Los hechos recientes revelan a un presidente López Obrador con una prisa desesperada, así como también su capacidad para hacer realidad su voluntad.
De la nada y vía Twitter, el Presidente anunció esta semana que Pemex iba a desembolsar 596 millones de dólares para la compra de la refinería Deer Park en Texas, Estados Unidos.
Las primera pregunta que brinca es de dónde van a salir esos recursos. Porque por más que el Presidente refiera que provienen de los ahorros de la austeridad republicana no hay una mísera tabla con datos oficiales que nos diga la cantidad de funcionarios despedidos desde el 2019, de cargos eliminados, de sueldos reducidos y a cuánto dinero ascienden esas diferencias por cada dependencia de Estado.
La he buscado sin éxito; de hecho nadie la ha encontrado porque no la hay.
Pemex consolida compra de refinería en Houston, Texas
Segundo, aunque Pemex es una empresa productiva del Estado con autonomía de gerencia mediante su consejo de administración ¿bajo consulta de cuántos se decidió hacerlo?, ¿por iniciativa de quién?, ¿luego de cuántos análisis y estudios?
Para otras cosas debatiblemente menos importantes, la 4T ha recurrido o recurrirá a consultas populares para legitimizar sus decisiones.
Una consulta para decidir si los mexicanos quieren independencia energética suena a pan comido, ¿por qué no lo hizo en esta ocasión si es que la razón le asiste?
Tercero y subiéndole a la complejidad, hay argumentos técnicos y presupuestarios que hacen dudar de que este sea buen negocio.
La compra del resto de acciones que Pemex no poseía de Deer Park costó 8 mil 399 millones de dólares menos de lo que se estima costará la construcción de Dos Bocas, ambas con la misma capacidad productiva: 340 miles de barriles diarios.
La ONG México ¿Cómo Vamos? lo dijo bien: "para que México cuente con mayor capacidad de refinación, la compra de la refinería Deer Park hubiera sido una solución más eficiente que empezar la construcción de Dos Bocas, menor costo y capacidad de refinación inmediata".
Por más que uno quiera respaldar al ideal de autonomía energética que obsesiona al Presidente la aritmética básica deja mal parada a la decisión.
Llama la atención que Shell se deshiciera tan fácil de un activo de la importancia que la 4T le adjudica a Deer Park.
Como informó la propia empresa, "no planeaba comercializar su interés en la refinería, sin embargo, tras una oferta no solicitada de Pemex, hemos llegado a un acuerdo".
O la oferta superó por mucho el valor real de la refinería o Shell prefirió salirse de un negocio sin futuro e insustentable ambientalmente en el largo plazo, ambos escenarios en contra del interés mexicano.
Es de destacar que empresas de energías renovables mantienen detenidas inversiones por 20 mil millones de dólares para la generación de 28 mil megawatts en México debido a la incertidumbre en materia legislativa, como informó esta casa editorial.
Las prioridades para con el planeta y las finanzas a largo plazo están mal.
Una decisión de este calibre, si no sometida a consenso, al menos hubiera estado suave que estuviese respaldada con expertos independientes, fuera transparente en cuanto al origen de sus recursos o ya de perdida comunicada apropiadamente.
Pero no, fue por decretazo, de madruguete y a tuitazos, ya sea porque el Presidente quería ayudar a su partido en estas elecciones, estaba envalentonado por la carencia de una oposición real, o sinceramente emocionado en arranque populachero.
En el fondo, que es la forma, nos mandaron a Texas a casarnos y ni un café nos invitaron.
Una más para la reseña histórica, Presidente, en la que nos aplica La Papal y sale al balcón como en el Vaticano para avisarnos con humo blanco: "habemus refinería".
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