/ miércoles 30 de octubre de 2024

México envía por novena ocasión semillas a la “Bóveda del Fin del Mundo” en Noruega

La Bóveda del Fin del Mundo, ubicada en el Polo Norte, es una Póliza de seguro para el suministro mundial de alimentos en caso de desastres

Para garantizar que el patrimonio biocultural de México esté disponible para las generaciones venideras, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), realizó su noveno envío de semillas de maíz a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard en Noruega, muy cerca del Polo Norte, que se conoce como la “Bóveda del Fin del Mundo”.

Con su capacidad para resistir desastres naturales y otras amenazas, esta moderna “Arca de Noé” vegetal representa una garantía para los países que resguardan ahí sus colecciones de semillas.

Con el depósito realizado se completa el 90 por ciento de la colección de maíz y el 92 por ciento del trigo de la Bodega, lo que consolida a México y al CIMMYT como uno de los principales custodios del patrimonio biocultural agrícola mundial y refuerza su papel en la conservación de semillas que, en situaciones críticas, podrían significar la diferencia entre el colapso o la resiliencia de los sistemas alimentarios globales.

De acuerdo al inventario de 2010, México es el país que más especies ha enviado a la Bóveda de Svalbard, esta bodega de alta tecnología, construida a 130 metros de profundidad y resistente a la actividad volcánica, terremotos, radiaciones y crecidas de mar.

Un respaldo para el futuro

Cristian Zavala, experto en conservación de germoplasma del CIMMYT, señala a El Sol de México sobre la relevancia de este envío para las colecciones de maíz y trigo.

Este envío es fundamental para asegurar la disponibilidad de la semilla en el futuro

señaló el experto

También aludió al largo proceso necesario para completar el respaldo de las colecciones. “Aunque no es el último envío a Svalbard, es fundamental para asegurar la disponibilidad de las semillas en el futuro”, dijo Zavala.

Cristian Zavala explicó que este esfuerzo no solo busca proteger la diversidad genética de los cultivos de maíz y trigo, sino también asegurar que las semillas estén disponibles para su distribución.

“Además del respaldo del 92 por ciento en este envío, la colección de trigo alcanza un 90 por ciento de disponibilidad para su distribución, lo que nos hace elegibles para participar en financiamiento a largo plazo”, dijo.

El experto aseguró que esta disponibilidad es clave para garantizar la seguridad alimentaria y permite que estas semillas puedan recuperarse y distribuirse a las regiones que requieran su repatriación o rematriación de las semillas.

El Banco de Germoplasma del CIMMYT en Texcoco, que alberga las colecciones más grandes diversas de maíz y trigo en el mundo, no solo sirve a México, sino a toda la humanidad.

México manda semillas a la Bóveda del Fin del Mundo. Foto: Cortesía CIMMYT

Estas semillas resguardadas como un “bien global”, están disponibles para la investigación, la agricultura y la educación. “Cuando hablamos de un bien público o un bien global, nos referimos a que toda la humanidad tiene derecho a disfrutar de esta diversidad de manera responsable”, dijo Zavala.

En caso de perder esta diversidad, los únicos que pueden y tienen la capacidad de devolverla a sus lugares de origen son este tipo de bancos de germoplasma

dijo el experto en Conservación de Germoplasma.

Y dijo que refleja el esfuerzo global y de colaboración que implica preservar la biodiversidad agrícola siendo resultado del trabajo colectivo.

Zavala refirió que el poder realizar este envío, participaron alrededor de 50 personas. La conservación de los recursos genéticos es un esfuerzo de equipo, que involucra a múltiples actores para garantizar la disponibilidad de estas semillas en el futuro.

Comentó que el envío a Svalbard es un recordatorio de la importancia de los bancos de germoplasma como herramientas cruciales para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar la seguridad alimentaria global.

“Así, México contribuye a un bien público de inestimable valor para toda la humanidad”.

“En un mundo cada vez más vulnerable a los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la inestabilidad social, estos envíos son más que un simple almacenamiento. Son un acto de responsabilidad colectiva que permite a la humanidad mantener la capacidad de alimentarse y prosperar”, dijo Cristian Zavala.

¿Qué es la “Bóveda del Fin del Mundo”?

Se trata de un imponente depósito que se ubica en la isla noruega de Svalbard, a 8 mil kilómetros de distancia de México, en una montaña del Ártico, donde se resguardan a una temperatura de -18 grados semillas de los 5 Continentes, para proteger la biodiversidad ante desastres naturales, conflictos o los efectos del cambio climático.

De acuerdo a información oficial de Svalbard, esta Bóveda del Fin del Mundo se abre dos veces al año: en junio y octubre. Y fue en esta segunda apertura anual que el CIMMYT hizo el noveno envío de semillas de trigo y maíz.

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Su creación se remonta al 2008, decisión del Ministerio Noruego de Agricultura y Alimentos de dicho país nórdico. La administran la Organización Internacional Crop Trust, el Centro Nórdico de Recursos Genéticos y el gobierno de Noruega.

Guarda más de 1.3 millones de semillas de 5 mil 500 especies de 89 Bancos de Genes en todo el orbe.

Para garantizar que el patrimonio biocultural de México esté disponible para las generaciones venideras, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), realizó su noveno envío de semillas de maíz a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard en Noruega, muy cerca del Polo Norte, que se conoce como la “Bóveda del Fin del Mundo”.

Con su capacidad para resistir desastres naturales y otras amenazas, esta moderna “Arca de Noé” vegetal representa una garantía para los países que resguardan ahí sus colecciones de semillas.

Con el depósito realizado se completa el 90 por ciento de la colección de maíz y el 92 por ciento del trigo de la Bodega, lo que consolida a México y al CIMMYT como uno de los principales custodios del patrimonio biocultural agrícola mundial y refuerza su papel en la conservación de semillas que, en situaciones críticas, podrían significar la diferencia entre el colapso o la resiliencia de los sistemas alimentarios globales.

De acuerdo al inventario de 2010, México es el país que más especies ha enviado a la Bóveda de Svalbard, esta bodega de alta tecnología, construida a 130 metros de profundidad y resistente a la actividad volcánica, terremotos, radiaciones y crecidas de mar.

Un respaldo para el futuro

Cristian Zavala, experto en conservación de germoplasma del CIMMYT, señala a El Sol de México sobre la relevancia de este envío para las colecciones de maíz y trigo.

Este envío es fundamental para asegurar la disponibilidad de la semilla en el futuro

señaló el experto

También aludió al largo proceso necesario para completar el respaldo de las colecciones. “Aunque no es el último envío a Svalbard, es fundamental para asegurar la disponibilidad de las semillas en el futuro”, dijo Zavala.

Cristian Zavala explicó que este esfuerzo no solo busca proteger la diversidad genética de los cultivos de maíz y trigo, sino también asegurar que las semillas estén disponibles para su distribución.

“Además del respaldo del 92 por ciento en este envío, la colección de trigo alcanza un 90 por ciento de disponibilidad para su distribución, lo que nos hace elegibles para participar en financiamiento a largo plazo”, dijo.

El experto aseguró que esta disponibilidad es clave para garantizar la seguridad alimentaria y permite que estas semillas puedan recuperarse y distribuirse a las regiones que requieran su repatriación o rematriación de las semillas.

El Banco de Germoplasma del CIMMYT en Texcoco, que alberga las colecciones más grandes diversas de maíz y trigo en el mundo, no solo sirve a México, sino a toda la humanidad.

México manda semillas a la Bóveda del Fin del Mundo. Foto: Cortesía CIMMYT

Estas semillas resguardadas como un “bien global”, están disponibles para la investigación, la agricultura y la educación. “Cuando hablamos de un bien público o un bien global, nos referimos a que toda la humanidad tiene derecho a disfrutar de esta diversidad de manera responsable”, dijo Zavala.

En caso de perder esta diversidad, los únicos que pueden y tienen la capacidad de devolverla a sus lugares de origen son este tipo de bancos de germoplasma

dijo el experto en Conservación de Germoplasma.

Y dijo que refleja el esfuerzo global y de colaboración que implica preservar la biodiversidad agrícola siendo resultado del trabajo colectivo.

Zavala refirió que el poder realizar este envío, participaron alrededor de 50 personas. La conservación de los recursos genéticos es un esfuerzo de equipo, que involucra a múltiples actores para garantizar la disponibilidad de estas semillas en el futuro.

Comentó que el envío a Svalbard es un recordatorio de la importancia de los bancos de germoplasma como herramientas cruciales para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar la seguridad alimentaria global.

“Así, México contribuye a un bien público de inestimable valor para toda la humanidad”.

“En un mundo cada vez más vulnerable a los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la inestabilidad social, estos envíos son más que un simple almacenamiento. Son un acto de responsabilidad colectiva que permite a la humanidad mantener la capacidad de alimentarse y prosperar”, dijo Cristian Zavala.

¿Qué es la “Bóveda del Fin del Mundo”?

Se trata de un imponente depósito que se ubica en la isla noruega de Svalbard, a 8 mil kilómetros de distancia de México, en una montaña del Ártico, donde se resguardan a una temperatura de -18 grados semillas de los 5 Continentes, para proteger la biodiversidad ante desastres naturales, conflictos o los efectos del cambio climático.

De acuerdo a información oficial de Svalbard, esta Bóveda del Fin del Mundo se abre dos veces al año: en junio y octubre. Y fue en esta segunda apertura anual que el CIMMYT hizo el noveno envío de semillas de trigo y maíz.

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Su creación se remonta al 2008, decisión del Ministerio Noruego de Agricultura y Alimentos de dicho país nórdico. La administran la Organización Internacional Crop Trust, el Centro Nórdico de Recursos Genéticos y el gobierno de Noruega.

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