Luego haber coreado el primer “¡Goya!” de su vida, tras haber sido investido en Los Ángeles con el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cineasta mexicano Guillermo del Toro ofreció una entrevista a la plataforma universitaria UNAM Global, en la que charló más a detalle sobre su investidura, la importancia de la academia, su quehacer creativo y otros temas.
"Es una sensación muy bonita recibir el Honoris Causa de la Universidad, que es, y siempre ha sido, una parte integral del alma de la cultura mexicana. Siempre ha sido la UNAM para mí el lugar, discursivamente y en la práctica, donde el espíritu pertenece al país y articula su espíritu”, comentó el director de El laberinto del fauno.
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Para destacar la importancia que tiene la UNAM para México, Del Toro comentó que hoy “estamos en un momento muy oscuro para la ciencia, el conocimiento y la cultura: Negamos la ciencia, no queremos el conocimiento y creemos que la cultura es algo accesorio y superficial. Y la realidad es que el riesgo de un país sin cultura es como existir en un mundo sin reflejos. Vengan del agua o de un espejo, el reflejo es el que te hace tener identidad, y la cultura y el arte son identidad.
La Academia son sus amigos
Durante la entrevista, se le preguntó al realizador sobre el papel de la academia, a lo que contestó que existen “miles de academias”, las cuales se forman por medio de los vínculos y las amistades.
“La academia existe para salvaguardar los estándares y mantenernos. No es que quieran que nadie entre; más bien, al revés, tener la puerta abierta para las generaciones que vienen. Pero la cosa que es vital del día a día es el ‘coleguismo’, los amigos, la gente que está en el mismo viaje. Puedo decir que durante un tiempo sustancial mi academia fueron Alejandro (González Iñarritu) y Alfonso (Cuarón)”, agregó el cineasta.
Vive una gran contrariedad
El video continuó con el cuestionamiento a Guillermo del Toro sobre algunas verdades y mentiras que hayan marcado su vida profesional. Él contestó que la gran verdad es “ser fiel a las ideas y no a las ideologías”, pues las primeras son propias, mientas las segundas son impuestas; y que las más grandes mentiras son el “fracaso” y el “éxito” como estándares de la integridad de las personas.
Luego de recordar que era un niño muy solitario, Guillermo del Toro reconoció la ironía de dedicarse al cine, que es una función social masiva: “Tengo que comunicarme con cientos de personas. Creo que el cine me permitió comunicar quién era yo. Como le pasa a un pintor, a un poeta, a un arquitecto, para quienes todo retrato es un autorretrato que termina construyéndote”.
La imaginación es desobediencia
Tras hacer esa aseveración, el creador de La forma del agua, aseguró que la “imaginación es desobediencia”, pues esta contradice la realidad a la que “la gente le concede tantísima importancia”.
“Consideramos las fantasías infantiles, pero para mis las más grandes fantasías son la política o la economía. Son profundas idioteces en las que todos hemos creído de manera muy tenue para poder vivir juntos. En cambio, la imaginación es indómita y desobediente, simplemente el acto de haber creado una filmografía en el género fantástico viniendo de la provincia mexicana es un acto de desobediencia: no voy a ser sólo quien me dicen que puedo ser, sino no lo que yo creo que puedo ser”, reflexionó el cineasta.