/ viernes 17 de diciembre de 2021

Así se ve la música de Tijuana

Tijuana Covers. Recorrido gráfico por la música de Tijuana a través de sus portadas, es un libro que documenta la parte visual de la música que se ha hecho en esta ciudad

“Desde que tengo memoria he sentido una fascinación especial, casi magnética, hacia las portadas de discos. Mi primer disco con una portada realmente significativa lo compré en la Discoteca Nacional de la 5 y la 10, en Tijuana. Un LP llamado Tubular bells de Mike Oldfield. Nunca había escuchado su música ni sabía nada de él, pero la imagen de su portada se me hizo tan impactante que me sentí casi obligado a llevarlo conmigo”.

Así es como nos introduce Fritz Torres al libro Tijuana Covers. Recorrido gráfico por la música de Tijuana a través de sus portadas, un exhaustivo proyecto de documentación gráfica que él y Gerardo Hernández publican con el apoyo del gobierno de Baja California.

Se trata de un trabajo que recorre 60 años de producción musical, de 1958 a 2018 -aunque en realidad llega hasta 2020- y que repasa desde los inicios del rock fronterizo con artistas como Javier Batiz hasta el rock indie de Vaya Futuro o la electrónica del colectivo Nortec.

Más de 500 referencias visuales, que como dicen los autores del libro, han dado rostro a la producción musical de la ciudad entre vinilos, casetes, discos compactos y archivos de formato digital.

En pocas palabras, registrar la historia, algo que no siempre se hace en los ámbitos de la música y la cultura de nuestro país, como dice Guillermo: “Ese es uno de los temas que traemos… Me ha tocado esa lucha de los archivos históricos y las sociedades de historia y demás… ¡Pero la historia se escribe de lo que ya acaba de pasar hace un segundo!

La propuesta gráfica se completa con textos de gente como Javier Bátiz, Pájaro Alberto, Roberto Castillo, Pepe Mogt y Ramón Amezcua, entre otros personajes clave de la cultura local y nacional / Foto: Braulio Lam

Lo anterior se completa con una serie de textos plagados de referencias y anécdotas de gente como el propio Javier Bátiz, Pájaro Alberto, Roberto Castillo Udiarte, Pepe Mogt (Fussible) y Ramón Amezcua (Bostich), entre muchos otros personajes clave de la cultura local y nacional.

Fritz Torres es productor gráfico e ilustrador que ha estado al frente de innumerables proyectos artísticos y culturales, entre ellos fue editor de la revista cha3 y editor gráfico del libro El paso del Nortec, además de haber recibido dos nominaciones al Grammy Latino por diseños de portada para Nortec, colectivo del cual ha desarrollado casi toda la propuesta visual.

Gerardo Hernández es publirrelacionista, locutor y músico, también tijuanense, quien ha colaborado en producción y grabación de artistas mexicanos como Jumbo, Chetes, Bostich + Fussible e Hiperboreal.

Vía telefónica desde esta ciudad, ambos personajes cuentan a El Sol de México que la idea de este proyecto surgió hace varios años, entre Fritz Torres y el escritor tijuanense Rafa Saavedra, pero que luego de su fallecimiento en 2013, la idea se quedó guardada en un cajón, hasta que años después Gerardo Hernández se ofreció a concretarla en conjunto con el propio Torres.

De acuerdo con estos dos promotores de la cultura fronteriza, desde hacía muchos años habían percibido que si bien se hablaba mucho de la música de Tijuana, tanto en el estado como en otras partes del país, no había muchos registros históricos que respaldaran esa reputación.

Fue así que echaron a andar una investigación de campo, que como califica Torres fue todo un peregrinar en el que una portada los llevó a otra y un músico o los llevó a otro, hasta que se fueron haciendo de un arsenal de material.

Foto: Braulio Lam

“Corrimos con muy buena suerte… Nos encontramos con coleccionistas de música de Tijuana que ni siquiera son de aquí, así como con cosas muy raras una vez que se fue corriendo la voz del proyecto”, recuerda Hernández.

De acuerdo con él, la idea principal era que la frontera se puede explicar a través de estas portadas, por lo que su primera aproximación fue sólo a la estética de las portadas, y luego hacia la música de esos discos, siempre enfocados en que tenía que tratarse de proyectos musicales que estuvieran producidos total o parcialmente en la ciudad de Tijuana, esa ciudad con unas características tan propias que la hacen irrepetible:

“No todas las ciudades de México son como la Ciudad de México o Guanajuato, que tienen una historia de siglos; hay otras ciudades como Tijuana, que se definen por la multiculturalidad de la migración, algo que tú puedes ver a través de la gráfica y cuya multiculturalidad va explicando la música”, dice.

“Hacer un libro de estas características no es común -detalla Torres- entonces además teníamos la idea de que si lo íbamos a hacer, debíamos dar los créditos de todos los autores de las portadas, porque la idea era hacer un homenaje a esos artistas gráficos que a través del tiempo han dado rostro a estos proyectos musicales”.

EDICIÓN DE LUJO

Además del contenido del libro, llama la atención la cuidada edición en pasta dura en la que se edita este libro -actualmente agotado-, lo cual fue posible gracias a que la Secretaría de Cultura del estado se involucró para editarlo como un esfuerzo de rescate del patrimonio musical.

Esto fue posible luego de que los autores, ya con el libro listo pero sin tener clara la forma en que lo publicarían, llevaron a cabo un proyecto alterno de difusión del mismo por medio de la cuenta de Instagram Tijuanacovers, en la que cada día iban publicando uno de los discos que forman parte de su investigación.

¿Cuáles fueron los primeros discos de Tijuana que llamaron su atención por su diseño?

Guillermo: Uno de Loopdrop, de 1999, el A de ambiente, y luego el Tijuana Sound Machine, de Nortec.

Foto: Braulio Lam

Fritz: A mí me llamaban la atención las producciones de Javier Batiz, porque antes las portadas de discos en México eran básicamente fotos de los artistas, pero Batiz incluyó las primeras ilustraciones en sus discos y eso me llamaba mucho la atención, lo mismo que el disco de El Ritual, que fue como nuestro primer discos similar a los de primer mundo, con fotografías dentro y una música genial, muy loca para ese tiempo.

¿Hubo algún hallazgo en particular que les sorprendiera durante su investigación?

Fritz: Bueno, más que un hallazgo en especial, fue encontrarnos con la diversidad de géneros musicales que hay en Tijuana, pues además del rock indie y la música electrónica con los que estamos muy familiarizados, vimos que hay una escena superpoderosa de música punk, otra de metal y una de jazz… en la que, aunque se toca mucho, se producen pocas grabaciones… Pero regresando al punk y el metal, nos sorprendió que sus portadas te hablan de qué tipo de música contienen, algo que no pasa con otros géneros.

LA GRAN AUSENTE

Guillermo Hernández admite que les han cuestionado por qué no aparece en el libro Julieta Venegas, que es una de las artistas más célebres que han salido de Tijuana, y argumenta:

No viene porque hubiera sido como colgarnos de ella y porque su situación es diferente, ya que aunque ella comenzó aquí en Tijuana, cuando lanza su música ya como Julieta Venegas, se vuelve más bien un producto de la Ciudad de México, a pesar de que siempre que salga a cantar diga que es de Tijuana”.

Foto: Braulio Lam

UN PROYECTO QUE DA PARA MÁS

Torres y Hernández coinciden en que, luego de que el libro se agotó, tres días después de su salida, el proyecto dará para más, y que entre las opciones podría estar la de una reedición, así como la búsqueda de distintas opciones para hacerlo llegar a otros puntos del país.

Ya de paso, Hernández asegura que a raíz de todo lo que ha removido esta publicación, incluso hay grupos que estaban inactivos y que están volviendo a tener cierta actividad, como es el caso de Othli, Swenga y Nona Delichas.

Mientras tanto, los autores invitan a descargarlo en formato electrónico del siguiente enlace: http://www.bajacalifornia.gob.mx/Documentos/icbc/libros/Arte/7-Tijuana/libro-TJC-final.pdf así como a escuchar el playlist que hicieorn en Spotify con muchos de los artistas que se recopilan en el libro.

Finalmente, ambos recalcan que sacar adelante un proyecto tan ambicioso no hubiera sido posible sin la ayuda de otros colaboradores, como Daniel Rubio (diseño editorial), Rodrigo López (corrección de estilo) y Mario Ospina.

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“Desde que tengo memoria he sentido una fascinación especial, casi magnética, hacia las portadas de discos. Mi primer disco con una portada realmente significativa lo compré en la Discoteca Nacional de la 5 y la 10, en Tijuana. Un LP llamado Tubular bells de Mike Oldfield. Nunca había escuchado su música ni sabía nada de él, pero la imagen de su portada se me hizo tan impactante que me sentí casi obligado a llevarlo conmigo”.

Así es como nos introduce Fritz Torres al libro Tijuana Covers. Recorrido gráfico por la música de Tijuana a través de sus portadas, un exhaustivo proyecto de documentación gráfica que él y Gerardo Hernández publican con el apoyo del gobierno de Baja California.

Se trata de un trabajo que recorre 60 años de producción musical, de 1958 a 2018 -aunque en realidad llega hasta 2020- y que repasa desde los inicios del rock fronterizo con artistas como Javier Batiz hasta el rock indie de Vaya Futuro o la electrónica del colectivo Nortec.

Más de 500 referencias visuales, que como dicen los autores del libro, han dado rostro a la producción musical de la ciudad entre vinilos, casetes, discos compactos y archivos de formato digital.

En pocas palabras, registrar la historia, algo que no siempre se hace en los ámbitos de la música y la cultura de nuestro país, como dice Guillermo: “Ese es uno de los temas que traemos… Me ha tocado esa lucha de los archivos históricos y las sociedades de historia y demás… ¡Pero la historia se escribe de lo que ya acaba de pasar hace un segundo!

La propuesta gráfica se completa con textos de gente como Javier Bátiz, Pájaro Alberto, Roberto Castillo, Pepe Mogt y Ramón Amezcua, entre otros personajes clave de la cultura local y nacional / Foto: Braulio Lam

Lo anterior se completa con una serie de textos plagados de referencias y anécdotas de gente como el propio Javier Bátiz, Pájaro Alberto, Roberto Castillo Udiarte, Pepe Mogt (Fussible) y Ramón Amezcua (Bostich), entre muchos otros personajes clave de la cultura local y nacional.

Fritz Torres es productor gráfico e ilustrador que ha estado al frente de innumerables proyectos artísticos y culturales, entre ellos fue editor de la revista cha3 y editor gráfico del libro El paso del Nortec, además de haber recibido dos nominaciones al Grammy Latino por diseños de portada para Nortec, colectivo del cual ha desarrollado casi toda la propuesta visual.

Gerardo Hernández es publirrelacionista, locutor y músico, también tijuanense, quien ha colaborado en producción y grabación de artistas mexicanos como Jumbo, Chetes, Bostich + Fussible e Hiperboreal.

Vía telefónica desde esta ciudad, ambos personajes cuentan a El Sol de México que la idea de este proyecto surgió hace varios años, entre Fritz Torres y el escritor tijuanense Rafa Saavedra, pero que luego de su fallecimiento en 2013, la idea se quedó guardada en un cajón, hasta que años después Gerardo Hernández se ofreció a concretarla en conjunto con el propio Torres.

De acuerdo con estos dos promotores de la cultura fronteriza, desde hacía muchos años habían percibido que si bien se hablaba mucho de la música de Tijuana, tanto en el estado como en otras partes del país, no había muchos registros históricos que respaldaran esa reputación.

Fue así que echaron a andar una investigación de campo, que como califica Torres fue todo un peregrinar en el que una portada los llevó a otra y un músico o los llevó a otro, hasta que se fueron haciendo de un arsenal de material.

Foto: Braulio Lam

“Corrimos con muy buena suerte… Nos encontramos con coleccionistas de música de Tijuana que ni siquiera son de aquí, así como con cosas muy raras una vez que se fue corriendo la voz del proyecto”, recuerda Hernández.

De acuerdo con él, la idea principal era que la frontera se puede explicar a través de estas portadas, por lo que su primera aproximación fue sólo a la estética de las portadas, y luego hacia la música de esos discos, siempre enfocados en que tenía que tratarse de proyectos musicales que estuvieran producidos total o parcialmente en la ciudad de Tijuana, esa ciudad con unas características tan propias que la hacen irrepetible:

“No todas las ciudades de México son como la Ciudad de México o Guanajuato, que tienen una historia de siglos; hay otras ciudades como Tijuana, que se definen por la multiculturalidad de la migración, algo que tú puedes ver a través de la gráfica y cuya multiculturalidad va explicando la música”, dice.

“Hacer un libro de estas características no es común -detalla Torres- entonces además teníamos la idea de que si lo íbamos a hacer, debíamos dar los créditos de todos los autores de las portadas, porque la idea era hacer un homenaje a esos artistas gráficos que a través del tiempo han dado rostro a estos proyectos musicales”.

EDICIÓN DE LUJO

Además del contenido del libro, llama la atención la cuidada edición en pasta dura en la que se edita este libro -actualmente agotado-, lo cual fue posible gracias a que la Secretaría de Cultura del estado se involucró para editarlo como un esfuerzo de rescate del patrimonio musical.

Esto fue posible luego de que los autores, ya con el libro listo pero sin tener clara la forma en que lo publicarían, llevaron a cabo un proyecto alterno de difusión del mismo por medio de la cuenta de Instagram Tijuanacovers, en la que cada día iban publicando uno de los discos que forman parte de su investigación.

¿Cuáles fueron los primeros discos de Tijuana que llamaron su atención por su diseño?

Guillermo: Uno de Loopdrop, de 1999, el A de ambiente, y luego el Tijuana Sound Machine, de Nortec.

Foto: Braulio Lam

Fritz: A mí me llamaban la atención las producciones de Javier Batiz, porque antes las portadas de discos en México eran básicamente fotos de los artistas, pero Batiz incluyó las primeras ilustraciones en sus discos y eso me llamaba mucho la atención, lo mismo que el disco de El Ritual, que fue como nuestro primer discos similar a los de primer mundo, con fotografías dentro y una música genial, muy loca para ese tiempo.

¿Hubo algún hallazgo en particular que les sorprendiera durante su investigación?

Fritz: Bueno, más que un hallazgo en especial, fue encontrarnos con la diversidad de géneros musicales que hay en Tijuana, pues además del rock indie y la música electrónica con los que estamos muy familiarizados, vimos que hay una escena superpoderosa de música punk, otra de metal y una de jazz… en la que, aunque se toca mucho, se producen pocas grabaciones… Pero regresando al punk y el metal, nos sorprendió que sus portadas te hablan de qué tipo de música contienen, algo que no pasa con otros géneros.

LA GRAN AUSENTE

Guillermo Hernández admite que les han cuestionado por qué no aparece en el libro Julieta Venegas, que es una de las artistas más célebres que han salido de Tijuana, y argumenta:

No viene porque hubiera sido como colgarnos de ella y porque su situación es diferente, ya que aunque ella comenzó aquí en Tijuana, cuando lanza su música ya como Julieta Venegas, se vuelve más bien un producto de la Ciudad de México, a pesar de que siempre que salga a cantar diga que es de Tijuana”.

Foto: Braulio Lam

UN PROYECTO QUE DA PARA MÁS

Torres y Hernández coinciden en que, luego de que el libro se agotó, tres días después de su salida, el proyecto dará para más, y que entre las opciones podría estar la de una reedición, así como la búsqueda de distintas opciones para hacerlo llegar a otros puntos del país.

Ya de paso, Hernández asegura que a raíz de todo lo que ha removido esta publicación, incluso hay grupos que estaban inactivos y que están volviendo a tener cierta actividad, como es el caso de Othli, Swenga y Nona Delichas.

Mientras tanto, los autores invitan a descargarlo en formato electrónico del siguiente enlace: http://www.bajacalifornia.gob.mx/Documentos/icbc/libros/Arte/7-Tijuana/libro-TJC-final.pdf así como a escuchar el playlist que hicieorn en Spotify con muchos de los artistas que se recopilan en el libro.

Finalmente, ambos recalcan que sacar adelante un proyecto tan ambicioso no hubiera sido posible sin la ayuda de otros colaboradores, como Daniel Rubio (diseño editorial), Rodrigo López (corrección de estilo) y Mario Ospina.

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