Primero que nada, lo aclara: "Yo no maldigo porque soy cristiana, y en el cristianismo maldecir es una abominación".
Sin embargo, a Yuri sí le han sucedido dos malditas primaveras en su vida: su primer divorcio de Fernando Iriarte, a los 23 años, y las secuelas que le dejó el Covid-19. Se contagió a finales del año pasado.
En entrevista con la Organización Editorial Mexicana, la intérprete veracruzana recibe la primavera de 2021 "fuera de trainning" y saliendo de una crisis de ansiedad que, dice, la llevó a medicarse a un ritmo acelerado.
"El otro día hice un concierto en línea, eran sólo 10 canciones y me cansé, se me iba al aire. Mi cuerpo y mi voz están fuera de trainning. Tengo que hacer más clases de canto todos los días", asegura.
La cantante de 57 años cuenta que se le cayó el cabello y que atravesó por episodios de ansiedad, por lo cual tuvo que ser atendida con medicamentos. "Te haces adicta al medicamento, pero gracias a Dios y a la oración ya pasó. La palabra de Dios me sacó el medicamento de encima", dijo.
Desde que comenzó la crisis sanitaria, se han cancelado o pospuesto más de 800 espectáculos en vivo en México. Una situación que ha afectado a artistas pequeños, medianos y grandes en diferentes niveles, ya que la mayoría de los ingresos de los artistas ya no proviene de la venta de discos como hace 30 años, sino de las giras.
"La pandemia me ha pegado en el aspecto físico y emocional, porque no hay trabajo y no sabemos qué va a pasar. Porque nosotros (los artistas) tenemos un guardadito, pero ese guardadito se acabó", comenta la jarocha con más de 40 años de trayectoria.
Resulta contradictorio para Yuri recibir la primavera en estas condiciones al tratarse de su estación preferida. Pero le resulta todavía más contradictorio que su éxito más grande sea Maldita primavera, una canción que, confiesa, ya no le produce el mismo gusto que antes.
"Sí me cansa cantarla. A veces me choca un poco porque quieres cantar canciones nuevas y te vuelven a pedir Maldita primavera. Cada vez que voy a otros países siempre me ponen a cantarla: en reuniones, en los aviones, en las fiestas. Sí llega un punto en que te choca. Desde los 16 años estoy cantándola, es entonces cuando dices: 'ya pídanme otra, hay otras bien bonitas'. Pero sé que si un día la saco de mi repertorio, me tirarán tomate y huevo podrido".
Maldita primavera es una de las canciones pop más exitosas en español. Fue escrita originalmente en italiano, bajo el título de Maleddeta primavera, y compuesta por Paolo Amerigo Cassella y Totò Savio en 1981. Casi inmediatamente, la canción llegó a México, donde la industria encontró a la persona perfecta para interpretarla: Yuri, una tierna chica de 16 años, pero con una voz tan potente que encajaba perfecto con el tono dramático y desesperado de la canción.
"Maldita primavera llegó a mí sin que me pidieran permiso. En la disquera (Discos Gamma) me dijeron que tenía que cantarla porque la querían convertir en un éxito en México. De hecho, mis primeros éxitos fueron covers europeos. Era la época de oro para los discos en México. Éramos varios: Daniela Romo, Dulce, Mijares, Pandora. Todos tuvimos álbumes exitosísimos", recuerda la veracruzana.
Haber interpretado Maldita primavera, dice, la metió en un conflicto cuando se unió al cristianismo porque "hay cosas que hice en mi pasado de las que no tenía la conciencia de un adulto, y es entonces cuando hay hombres que pasan por tu vida y dices: ¡Maldito desgraciado!".
La versión de Yuri vendió más de 2.6 millones de copias, principalmente en Latinoamérica y España. Antes de la canción, sin embargo, la veracruzana no era una desconocida: ya había participado en dos festivales de la OTI, dos telenovelas y tenía dos discos de amplia aceptación.
"Tuve que cantarla de chiquilla. A lo mejor, si en ese entonces hubiese sido cristiana, no me hubiera atrevido a cantarla, sin saber que sería uno de mis mayores éxitos. Porque en realidad quien maldice a la primavera es el compositor, no yo: yo no maldigo a la primavera", afirma Yuri, quien recibirá a la estación más colorida del año entre la oscuridad del encierro.
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