Con una trayectoria de 26 años, A la cachi cachi porra continúa sus transmisiones completamente transformado gracias a Caro y a Yayo, quienes como nuevos conductores serán los encargados de apoyar y organizar los retos que tendrán que enfrentar los jóvenes de nivel medio superior del Instituto Politécnico Nacional.
“El sueño de todas las personas es estar aquí, el Canal Once tiene algo en este país, es un canal cultural respetado, un lugar en donde cualquier persona quisiera estar”, expresa Carolina Gómez, quien asegura sentirse orgullosa de formar parte de la familia del programa en esta temporada número 28.
En esta ocasión los juegos lúdicos y creativos continúan siendo la esencia del programa, y a las dinámicas ya conocidas, se suman el Gato, La Ruleta politécnica, Panel de problemas, Spelling Bee y El Último esfuerzo 2.0, además de una remodelación entera de la escenografía, así como la inclusión de tecnología al set.
Tanto Caro como Eduardo Villegas (Yayo), aseguran haber sido seguidores del programa y que ellos, como muchos otros espectadores, lo veían cuando eran niños. “Cuando le conté a mi familia, mi hermana fue la primera que reaccionó y fue la que me dijo que dijera que sí”, asegura Caro.
Para Yayo, este trabajo fue una oportunidad para regresar a sus raíces en el ámbito televisivo, pues “mi primer trabajo fue aquí en el Once cuando tenía seis años, entonces sentí muy bonito regresar a donde empecé, además en los primeros capítulos, vi las cámaras, los pasillos, el publico y dije órale es como un sueño”, comenta.
Por último, tienen muy claro lo que representa el orgullo politécnico de los participantes y han sabido adoptarlo y ambos consideran que es un gran impulso para la educación, pues fomenta el trabajo en equipo en los estudiantes así como las ganas de superarse.
“Siempre pensé que tenía un impacto educativo, pero ya cuando lo vives de cerca, te das cuenta de lo preparados que están los chavos y las ganas que tienen de aprender más y eso no le quita lo divertido, esa es la esencia del programa”, concluye Caro.