Para poder asegurar y alcanzar la seguridad energética en el país y así evitar episodios como los apagones de hace unas semanas, México necesita transitar hacia la producción y uso de energías más limpias, indicó Juan Manuel Núñez, investigador del Centro Transdisciplinar Universitario de Sustentabilidad (CENTRUS) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
El pasado 15 de febrero inició la interrupción del suministro de energía eléctrica en varias entidades de la república debido a las fuertes heladas que azotaron el estado de Texas, Estados Unidos, razón por la cual el país del norte decidió cortar el suministro de gas a México, lo que afectó a 4.8 millones de usuarios en todo el territorio nacional.
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De acuerdo con Núñez, esto sucede porque el país tiene que importar energía en forma de gasolina o gas debido a la manera en que se han estado desarrollando los campos de producción de energía eólica y solar.
Esto sucedió porque al estar transitando hacia una matriz energética más cercana a las energías limpias y a eliminar la dependencia de los hidrocarburos, México no acompañó esta transición de proyectos con justicia social y un proceso de fortalecimiento de las instituciones encargadas de la administración y la distribución de esa energía, explicó el experto.
Sin embargo, reconoció que aún se tiene oportunidad de utilizar energías más limpias y más baratas, pero al no estar de alguna manera siendo controladas por el Estado, el país depende de industrias o de circunstancias externas, como el caso de Texas.
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Respecto a la seguridad hídrica, el docente señala que el gobierno debe garantizar una distribución incluyente del agua y garantizar su uso sustentable, toda vez que su escasez será cada vez más frecuente, mientras que la sociedad necesita reflexionar sobre cómo afrontar de manera adecuada y efectiva este problema, que tendrá implicaciones importantes en la calidad de vida de las personas.
Como propuesta señaló que la autoridad puede cumplir con este objetivo a través de la distribución o racionamiento correspondiente del agua en todo el país, con base en los cálculos anuales de precipitación y la presencia, abundancia o escasez de lluvia. Por su parte la ciudadanía puede, por ejemplo, instalar en sus hogares la infraestructura que les permita captar y recolectar agua de lluvia.
Finalmente, respecto la seguridad alimentaria en México, recordó que, a partir de 1994, con la firma del entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la producción agrícola y ganadera tomó una lógica distinta y se empezó a orientar hacia ciertos tipos de productos dedicados a la exportación o, recientemente, a cuestiones agroindustriales.
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“Eso desequilibró el propósito de muchas tierras dedicadas a la agricultura, ya no para el autoconsumo, sino más bien procurando otros mercados”, dijo.
Por lo que urgió a producir alimentos (como granos) para el intercambio mercantil, problema de lógica comercial que se debe resolver. Por fortuna el país cuenta con una superficie agrícola bastante extendida y unas condiciones naturales adecuadas para la agricultura, la cual debe volver a poner en la mira, como prioridad, el autoconsumo, señaló.
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