Los cambios… Qué importantes son los cambios en la música, en el arte y en la vida entera. Y Robert Zimmerman sabía, sabe mucho de eso. No solo porque ha compuesto suficientes himnos inspirados o relacionados con el tema, sino por algo mucho más importante: él mismo ha impulsado esos cambios varias veces en la historia.
Corrían los tempranos años sesenta cuando miles de jóvenes veían en mister Zimmerman -ya enfundado en el alias de Bob Dylan- a un nuevo portavoz que abanderaba causas tan loables como los movimientos por los derechos civiles y una abierta crítica a la guerra; de esa época fueron canciones como “Blowin 'in the wind” (1963) y “The times they are a-changin'" (1964).
Vengan escritores y críticos
que profetizan con su pluma
No hablen demasiado pronto,
porque la rueda sigue girando
Y el perdedor de ahora
será más tarde el ganador
Porque los tiempos están cambiando
“The times they are a-changin'"
Sobre "Blowin 'in the Wind", Dylan aseguró que escribió la letra de la canción en solo 10 minutos, sentado en un café de Nueva York. Y sin embargo, el tema ha inspirado a poetas y activistas durante décadas, debido a que se trata de una canción que permite múltiples interpretaciones, sin dejar duda acerca de que las cosas deben cambiar… y cambiarán.
Primer round: Renovar la música
No pasaría mucho tiempo para que la cosa se pusiera aún más interesante. Llegada la mitad de esa década, precisamente en 1965, una buena parte de los “rebeldes” que lo idolatraban quedaron completamente pasmados cuando vieron a su héroe subirse al escenario ya no con las típicas guitarras acústicas de costumbre, sino con una guitarra eléctrica, una Fender Stratocaster, que para muchos representaba prácticamente un sacrilegio.
Lo que los asistentes a ese recital-llevado a cabo en el marco del Newport Folk Festival- habían presenciado, era el surgimiento del folk electrificado, ni más ni menos.
En esa época, Dylan grabó tres álbumes en un periodo de solo 15 meses: Bringing It All Back Home (1965), Highway 61 Revisited (1965) y Blonde on Blonde (1966), los cuales se convertirían no solo en algunas de las grabaciones más importantes e influyentes de la década de los sesenta, sino de toda la carrera del músico y, si me apuran, de la música del siglo 20.
Las influencias políticas, sociales, literarias e incluso filosóficas de las que el músico estaba aprendiendo y reflejando en su obra, desafiaban las convenciones de la música popularde ese momento, ayudando de paso al crecimiento de la aún incipiente contracultura.
Voy a cambiar mi forma de pensar
Me hago un conjunto diferente de reglas
Voy a poner mi buen pie adelante
Y a dejar de ser influenciado por tontos.
"Gonna Change My Way Of Thinking"
Round 2: Influir en la banda más grande de la historia
Poco antes de ese episodio, en agosto de 1964 Bob Dylan tuvo un encuentro con The Beatles que iría más allá de lo anecdótico. Luego de tocar en un concierto en Queens, Nueva York, los británicos conocieron al cantante en el hotel Delmonico de Manhattan.
La historia cuenta que Dylan y su amigo, un reportero llamado Al Aronowitz, le llevaron marihuana al cuarteto de Liverpool. Dylan había asumido que The Beatles ya conocían bien la droga, pero no era así. Se dice que Ringo Starr fue el primero que dejó ver su inexperiencia al no pasar el porro y fumárselo todo él solo, mientras el autor de “Like a rollingstone” preparaba más cigarrillos para el resto del grupo, en una reunión que duró pocas horas.
Tiempo después, el propio Paul McCartney recordaría que hasta entonces, los integrantes de The Beatles solo habían sido hombres de puro whisky y Coca-Cola. John Lennon también recordaría que después de aquella reunión, fumaban marihuana prácticamente desde el desayuno: “Estábamos bien metidos y nadie podía comunicarse con nosotros, porque teníamos los ojos vidriosos y estábamos riéndonos todo el tiempo”.
La importancia de aquella reunión radica en que después de probar la hierba, los Beatles se engancharon de esa y otras sustancias más experimentales, inspirándose para hacer discos, también esenciales para la historia de la música, como Rubber Souly Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band.
Así que, casi sin proponérselo, Bob Dylan también ayudó a darle forma a la música de la banda más grande de todos los tiempos.
Me siento y sueño despierto, tengo abundancia de sueños despiertos
Cenizas de cigarrillos, ahí van por el suelo
Me iré los fines de semana, dejaré mis llaves en la puerta
Pero, ¿por qué intentar cambiarme ahora?
Why try to change me now?
Si bien sus álbumes nunca volvieron a ser tan revolucionarios como los de los años sesenta, Dylan se mantendría activo casi de forma permanente, lanzando de vez en cuando algunos álbumes igualmente esenciales, como Blood on theTracks (1975) que para muchos significó un regreso en plena forma.
Ya en la década de los ochenta, seguiría activo publicando la nada despreciable cantidad de siete álbumes, de los que destaca precisamente el disco con el que cierra la década: Oh mercy, apoyado en el genio de la producción Daniel Lanois (Neil Young, Peter Gabriel, U2), del que se desprenden joyas como “Everything is broken”.
También desde finales de la década de los ochenta, el músico inició una gira permanente a la que denominó precisamente Never Ending Tour.
Las cosas han cambiado
La gente está loca y los tiempos son extraños
Estoy encerrado fuerte, estoy fuera de alcance
Solía importarme, pero las cosas han cambiado
“Things Have Changed”
Y de premios ni hablemos. Bob Dylan los tiene todos, o por lo menos todos los que importan. Además del reconocimiento por pertenecer al selecto grupo de artistas que han vendido más de 100 millones de discos, en la época en que los discos importaban y la gente pagaba dinero por ellos.
Tercer round: El renacimiento
Durante los años noventa, Bob Dylan siguió publicando obra, aunque no conseguía destacar en un mundo que ya estaba completamente volcado hacia otros sonidos, otras ideas… y claro, otras drogas.
Sin embargo, en 1997 consigue publicar otro trabajo sumamente relevante: el increíbleTime Out of Mind -también producido por Daniel Lanois- que se coló de inmediato entre los mejores de su ya larga discografía y que significó una especie de renacimiento para su carrera.
De esa época son nuevos himnos como “Cold irons bound”, “Notdarkyet” y la fenomenal “Love sick”. Y de esa época es también el controvertido encuentro entre Dylan y el Papa Juan Pablo II, realizado en septiembre de 1997, en el marco del 23 ° Congreso Eucarístico Mundial en Bolonia, Italia y en el que el músico tocó algunas canciones frente a su santidad y en el que ambos se saludaron frente a la mirada atónita de cientos de personas.
Porque ese es justamente nuestro personaje: un hombre que no siempre hará lo que se espera que haga. Si no lo que Dylan haría.
Cuarto round: Premio Nobel
En 2016, Bob Dylan recibió el Premio Nobel de Literatura "por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense".
Y nuevamente, como en aquel 1965, medio mundo se escandalizó. Cientos, miles de voces, criticaron la decisión, sin atender a la premisa de que los géneros -musicales, literarios y de cualquier índole- pueden ampliar sus límites, y que cuando lo hacen, terminan enriqueciéndose.
Como cereza del pastel, en el momento de aquel anuncio, mister Dylan no le contestaba el teléfono a los encargados del Nobel, que querían confirmar su asistencia a la ceremonia de entrega… Y así los tuvo -nos tuvo- durante varias semanas, hasta que finalmente les pidió una disculpa por contestar tarde y por no poder asistir “por tener otros compromisos”. Genio y figura.
Supongo que tendré que cambiar mi plan
Debería haberme dado cuenta de que habría otro hombre
Pasé por alto ese punto por completo
Hasta que comenzó el gran asunto
“I guess I'll have to change my plans”
A estas alturas, Bob Dylan podría cruzarse de brazos y no volver a tocar. Y sin embargo, se mantiene activo, publicando trabajos tan destacables como el más reciente, Rough and Rowdy Ways (2020), en el que vuelve a recuperar sus raíces musicales, sonando al mismo tiempo vigente, actual.
Y sí, también sigue boxeando, como pudo comprobar en 2008 el promotor que lo trajo a México y al que, como parte de sus actividades en la capital del país, el músico le pidió ir a un lugar de tradición para practicar un poco, siendo el gimnasio Nuevo Jordán, la meca del boxeo en México, ubicado en la colonia Centro.
Todos conocen o han coreado alguna melodía de Dylan. Y cuando digo todos, me refiero hasta a las familias católicas de Iberoamérica que, sin saberlo, corean desde hace décadas la adaptación al español del clásico “Blowing in the wind, que Ricardo Cantalapiedra -seminarista, cantautor y cristiano y de protesta, militante comunista y escritor- hizo en su versión de “Saber que vendrás” (Saber que vendrás, saber que estarás, partiendo a los pobres tu pan).
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Eso solo para recordar lo lejos que ha llegado su música. Ya no hablemos de su influencia en la música popular. Generaciones completas de músicos y cantantes también le deben mucho. De todas las épocas y de todas las corrientes y estilos musicales.
Es probable que su quinto asalto sea también el último de su historia, aquel con el que selle su legado, que desde hace décadas es innegable.
Aquí hay un playlist, por si lo quieren agregar con un QR:
Escucha una selección de la música; algunas influencias y homenajes a Bob Dylan: http://bit.ly/dylan80