"Tenemos que hacer con las pantallas lo que hemos hecho en otras épocas con otras tecnologías, limitarlas", apuntó Vico –como es conocido en el ámbito académico y divulgativo–, actualmente profesor de Asesoría y Tutoría Pedagógica en la Dirección General del Deporte Universitario y colaborador en TVUNAM.
Puso como ejemplo lo sucedido con la aparición de los coches, para los que al principio "no hacía falta permiso de conducir y cada quien tenía el volante en un lado, hasta que hubo que exigir un aprendizaje, un examen y un permiso para conducirlos. Ahora no se puede dar una pantalla con acceso ilimitado a internet a un menor de 16 años".
Los niños estarán insoportables cuando se les quiten los móviles, pero se les pasará cuando a los padres les pongan una multa por dejárselos
Autor del ensayo "Era de idiotas", Vico aseguró que "ha llegado el momento de esa prohibición; en Francia se estudia limitar las pantallas hasta los 15 años y en Reino Unido ya hay un proyecto de ley para prohibirlas hasta los 16; hace falta la misma voluntad política que se tuvo para prohibir fumar en los bares".
"Los niños, cuando se les quiten los móviles, estarán insoportables, pero se les pasará cuando a los padres les pongan una multa de 600 euros por dejárselos", dijo.
Sobreexposición a la dopamina
El divulgador recordó que ya ha estudios que concluyen que el uso las pantallas supone "una rebaja, por generación, de siete puntos en el coeficiente intelectual", así como informes que hablan de la adicción que generan las redes sociales y el perjuicio biológico por sobreexposición a la dopamina, "que te fríe el cerebro".
En su opinión, la prohibición de las pantallas tendrá la ventaja añadida de que los niños "vuelvan a la calle" porque "aunque todos tienen una pelota en casa, ni la tocan porque prefieren la pantallita".
Vico puso más ejemplos, como un experimento efectuado en Noruega donde tras seis meses de prohibición en espacios educativos y públicos "se acabó con el ciberacoso y se incrementó el rendimiento académico", u otro en Nueva York que demostró que las pantallas durante veinte años "no han servido para nada, al revés" en cuanto a la mejora educativa.
Estudios concluyen que el uso las pantallas supone una rebaja, por generación, de siete puntos en el coeficiente intelectual e informes que hablan del perjuicio biológico por la sobreexposición a la dopamina
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Sobre la felicidad añadió que "no es una meta, sino un modo de entender la vida": "La felicidad también es un trabajo intelectual; no hay felicidad sin libertad y la libertad supone la posibilidad de elegir; ese es el momento de la felicidad, el de elegir; y eso no es posible sin conocimiento, no es posible sin libros".
Vico también criticó la saturación de información: "Si al día nos bombardean con unas 80 mil imágenes no hay capacidad de asimilación; las imágenes mueven a las emociones y, si no hay tiempo de pensar, triunfan los populismos, que se basan precisamente en las emociones".