Se llamaba en realidad Marion Robert Morrison, pero todos lo conocían como John Wayne, el icono del cine de cowboys. Los forajidos más rudos del viejo oeste temblaban apenas desenfundaba sus pistolas con la velocidad del rayo, y caían muertos a sus pies, afuera del “saloon”, ante el regocijo del sheriff. Era el héroe, un paladín de la justicia en la pantalla de plata. Murió hace 40 años.
El Sol de México lo entrevistó en exclusiva a bordo de su yate fondeado en las costas de Mazatlán, en una entrevista que duró ¡cinco horas de tequila! Mediaban los años 70 y el famoso actor de Hollywood externaba en ese encuentro su pasión por nuestro país y… por nuestro tequila, “elíxir de dioses”, decía, mientras agotaba una y otra vez el “caballito”.
Y era cierto: John Wayne se había enamorado de México, de su gente, de sus paisajes. En Durango había escenarios naturales muy ad hoc para filmar sus películas. Tierra árida. Se construyeron sets en Chupaderos y el actor se compró un rancho muy cerca de ahí al que bautizó con el nombre de La Jolla (sic).
Fornido, el hombre aquel medía 1.93 de estatura y pesaba 110 kilos. Era un “símbolo de América” (siempre han dicho los petulantes gringos que ellos son América), pero aunque su imagen de cowboy lo catapultó al estrellato, en realidad John Wayne también participó en el cine bélico, interpretó comedias románticas, género policiaco y ostenta aún en la actualidad el récord de más protagónicos en la historia del celuloide con ¡142!, lo que habla muy bien de su brillante carrera.
El actor de Río rojo, Fuerte apache, Las arenas de Iwo Jima, El Álamo y La conquista del oeste, entre un total de 153 títulos que conforman su filmografía, nació el 26 de mayo de 1907 en Winterset, estado de Iowa y comenzó su largo andar en el cine mudo. Por sus venas corría sangre escocesa e irlandesa y también lo apodaban El Duque porque tenía un perro terrier llamado Little Duke.
UN REY DEL OVOIDE
En Glendale, California, a donde se mudó su familia, se convirtió en estrella del futbol americano antes de abrazar la carrera actoral gracias al astro del western, Tom Mix, quien le daba pequeños papeles a cambio de boletos para el emparrillado. Así conoció al director John Ford, aunque fue Raoul Walsh quien lo descubrió y lo rebautizó con el nombre artístico de John Wayne.
La gran jornada, fue el primer western sonoro que interpretó, en 1930, pero nueve años más tarde La diligencia lo lanzó al estrellato, dirigida por Ford, quien lo dirigió en más de 20 películas.
Wayne ganó un Oscar al mejor actor por su trabajo en True grit, una cinta de 1969; sin embargo, también productor, su película El Álamo fue postulada en 1960 y dirigió Boinas verdes en 1968, mismo año en que, activo en la política con el Partido Republicano, rechazó ser candidato a la presidencia de Estados Unidos por considerar “poco serio” el que un actor llegase a ocupar la Casa Blanca. No obstante, poco tiempo después apoyaría a su colega y amigo Ronald Reagan en la carrera presidencial.
LA PELÍCULA MALDITA
El astro de Hollywood enfermó de cáncer. Éste se atribuyó a la radiación a que fue expuesto durante el rodaje de la cinta El conquistador de Mongolia, en 1956, la película maldita producida por Howard Hughes que se filmó en Utah cerca de un campo de pruebas nucleares de Estados Unidos.
John Wayne dejó de existir el 11 de junio de 1979 y pidió que se escribiera en su epitafio, en español, “feo, fuerte y formal”.