapso.
El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de un país, bajó de 0.60 a 0.47 en el mismo periodo. La escala de este indicador va de cero (máxima igualdad, todos tienen los mismos ingresos) y uno (perfecta desigualdad, una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).
Sin embargo, en un contexto internacional menos favorable y la reducción de las exportaciones de gas natural, el crecimiento del PIB boliviano se redujo de un pico de 6.8 por ciento en 2013 a 4.2 por ciento en 2018. La reducción de la pobreza y desigualdad ha continuado, aunque a un ritmo menor.
“El índice de pobreza cayó de 39 por ciento en 2014 a 35 por ciento en 2018, y el índice Gini de desigualdad ha fluctuado cerca de 0.47 desde 2011. El efecto de los bajos precios de las materias primas fue contenido por políticas expansivas que, en un contexto de tipo de cambio fijo, resultaron en elevados déficits fiscales y de cuenta corriente”, apunta el Banco Mundial.
Entre 2014 y 2019, la deuda pública -incluyendo la deuda con el sector público financiero- aumentó de 38 por ciento a cerca de 53 por ciento del PIB y los depósitos del sector público en el Banco Central cayeron de 24 por ciento a alrededor de 13 por ciento.
Además, las reservas internacionales disminuyeron desde 15.1 mil millones (46 por ciento del PIB) en 2014 a cerca de ocho mil millones (20 por ciento del PIB) a mediados de 2019.
El Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2016-2020 impulsado por Evo Morales tenía el objetivo de mantener un crecimiento alto, continuar reduciendo la pobreza y mejorar el acceso a servicios básicos, basado en un amplio programa de inversiones públicas, financiado por los ahorros acumulados en la bonanza, endeudamiento externo y créditos del Banco Central.
El plan incluye inversiones en infraestructura, exploración de hidrocarburos, industrialización de gas natural y generación termo e hidroeléctrica. El plan también apela a un mayor dinamismo del sector privado y de la inversión extranjera directa.
El Banco Mundial advierte que esta agenda de desarrollo enfrenta retos como reducir los desbalances macroeconómicos, optimizar la eficiencia y progresividad del gasto público y asegurar retornos adecuados de los grandes proyectos de inversión pública, esto ante el deterioro de las condiciones internacional.