/ lunes 8 de abril de 2024

Ponen a Cuba en el mundo de los videojuegos

Con Saviorless, los desarrolladores Josuhe Pagliery y David Darias coronaron una historia de perseverancia frente a múltiples obstáculos

En 2016, cuando a Pagliery se le ocurrió la idea, parecía que el proyecto había nacido con buena estrella. "Llegó en un momento histórico", cuenta este artista gráfico de 43 años, responsable de la concepción visual del videojuego, publicado el 2 de abril, mientras que Darias se encargó de la programación.

Cuba y Estados Unidos vivían entonces un periodo de distensión en sus relaciones, bajo la presidencia de Barack Obama, y la isla comunista era foco de atención mundial.

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El proyecto cuenta con el apoyo de una fundación estadounidense y se beneficia de una microfinanciación colectiva. Pagliery viajó varias veces a Estados Unidos, donde su sueño de crear un videojuego independiente cubano encontró eco en la prensa.

Mientras tanto, internet llegaba a los teléfonos móviles del país en 2018, abaratando los costes de conexión. Hasta ese año, sólo era posible conectarse en lugares públicos y a precios elevados.

Pero a ese periodo luminoso siguió una tormenta perfecta para cancelar el proyecto, como recuerda Pagliery.

Las tensiones políticas resurgieron durante la administración de Donald Trump, quien reforzó las sanciones económicas contra la isla. El programador inicial del proyecto emigró y Cuba se sumergió en una grave crisis económica poscoronavirus, con penurias y apagones.

Siguieron con su sueño

"La inestabilidad es lo que caracterizó a este proyecto a lo largo de su desarrollo", comenta Darias, de 35 años, quien es exprofesor de la Universidad de La Habana y ahora programador independiente.

A las limitaciones de financiamiento y la falta de experiencia se sumaron los retos tecnológicos a los que Cuba, sometida a un embargo estadounidense desde 1962, se enfrenta cotidianamente.

Programas de software que no corren adecuadamente por la lentitud de la conexión, el uso permanente de una VPN y copias de seguridad interrumpidas por los cortes de energía, entre una larga lista de dificultades.

"Lo peor de todo, que pasó dos veces, es que se fue la luz y no sólo se perdió el trabajo de la última sesión de trabajo, sino de la semana, porque no sólo no se guardó, sino que (...) se corrompió el proyecto", rememora Darias en una habitación de su departamento en La Habana convertida en estudio.

Tras cuatro años de lucha, con las finanzas agotadas y sin recibir respuesta a los cientos de cartas que enviaron a productoras internacionales, ambos decidieron hacer un "demo gratuito para que, cuando menos", quedara "constancia de todo este esfuerzo", comenta Pagliery.

Fue entonces que Dear Villagers, una editora francesa con sede en Montpellier (Francia, sureste), se fijó en el trabajo de los cubanos y decidió apoyarlos para que pudieran "cumplir su sueño", explica Francis Ingrand, fundador de la empresa, que publica anualmente una decena de videojuegos.

Se convirtió en una leyenda

"Siempre nos han gustado los proyectos originales, nos gustó el estilo artístico y el juego nos interesó", dice Ingrand, elogiando la tenacidad de estos desarrolladores que, dice, "lograron algo loco".

Programado en 2D y con ilustraciones hechas a mano, Saviorless invita a los jugadores a desentrañar el misterio de las "Islas de las sonrisas", mientras luchan contra monstruos y resuelven acertijos.

En la comunidad de jugadores de Cuba, el proyecto, tras despertar la curiosidad con el demo, se convirtió en "una leyenda" al tardar tanto en concretarse, comenta entre risas Luis Antonio Noa, de 27 años, animador de un canal de Youtube dedicado a los videojuegos.

Para el también animador del canal Carlos Oscar Anaya, los jugadores del país, que navegan entre juegos gratuitos, pirateados y de factura local, están acostumbrados a que los videojuegos cubanos sean "más didácticos".

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En cambio, Saviorless es "un juego que tiene una trama más oscura", que busca "simplemente la diversión", detalla Noa, que destaca su "nivel gráfico y musical".

Ahora espera que este título "llegue lejos y ponga a Cuba en el mapa de los videojuegos" a nivel mundial.




En 2016, cuando a Pagliery se le ocurrió la idea, parecía que el proyecto había nacido con buena estrella. "Llegó en un momento histórico", cuenta este artista gráfico de 43 años, responsable de la concepción visual del videojuego, publicado el 2 de abril, mientras que Darias se encargó de la programación.

Cuba y Estados Unidos vivían entonces un periodo de distensión en sus relaciones, bajo la presidencia de Barack Obama, y la isla comunista era foco de atención mundial.

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El proyecto cuenta con el apoyo de una fundación estadounidense y se beneficia de una microfinanciación colectiva. Pagliery viajó varias veces a Estados Unidos, donde su sueño de crear un videojuego independiente cubano encontró eco en la prensa.

Mientras tanto, internet llegaba a los teléfonos móviles del país en 2018, abaratando los costes de conexión. Hasta ese año, sólo era posible conectarse en lugares públicos y a precios elevados.

Pero a ese periodo luminoso siguió una tormenta perfecta para cancelar el proyecto, como recuerda Pagliery.

Las tensiones políticas resurgieron durante la administración de Donald Trump, quien reforzó las sanciones económicas contra la isla. El programador inicial del proyecto emigró y Cuba se sumergió en una grave crisis económica poscoronavirus, con penurias y apagones.

Siguieron con su sueño

"La inestabilidad es lo que caracterizó a este proyecto a lo largo de su desarrollo", comenta Darias, de 35 años, quien es exprofesor de la Universidad de La Habana y ahora programador independiente.

A las limitaciones de financiamiento y la falta de experiencia se sumaron los retos tecnológicos a los que Cuba, sometida a un embargo estadounidense desde 1962, se enfrenta cotidianamente.

Programas de software que no corren adecuadamente por la lentitud de la conexión, el uso permanente de una VPN y copias de seguridad interrumpidas por los cortes de energía, entre una larga lista de dificultades.

"Lo peor de todo, que pasó dos veces, es que se fue la luz y no sólo se perdió el trabajo de la última sesión de trabajo, sino de la semana, porque no sólo no se guardó, sino que (...) se corrompió el proyecto", rememora Darias en una habitación de su departamento en La Habana convertida en estudio.

Tras cuatro años de lucha, con las finanzas agotadas y sin recibir respuesta a los cientos de cartas que enviaron a productoras internacionales, ambos decidieron hacer un "demo gratuito para que, cuando menos", quedara "constancia de todo este esfuerzo", comenta Pagliery.

Fue entonces que Dear Villagers, una editora francesa con sede en Montpellier (Francia, sureste), se fijó en el trabajo de los cubanos y decidió apoyarlos para que pudieran "cumplir su sueño", explica Francis Ingrand, fundador de la empresa, que publica anualmente una decena de videojuegos.

Se convirtió en una leyenda

"Siempre nos han gustado los proyectos originales, nos gustó el estilo artístico y el juego nos interesó", dice Ingrand, elogiando la tenacidad de estos desarrolladores que, dice, "lograron algo loco".

Programado en 2D y con ilustraciones hechas a mano, Saviorless invita a los jugadores a desentrañar el misterio de las "Islas de las sonrisas", mientras luchan contra monstruos y resuelven acertijos.

En la comunidad de jugadores de Cuba, el proyecto, tras despertar la curiosidad con el demo, se convirtió en "una leyenda" al tardar tanto en concretarse, comenta entre risas Luis Antonio Noa, de 27 años, animador de un canal de Youtube dedicado a los videojuegos.

Para el también animador del canal Carlos Oscar Anaya, los jugadores del país, que navegan entre juegos gratuitos, pirateados y de factura local, están acostumbrados a que los videojuegos cubanos sean "más didácticos".

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En cambio, Saviorless es "un juego que tiene una trama más oscura", que busca "simplemente la diversión", detalla Noa, que destaca su "nivel gráfico y musical".

Ahora espera que este título "llegue lejos y ponga a Cuba en el mapa de los videojuegos" a nivel mundial.




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