Considerado uno de los mejores cantantes mexicanos de música popular, Gualberto Castro comenzó su carrera artística siendo un niño. Cantaba en el cine Ópera del entonces Distrito Federal, formando parte de Los Panchitos, el grupo que tiempo después sería conocido como Los Hermanos Castro.
Era el año 1953 cuando el empresario Carlos Amador los presentaba entre función y función en aquel escenario de la colonia San Rafael, alternando con Carmen Salinas, quien hacía sus pininos en el espectáculo.
Con el grupo de sus primos Arturo, Jorge y Javier, Gualberto alcanzó grandes triunfos actuando incluso en Las Vegas y en programas musicales de la televisión estadunidense. Más tarde se convertiría en solista, aunque cuando la ocasión lo ameritaba se integraba al colectivo nuevamente; grupo al que posteriormente se añadiría otro primo, Benito.
Dueño de una voz incomparable, brillante y un estilo muy particular que lo llevaron a conquistar el Festival Internacional de la OTI en Puerto Rico, 1975, con la canción La Felicidad, de Felipe Gil, el Gualas –como lo llamaban cariñosamente-- deja una extensa discografía y una trayectoria que incluye, además, participaciones como actor y conductor televisivo, destacando entre sus trabajos La carabina de Ambrosio.
El canto por herencia
Nació en la capital mexicana el 12 de julio de 1934, bautizado con el nombre de Gualberto Antonio Castro Levario. La familia vivía en un edificio de la colonia Guerrero donde uno de los vecinos, Alfonso Mendoza, ostentaba título de maestro de canto nada menos que de La Scala de Milán. Con él, Gualberto tomó sus primeras lecciones de solfeo y proyección de la voz.
Su padre, don Antonio Castro, también cantaba, aunque no lo hacía profesionalmente. Le gustaban las baladas y los boleros, géneros que abrazó Gualberto en vez de la ópera que cultivaba Mendoza.
Sin embargo, no fue fácil para el incipiente cantante encontrar trabajo, así que luego de buscarle, de tocar puertas, empezó como bailarín en el teatro Blanquita.
Ya con Los Hermanos Castro, el buen Gualas lució sus cualidades vocales actuando en bares y centros nocturnos de la capital del país, hasta que un promotor estadunidense los descubrió y contrató para presentarse en Nueva York, pero tampoco resultó fácil. Había que apretarse el cinturón y dormir los cuatro ¡en una misma cama!
La calidad de aquel grupo vocal que sabía manejar y acoplar muy bien sus tesituras, pronto los llevó al estrellato en el vecino país del norte. A su regreso a México, no obstante, Gualberto Castro dirigió su carrera en solitario, al igual que los otros miembros del grupo, resaltando cada uno en lo suyo, aunque fueron Arturo –pianista, compositor y arreglista—y Gualberto quienes sacaron mayor partido.
Reconocido en países como Argentina, Perú y Colombia, Gualberto se dio el lujo de alternar con estrellas de la talla de Paul Anka. Uno de sus grandes éxitos discográficos es la composición de Roberto Cantoral, Qué mal amada estás. Acerca de la clave para mantener intacta su voz luego de 60 años cantando, Gualberto reveló que la disciplina y el mantenerse alejado del cigarro y el alcohol, habían sido determinantes.
Sus mujeres
En cuanto a su vida personal, estuvo casado con Altia Michel de 1954 a 1959; con Susana Edwards de 1962 a 1968; con Mariana Castro de 1979 a 1984; con Alejandra Walliser de 1986 a 2003; con Alexis Córdova de 2004 a 2006 y finalmente con Gudrun Becker. Procreó dos hijos: Altia y Juan Antonio Castro.