/ lunes 5 de agosto de 2024

El reto de crear robots comestibles

Este tipo de desarrollos tecnológicos podrían utilizarse en una variada gama de aplicaciones, desde prestar servicios de salud hasta vigilar el medio ambiente

“Unir robots y alimentos es un desafío fascinante”, afirma Dario Floreano, quien es director del Laboratorio de Sistemas Inteligentes (LIS) de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) de Suiza, ademá del primer autor de un artículo donde se analiza qué ingredientes se pueden utilizar para fabricar piezas de robots comestibles y cuáles son los retos que plantea su fabricación.

Floreano es uno de los principales impulsores del proyecto RoboFood, que combina las ciencias de los alimentos y de la robótica de forma innovadora, para crear por primera vez robots que puedan ser comidos y alimentos que se comporten como robots, destinados tanto a personas como a animales.

El investigador ha unido fuerzas con Remko Boom, de la Universidad de Wageningen ; Jonathan Rossiter de la Universidad de Bristol, y con Mario Caironi, del Instituto Italiano de Tecnología de Italia para poner en marcha el proyecto que está siendo financiado por la Unión Europea (UE).

“Pedir una pizza y que nos la traigan en unos minutos con un dron, podría ser algo rutinario dentro de un tiempo, pero ¿y si además pudiéramos tomar como postre el propio dron que nos ha traído la comida en lugar de enviarlo de vuelta?”, pregunta en la web del proyecto, robofood.org, adelantando uno de los posibles usos de dicha tecnología.

Para él, la iniciativa Robofood entra en un territorio tecnológico completamente nuevo que tendrá aplicaciones prácticas que irán mucho más allá de las comidas llevadas a domicilio por un dron asimismo comestible.

Los robots y los alimentos son mundos muy diferentes: los primeros son inorgánicos, voluminosos y no desechables, mientras que los segundos son orgánicos, blandos y biodegradables, explican desde la EPFL.

Pero recientemente hubo avances significativos en la investigación para desarrollar robots comestibles que prometen resultados positivos, según señalan los expertos.

Alimentos robóticos y robots comestibles

Por ejemplo, “los alimentos robóticos podrían ayudar a reducir los desechos electrónicos, a suministrar nutrición y medicamentos dirigidos a personas y animales que lo necesitan, a controlar la salud e incluso a allanar el camino hacia experiencias gastronómicas innovadoras”, dice Floreano.

Este tipo de tecnologías permitirían controlar mejor la salud ‘in vivo’, o sea dentro de un organismo o tejido con vida; pero también reducir los residuos en la agricultura y facilitar la vacunación de animales salvajes, agrega.

Entonces, ¿qué tan lejos estamos de fabricar un robot comestible por completo que podamos poner en nuestro plato para consumirlo en la mesa, y cuáles son los desafíos tecnológicos para poder llevarlo a cabo?

“Todavía estamos averiguando qué materiales comestibles funcionan de manera similar a los no comestibles”, advierte el investigador.

El proyecto RoboFood busca crear robots que se puedan comer y alimentos que se comporten como robots, lo que permitirá que un dron nos traiga comida a casa y después comernos el propio dron, en vez de enviarlo de vuelta

Por ejemplo, “se ha comprobado que la gelatina comestible puede reemplazar al caucho; las galletas de arroz son similares a la espuma sintética; que una película de chocolate puede proteger a los robots en entornos húmedos; y que una mezcla de almidón y tanino puede imitar a los pegamentos comerciales”, comparte.

Se prevé que estos y otros materiales comestibles sean los ingredientes de futuros componentes robóticos, como actuadores, sensores y baterías”, según la EPFL.

Avances y desafíos tecnológicos

En 2017, los científicos de EPFL produjeron con éxito una pinza comestible, consistente en una estructura hecha de gelatina que podría sostener una manzana y comerse después.

La EPFL, el IIT y la Universidad de Bristol desarrollaron también una nueva tinta conductora que se puede rociar sobre los alimentos para detectar su crecimiento, la cual contiene carbón activado como conductor y en la que se utilizan 'gominolas' como aglutinante.

También se han desarrollado sensores hechos de materiales comestibles que pueden percibir el pH, la luz y la flexión.

En 2023, los investigadores del IIT desarrollaron una batería comestible, recargable y envasada con cera de abejas, utilizando vitamina B2 y quercetina, carbón activado y algas nori para evitar cortocircuitos, según la EPFL.

Esta batería comestible de cuatro centímetros de ancho puede funcionar a 0.65 voltios, un voltaje seguro en caso de ingestión, y dos de estas baterías conectadas en serie pueden alimentar un diodo emisor de luz durante unos 10 minutos, según la EPFL.

El proyecto RoboFood busca crear robots que se puedan comer y alimentos que se comporten como robots, lo que permitirá que un dron nos traiga comida a casa y después comernos el propio dron, en vez de enviarlo de vuelta

Una vez que estén listos todos los componentes para un robot que se pueda comer en su totalidad, el siguiente objetivo, de cara a su producción, consistirá en ensamblarlos, algo en lo que los científicos ya están consiguiendo avances, al haber logrado acoplar distintos sistemas robóticos comestibles en parte.

Por ejemplo, en 2022, investigadores de la EPFL y la Universidad de Wageningen diseñaron un dron con alas hechas de galletas de arroz pegadas con gelatina.

En otro avance más reciente, los científicos de la EPFL y el IIT han creado en 2024 un robot rodante y parcialmente comestible, que utiliza patas neumáticas de gelatina para moverse y un sensor comestible para medir la inclinación del artefacto.

Después de conseguir integrar todos los componentes en un robot comestible, los científicos necesitarán miniaturizarlos, darles un sabor agradable y aumentar su vida útil

Uno de los retos que enfrentan los investigadores en su camino para conseguir un robot comestible consiste en comprender la manera en que los seres humanos y los animales perciben los alimentos procesados mediante un comportamiento fisiológico reactivo y autónomo, según detalla el profesor Floreano.

Agrega que la electrónica totalmente comestible que utiliza transistores y procesa información todavía es difícil de fabricar.

“Pero el mayor desafío técnico es unir las piezas que utilizan electricidad para funcionar como baterías y sensores, con aquellas piezas que utilizan fluidos y presión para moverse, como los actuadores”, señala por su parte el investigador Bokeon Kwak, que forma parte del grupo de Floreano.

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Por otro lado, después de conseguir integrar todos los componentes en un robot, los científicos necesitarán miniaturizarlos, darle un sabor agradable y aumentar su vida útil, añade Kwak.

Los robots comestibles y alimentos robóticos podrían abrir una nueva gama de oportunidades en la atención sanitaria, la gestión medioambiental y la promoción de hábitos alimentarios más saludables, de acuerdo con los autores de estos estudios.

“Unir robots y alimentos es un desafío fascinante”, afirma Dario Floreano, quien es director del Laboratorio de Sistemas Inteligentes (LIS) de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) de Suiza, ademá del primer autor de un artículo donde se analiza qué ingredientes se pueden utilizar para fabricar piezas de robots comestibles y cuáles son los retos que plantea su fabricación.

Floreano es uno de los principales impulsores del proyecto RoboFood, que combina las ciencias de los alimentos y de la robótica de forma innovadora, para crear por primera vez robots que puedan ser comidos y alimentos que se comporten como robots, destinados tanto a personas como a animales.

El investigador ha unido fuerzas con Remko Boom, de la Universidad de Wageningen ; Jonathan Rossiter de la Universidad de Bristol, y con Mario Caironi, del Instituto Italiano de Tecnología de Italia para poner en marcha el proyecto que está siendo financiado por la Unión Europea (UE).

“Pedir una pizza y que nos la traigan en unos minutos con un dron, podría ser algo rutinario dentro de un tiempo, pero ¿y si además pudiéramos tomar como postre el propio dron que nos ha traído la comida en lugar de enviarlo de vuelta?”, pregunta en la web del proyecto, robofood.org, adelantando uno de los posibles usos de dicha tecnología.

Para él, la iniciativa Robofood entra en un territorio tecnológico completamente nuevo que tendrá aplicaciones prácticas que irán mucho más allá de las comidas llevadas a domicilio por un dron asimismo comestible.

Los robots y los alimentos son mundos muy diferentes: los primeros son inorgánicos, voluminosos y no desechables, mientras que los segundos son orgánicos, blandos y biodegradables, explican desde la EPFL.

Pero recientemente hubo avances significativos en la investigación para desarrollar robots comestibles que prometen resultados positivos, según señalan los expertos.

Alimentos robóticos y robots comestibles

Por ejemplo, “los alimentos robóticos podrían ayudar a reducir los desechos electrónicos, a suministrar nutrición y medicamentos dirigidos a personas y animales que lo necesitan, a controlar la salud e incluso a allanar el camino hacia experiencias gastronómicas innovadoras”, dice Floreano.

Este tipo de tecnologías permitirían controlar mejor la salud ‘in vivo’, o sea dentro de un organismo o tejido con vida; pero también reducir los residuos en la agricultura y facilitar la vacunación de animales salvajes, agrega.

Entonces, ¿qué tan lejos estamos de fabricar un robot comestible por completo que podamos poner en nuestro plato para consumirlo en la mesa, y cuáles son los desafíos tecnológicos para poder llevarlo a cabo?

“Todavía estamos averiguando qué materiales comestibles funcionan de manera similar a los no comestibles”, advierte el investigador.

El proyecto RoboFood busca crear robots que se puedan comer y alimentos que se comporten como robots, lo que permitirá que un dron nos traiga comida a casa y después comernos el propio dron, en vez de enviarlo de vuelta

Por ejemplo, “se ha comprobado que la gelatina comestible puede reemplazar al caucho; las galletas de arroz son similares a la espuma sintética; que una película de chocolate puede proteger a los robots en entornos húmedos; y que una mezcla de almidón y tanino puede imitar a los pegamentos comerciales”, comparte.

Se prevé que estos y otros materiales comestibles sean los ingredientes de futuros componentes robóticos, como actuadores, sensores y baterías”, según la EPFL.

Avances y desafíos tecnológicos

En 2017, los científicos de EPFL produjeron con éxito una pinza comestible, consistente en una estructura hecha de gelatina que podría sostener una manzana y comerse después.

La EPFL, el IIT y la Universidad de Bristol desarrollaron también una nueva tinta conductora que se puede rociar sobre los alimentos para detectar su crecimiento, la cual contiene carbón activado como conductor y en la que se utilizan 'gominolas' como aglutinante.

También se han desarrollado sensores hechos de materiales comestibles que pueden percibir el pH, la luz y la flexión.

En 2023, los investigadores del IIT desarrollaron una batería comestible, recargable y envasada con cera de abejas, utilizando vitamina B2 y quercetina, carbón activado y algas nori para evitar cortocircuitos, según la EPFL.

Esta batería comestible de cuatro centímetros de ancho puede funcionar a 0.65 voltios, un voltaje seguro en caso de ingestión, y dos de estas baterías conectadas en serie pueden alimentar un diodo emisor de luz durante unos 10 minutos, según la EPFL.

El proyecto RoboFood busca crear robots que se puedan comer y alimentos que se comporten como robots, lo que permitirá que un dron nos traiga comida a casa y después comernos el propio dron, en vez de enviarlo de vuelta

Una vez que estén listos todos los componentes para un robot que se pueda comer en su totalidad, el siguiente objetivo, de cara a su producción, consistirá en ensamblarlos, algo en lo que los científicos ya están consiguiendo avances, al haber logrado acoplar distintos sistemas robóticos comestibles en parte.

Por ejemplo, en 2022, investigadores de la EPFL y la Universidad de Wageningen diseñaron un dron con alas hechas de galletas de arroz pegadas con gelatina.

En otro avance más reciente, los científicos de la EPFL y el IIT han creado en 2024 un robot rodante y parcialmente comestible, que utiliza patas neumáticas de gelatina para moverse y un sensor comestible para medir la inclinación del artefacto.

Después de conseguir integrar todos los componentes en un robot comestible, los científicos necesitarán miniaturizarlos, darles un sabor agradable y aumentar su vida útil

Uno de los retos que enfrentan los investigadores en su camino para conseguir un robot comestible consiste en comprender la manera en que los seres humanos y los animales perciben los alimentos procesados mediante un comportamiento fisiológico reactivo y autónomo, según detalla el profesor Floreano.

Agrega que la electrónica totalmente comestible que utiliza transistores y procesa información todavía es difícil de fabricar.

“Pero el mayor desafío técnico es unir las piezas que utilizan electricidad para funcionar como baterías y sensores, con aquellas piezas que utilizan fluidos y presión para moverse, como los actuadores”, señala por su parte el investigador Bokeon Kwak, que forma parte del grupo de Floreano.

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Por otro lado, después de conseguir integrar todos los componentes en un robot, los científicos necesitarán miniaturizarlos, darle un sabor agradable y aumentar su vida útil, añade Kwak.

Los robots comestibles y alimentos robóticos podrían abrir una nueva gama de oportunidades en la atención sanitaria, la gestión medioambiental y la promoción de hábitos alimentarios más saludables, de acuerdo con los autores de estos estudios.

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