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Quizás muchos piensen que la comedia es lo más alejado de la tragedia, pero en la Antigua Grecia dirían que son los mismos dramas apenas separados por una risa. En La Casa del Humor, una de las escuelas de artes escénicas más importantes del país, entienden muy bien esa lógica.
La historia de Gerardo Enciso ilustra bien las premisas helénicas sobre el teatro. Él es coordinador de este centro académico donde enseñan algunos de los más grandes comediantes y humoristas de América Latina. Vivía, literalmente, de la risa, hasta que un libreto trágico dictó el drama de su existencia al ver morir a su padre víctima de Covid-19 en sólo 10 días.
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Pero ni el abismo más profundo hizo sucumbir a Gerardo: su vocación artística es más firme que el argumento de cualquier comedia de Aristófanes.
A sus 32 años, Gerardo es uno de los miles de trabajadores de la industria del teatro que han recibido golpes desde prácticamente todos los flancos. El más fuerte, sin duda, fue el fallecimiento de su papá, quien se contagió durante las primeras semanas de la pandemia, cuando había más preguntas que certezas.
“Cosas tan sencillas que hoy conocemos como el nivel de oxigenación o el tipo de síntomas antes eran un enigma. Creo que mucha gente murió por desinformación o por incertidumbre, que era lo que más dominaba al inicio de la emergencia”, dice en entrevista el también músico.
Desde hace mucho que Gerardo depende económicamente de actividades relacionadas a las industrias creativas, que representan uno de los segmentos más golpeados por el coronavirus. Ir al teatro, al cine, al museo o a un concierto se han convertido en actividades de alto riesgo por temor al contagio, que es altamente probable en reuniones superiores a las 30 personas, según la OMS.
El gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum ha dicho que la cultura y el entretenimiento será uno de los últimos sectores en reactivarse. Noticia fatal para los 477 mil mexicanos que, según el Inegi, trabajaban en el sector de los servicios culturales, deportivos y de entretenimiento antes de que el SARS-CoV-2 asumiera el protagónico de la peor de las tragedias.
Y aunque las afectaciones a las artes escénicas han sido muy graves y no se tiene la certeza de cuándo regresarán los espectáculos en vivo, la prioridad debe seguir siendo la salud de creadores y espectadores, asegura Enciso, quien se hacía cargo de todas las actividades administrativas, académicas y artísticas de La Casa del Humor, ahora convertida en una escuela online debido a la crisis económica.
“No hay dinero para pagar la renta”, comenta Gerardo, quien se contagió de Covid a la par que su papá, pero logró salir avante tras una serie de síntomas que no se agravaron tanto. Su madre también contrajo la enfermedad.
“Fue algo muy duro… El covid, el miedo y la incertidumbre laboral es una combinación fatal. Desgraciadamente, cuando mi familia se contagió, nadie sabía cuál era el tratamiento adecuado. Ahora, por lo menos, ya existen algunas opciones. Pero antes nadie tenía idea de nada, ni siquiera de las secuelas que se podían presentar. Y por si todo eso no hubiera sido poco, se sumó una situación económica complicadísima, porque fue justo cuando se canceló todo lo relacionado a La Casa del Humor, el lugar donde trabajo desde hace casi cuatro años”, cuenta.
SALIDA INESPERADA
El letargo en que vive la cultura en México es preocupante. Sólo para dimensionar, el sector cultural aporta el 3.2% del PIB nacional, más que otras industrias, como la siderúrgica (2.1%) o la química (1.4%), según datos de la Cuenta Satélite de la Cultura de México 2018 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
De hecho, hay quienes creen, como la consultora The Competitive Intelligence Unite, que la cifra real del valor del sector cultural asciende a 7.4%, lo cual lo convertiría en una de las 10 industrias más poderosas del país, casi al nivel que el sector turístico.
Es por ello que las personas que dependen económicamente de este segmento han hecho hasta lo imposible por encontrar alternativas de financiamiento, más cuando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ordenó un recorte operativo de 75% en todas las instituciones culturales con la Ley de Austeridad Republicana que entró en vigor en abril pasado.
Al ser La Casa del Humor una empresa privada que nunca ha recibido fondos públicos, su situación financiera ha sido difícil de sostener, mas no imposible. La salvación, comenta Enciso, la han encontrado en las plataformas digitales y las redes sociales, que utilizan para seguir impartiendo talleres en países a los que nunca se imaginaron llegar. Desde su fundación, este colegio ofrece clases de stand up comedy, cabaret, clown e improvisación teatral.
“En un periodo de dos meses hemos tenido cerca de 200 alumnos, una cifra un poco mayor a cuando trabajábamos antes de la pandemia. Sin embargo, hay que redoblar esfuerzos porque estamos cobrando 40% menos que antes”, asegura Enciso. “De algún modo, esto nos beneficia porque hemos podido contar con algunas de las personalidades del humor más importantes de América Latina, algo que antes implicaba muchos más gastos, ya que había que pagar avión, hospedaje y viáticos. Nos queda otro camino que adaptarnos, pues vivimos en un país que genera mucho teatro, pero no lo valora”, concluye Enciso.
