Decir que son los Beatles de la música electrónica puede sonar a tópico, pero es verdad. Esta banda de robots, que surgió cuando nadie lo esperaba, y desde uno de los puntos geográficos que nadie previó, llegó al mundo hace medio siglo para convertirse en un referente de la música popular.
Si nos remitimos a los primeros experimentos formales de algo cercano al concepto que hoy entendemos por “música electrónica”, desde la década de los cincuentas del siglo pasado ya andaban por ahí varias mentes precoces, desarrollando ideas que podríamos colocar como precursoras del género.
Para muchos, incluso los sonidos maravillosos de la era espacial que se escuchaban en el tema de la serie Doctor Who, creados por Delia Darbyshire, ya daban cuenta de ese momento, aparentemente más ingenuo, en el que el futuro parecía algo verdaderamente promisorio y en el que se vivían con optimismo las historias sobre aliens y hombres del espacio, así como las posibilidades del diseño de sonidos electrónicos.
En medio de ese fantástico viaje, que inició formalmente en la década de los sesentas, todo parecía inédito y conceptual; los oídos de la humanidad comenzaron a ser testigos de excitantes sonidos sintéticos y de ideas nuevas.
Kraftwerk es una referencia y una inspiración para toda la música que conocemosHéctor Mijangos / Noiselab
Entre ellas, destacan las del llamado rock conceptual, el krautrock y el art rock, con los que muchas propuestas sonaban realmente futuristas y revolucionarias.
La mayoría de esas propuestas saldrían del mercado anglosajón, dominado -como hasta nuestros días- por el Reino Unido y los Estados Unidos.
En esa incesante búsqueda por plasmar de la mejor manera posible cómo sonaría la vida del futuro, se publicaron todo tipo de obras, desde las más serias hasta las más lúdicas, e incluso disparatadas, entre las cuales muchos abusaron de la idea de plasmar al hombre como un ser cada vez más automático, robotizado, es decir: deshumanizado.
Esa era la idea del futuro que convenció a muchos músicos y artistas en ese momento, y parecía válida.
A fin de cuentas en el arte y el entretenimiento se vale todo.
Y realmente no existía una razón para dudar de esas teorías. Al menos no por un tiempo.
Sin embargo, a finales de la década de los sesenta, en una ciudad no angloparlante, sino germana, dos estudiantes de la academia Remscheid, cerca de Düsseldorf, en Alemania, se reunieron en torno a una clase de improvisación, y alejados de las ideas predominantes de la composición musical que prevalecían hasta el momento, comenzaron a experimentar con sonidos de múltiples formas, entre ellas, utilizando unidades de eco y amplificación para flautas, violines, así como teclados electrónicos.
Estos jóvenes, llamados Ralf Hütter y Florian Schneider, se aglutinaron primero bajo el nombre de Organization, para llevar a cabo sus primeras sesiones de improvisación que se comenzaron a convertir en largas sesiones de experimentación, antes de comenzar a dar sus primeras presentaciones en galerías de arte, universidades y clubes. El año siguiente, precisamente hace medio siglo (1970), Hütter y Schneider se replantean el concepto musical y artístico y lo rebautizan como Kraftwerk.
En ese momento construyen también su propio estudio de grabación en el centro de Düsseldorf, al que denominaron “Kling Klang” y ahí registran el que sería su álbum debut, titulado simplemente Kraftwerk, y en cuya portada se muestra un cono anaranjado, de los que sirven para desviar el tránsito, que a la postre sería una de las imágenes más distintivas de la banda alemana.
LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE KRAFTWERK
El resto es la historia que está plasmada en los libros de la música pop: una carrera musical con los altibajos y los cambios de alineación propios de todo concepto artístico con una mínima durabilidad. La historia está ahí, en cientos de libros y páginas de internet. Pero lo que vale la pena destacar aquí, es por qué estamos hablando de una propuesta excepcional, de esas que surgen muy de vez en cuando. Una vez cada medio siglo, digamos.
Al principio era difícil que se supiera; seguramente la propuesta de música electrónica construida por Kraftwerk parecía tan futurista como todos los experimentos que hicieron otros músicos alrededor del mundo, antes o después de ellos. Sólo con el paso del tiempo, los escuchas pudieron darse cuenta de que esa música, en apariencia robótica y fría, en el caso de este combo alemán, resultaba más bien cálida y entrañable. He ahí el truco.
Esa cualidad de la propuesta musical de Kraftwerk se haría patente una vez que su círculo de influencia se fue ampliando cada vez más.
De pronto, no sólo los aficionados a esos experimentos “futuristas” escuchaban con agrado tracks como Klingklang, Tanzmusik o la famosísima Autobahn, sino también los asiduos a la música clásica, el rock y, décadas después, raperos y hasta amas de casa aficionadas al easy listening, como veremos más adelante.
UN NOMBRE FUNDAMENTAL PARA LA MÚSICA
Todo proyecto artístico, a medida que se hace popular, también se gana cierta cuota de detractores. Es parte de la subjetividad del arte y habla de que un proyecto aún tiene vida. Sin embargo, Kraftwerk debe ser uno de los proyectos musicales que menos rechazo generan a su alrededor. Puede ser que muchos no conozcan a Kraftwerk, pero es casi seguro que pocos, muy pocos pueden decir que detestan a Kraftwerk.
¿Pero qué hace tan trascendente a este proyecto? El artista visual y sonoro Juan José Rivas lo pone de este modo: “Para mí Kraftwerk tiene una influencia bastante decisiva. Mas allá de la estética de la música, tenía que ver con que por primera vez estaba escuchando un proyecto hecho con instrumentos electrónicos, y eso me hizo descubrir la posibilidad de generar sonido sin la necesidad de un instrumento acústico o sin esa formación académica que hay detrás de los músicos tradicionales. Significó darme cuenta de que la música había cambiado, o de que la música que había conocido hasta el momento tendría un giro brutal”.
El promotor de conciertos y fundador de Noiselab, Héctor Mijangos, asegura que Kraftwerk fue importante para él porque lo hizo ver un lado nuevo de la música desde la primera vez que los escuchó. “Esa forma de hacer algo diferente: música mecánica, sintetizadores y electrónica, es la que define de alguna manera mis preferencias musicales, y que además va acompañada con todas esas influencias de ciencia ficción, de cine. etcétera. Para mí, Kraftwerk es robots, es lo que soy, es mi compañía, que tiene de logo un robot, por eso Kraftwerk hace mucho sentido en todo esto”.
Por su parte, Pepe Mogt, del colectivo Nortec, recuerda que cuando comenzó a escuchar a la banda alemana tenía solo 10 años: “Fue con The Man Machine y fue un grupo que me encantó, aunque no tenía noción de que me dedicaría a la música electrónica. Ya pasado el tiempo, todo lo que escuché después, de bandas como Depeche Mode o Ultravox, siempre me hacía recordar a Kraftwerk, por eso para mí es muy importante, porque Kraftwerk me formó musicalmente”.
No podemos concebir la historia de la música actual sin hacer una referencia directa a KraftwerkJuan José Rivas / Artista visual
Aunque la producción musical de Kraftwerk se desarrolla entre los años setentas y los ochentas, existe un periodo de solo cuatro años (1974 a 1978) en el cual los alemanes publican cuatro discos, que son los que les asegurarían un lugar dentro de la cultura pop: Autobahn (1974), RadioActivity (1975), Trans-Europe Express (1977) y The Man-Machine (1978), siendo el primero y el último de ellos sus discos más populares, precisamente con los que rompieron las fronteras del público de nicho para llegar a uno masivo.
“Creo que no podemos concebir la historia de la música actual sin hacer una referencia directa a Kraftwerk, ya que fueron una de las primeras agrupaciones que utilizaron ese tipo de instrumentos electrónicos dentro de sus producciones. Son un punto de partida por la manera en como eso cambiaba definitivamente la historia musical; un punto seminal dentro de la música, pero no sólo de la música electrónica, sino de todos los sonidos que escuchamos actualmente, además de la percepción estética, que creo que no sería la misma sin la presencia de ellos”, dice Juan José Rivas.
“Hubo mucha música electrónica, música bailable y gente haciendo cosas experimentales, pero creo que cuando Kraftwerk hizo Autobahn, el concepto de ese álbum y la manera en que reunieron todas esas voces robóticas con esos sonidos de melotrón y hasta de música clásica, creo que a todo el mundo le voló la cabeza, desde David Bowie hasta Michael Jackson. Yo creo que Kraftwerk nos llevó a todos a pensar que esa era la música del futuro, y creo que ver a cuatro integrantes con todo electrónico fue lo que nos conectó a quienes después hicimos música electrónica”, agrega Pepe Mogt, alias Fussible.
Pero Héctor Mijangos va más allá: “Creo que Kraftwerk es una referencia y una inspiración para toda la música que conocemos ahorita; no sé que hubiera pasado si no hubiera habido un Kraftwerk, a lo mejor todo sería diferente.
"Hay gente que dice que Kraftwerk fue para la música electrónica lo que fueron los Beatles fueron para el pop; yo creo que toda la gente y todos los músicos los respetan, porque han sido clave en el desarrollo de tantos y tantos estilos musicales, que no conozco a nadie que diga: No me gusta Kraftwerk o no cambió mi forma de ver la música. Así que son pieza clave para que exista una música contemporánea, y no solo la de ahorita, porque tampoco hubiera habido Depeche Mode, Gary Numan, Human League, ni nadie si no hubiera habido Kraftwerk antes”.
MORE HUMAN THAN HUMAN
El legado de Kraftwerk es tal que son incontables las versiones, tributos y referencias que se han hecho de ellos en este medio siglo, en todos los idiomas y estilos musicales. Su música ha llegado tan lejos y de maneras tan insospechadas, como sólo le sucede a los grandes clásicos. Se dice que a mediados de los ochentas, en México, las amas de casa compraban sus discos, particularmente el sencillo de Tour de France -traducido y promocionado aquí como El baile de la escoba- porque decían que les gustaba y que iba bien para escuchar mientras hacían el quehacer.
Uno de los recuerdos que más atesora Juan José Rivas es el de un viaje en el país que vio nacer a Kraftwerk: “Recuerdo estar en Alemania, precisamente en sus autopistas, escuchando un disco que habían puesto mis compañeros de viaje; se trataba de El baile alemán, ese tributo que le hace el Sr. Coconut a Kraftwerk, porque para mí fue algo muy chistoso: como latinoamericano, estar recorriendo Alemania con ese soundtrack de fondo”.
“Al primero de los integrantes de Kraftwerk que conocí fue a Florian Schneider”, recuerda Pepe Mogt. “Una vez tocamos en Holanda, en un concierto del Sr. Coconut con Nortec, y al final él llegó al backstage. Estuvimos platicando, porque le gustó, y se me hizo chistoso que nos dijo: Ustedes son como unos Kraftwerk con tuba, me dio mucha risa que nos dijera así; era muy simpático Florian, que en paz descanse. Y con Wolfgang Flur colaboramos en una canción que se llama Moda makina, que está en el disco Motel baja, además de que tocó con nosotros en el Vive Latino… Pero lo mas bonito que vivimos con él fue que fuimos a Düsseldorf y nos dio un tour, o lo que el llama “el tour de Kraftwerk”, porque es ir a todos los lugares donde se juntaban ellos, donde comían, etcétera”.
Florian Schneider nos dijo: Ustedes son como unos Kraftwerk con tuba, me dio mucha risa que nos dijera así. era muy simpático Florian, que en paz descansePepe Mogt / Integrante de Nortec
Pero Héctor Mijangos tiene quizá la mejor anécdota que hayamos encontrado: “La vez que vino Kraftwerk a México para abrirle a Radiohead, recuerdo estar sentado en medio de una plática en la que estaban los integrantes de Kraftwerk y los de Radiohead. En esa ocasión, una de las cosas que Thom Yorke les dijo a ellos fue: 'Estoy muy agradecido de que me dejen cerrar su show'. Eso te habla de la importancia de una banda como Kraftwerk, para que una banda del tamaño de Radiohead les diga: ustedes no son la banda que nos abre, nosotros somos los que les cerramos el show, con un respeto absoluto y una humildad increíble.
“Y recuerdo un día que llevé a Ralf Hütter a comer helados y que él me decía: es que no traigo dinero. Me acuerdo que pidió un helado de chocolate, y que luego me dijo: Ya me lo acabé… ¿Puedo pedir otro? Es increíble que alguien del tamaño de ellos sea tan buena onda y sencillo. A él mismo, una vez le pregunté: ¿Desde cuando eres vegetariano? Y me dijo: desde 1972. Por lo que le dije: Wow, ¡eres vegetariano casi desde antes que existiera el término!
“Y así, muchos detalles increíbles de gente increíble, que abre la boca y siempre tiene algo que enseñarte, y que son cariñosos, amables y unos genios. Es interesante ver que los robots sí tienen corazón, además de un cerebro privilegiado”.
Te recomendamos el podcast ⬇️
Lee también otros contenidos de Normal ⬇️