En 72 años de carrera, don Ignacio López Tarso nunca se había enfrentado a la frustración de no poder subirse a un escenario teatral. “Es lo que más extraño, es la primera vez en mis 95 años de edad que no lo hago, el teatro ha sido mi actividad básica”, cuenta desde el obligado confinamiento en casa como parte de las medidas sanitarias para prevenir el coronavirus.
Las tardes que normalmente dedicaba a ensayar las obras que presentaba, -a veces hasta tres montajes distintos en el mismo periodo-, ahora las dedica a leer, a ver televisión, a convivir con sus hijos y familia y preparar planes para el futuro. “Me la he pasado aquí metido, aburrido, pero con una gran paciencia, la paciencia requiere disciplina y eso lo aprendí de muy joven, tener tranquilidad por dentro y cuidarte mucho”, explica el ganador del Ariel de Oro.
Por fortuna, su hijo Juan Ignacio Aranda y sus dos nietos dieron cuenta de la nueva forma de hacer teatro vía streaming, una forzosa evolución obligada por el coronavirus para mantener este arte.
“Pero tampoco es cosa de otro mundo. Es parecido a la televisión porque te pones delante de una cámara, se graba y la gente lo ve. Es lo mismo, sólo que el sistema es distinto porque estás frente a una cámara más chiquita, es con el celular o en este caso con un iPad”, dice sin sorpresa.
Ignacio López Tarso actuará por primera vez en una obra vía streaming con la lectura dramatizada de Leonardo y la máquina de volar, un texto escrito por Humberto Robles sobre Leonardo Da Vinci en un ejercicio en el que el artista comparte sus memorias y últimos días junto a su discípulo Francesco, interpretado por Juan Ignacio Aranda, y con quien busca la manera de cumplir el sueño de volar.
“No es una escenificación porque no hay utilería, no hay escenografía, vestuario, maquillaje, no hay nada, estamos sentados en una mesa Juan Ignacio y yo con un pequeño atril adelante, el libro y unas velas que nos den algo de luz. Lo importante es la caracterización del personaje, enseñar lo que siente por dentro, por qué dice o hace cualquier cosa”, precisa con tono magistral.
La ausencia del aplauso se va a extrañar, no duda el actor, pero la necesidad de estar conectado con la audiencia puede más. “Hace muchos meses que no he tenido el gusto de comunicarme con el público. Desde octubre del año pasado que terminamos la temporada de Una vida en el teatro que presentamos en el Teatro San Jerónimo. Qué bueno que mi hijo y mis nietos descubrieron este nuevo camino del teatro en línea, virtual, y que podamos utilizarlo para volver”.
Pero el protagonista de Macario, la primera cinta mexicana nominada al Oscar como Película Extranjera, está seguro que la forzada evolución del teatro es sólo temporal, cree que nada cambia la experiencia de estar en un recinto que pone frente a frente al público con el actor. “Esto no va a sustituir el teatro, lo seguirá siendo así como lo ha sido desde los griegos, desde que se inventó el teatro al aire libre. El teatro seguirá siendo el teatro toda la vida”.
Por ahora, Ignacio López Tarso espera paciente el momento de volver a abrir el telón y escuchar los aplausos en vivo, porque “el escenario ha sido siempre mi gran placer, mi refugio, yo vivo para el teatro, estoy en el escenario la mayor parte del tiempo. Paso muy pocos días no haciendo teatro y cuando no lo hago lo estoy pensando, repasando, buscando cosas para el futuro. En fin, lo extraño”.
Las lecturas dramatizadas de Ignacio López Tarso se realizarán cada mes, el próximo texto es El caballero de la triste figura, una adaptación de El Quijote y Macario, que realizará en noviembre.
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