Dice el filósofo Simon Critchley que un futbol mal contado es peor que un mal juego. En el regate de las palabras, no hubo nadie como Diego Armando Maradona: hábil con la bola e inquieto con el verbo. Personaje de sí mismo, El Diego se asumió héroe en la cancha de la vida, esa donde no hay tiempos extras ni penales.
Nadie sabrá jamás cómo es que un chico que se ganaba la vida envenenando cucarachas se convirtió en uno de los más grandes ídolos de todos los tiempos. Para el escritor mexicano Juan Villoro fuera del césped Maradona es un personaje digno de cualquier ópera italiana. Sus excesos y contradicciones lo convirtieron en el centro de los reflectores, que son inclementes hasta con los genios.
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El mito del futbolista de arrabal que llega a la cima no empieza ni termina en Diego, pero sí se consolida en su punto más álgido. Quizás por eso nunca se ha escrito, dicho ni filmado tanto sobre otro futbolista.
LA FARÁNDULA… SU OTRA CANCHA
Que a Diego la cancha le quedó chica no es un secreto. La talla grande la encontró en la farándula. Y usó cualquier pantalla, cualquier micrófono, para hacer escarnio de su propia intimidad. Jorge Luis Borges, otro argentino, dijo que la fama es un mal entendido. Diego no opinaba lo mismo.
La Noche del 10, el programa que se transmitió en la televisión pública argentina en 2005, fue un desfiladero de confesiones más que un late show. Sentado en un sofá bajo luces neón que recordaban más a un congal de Buenos Aires que un estudio de grabación, Maradona habló sobre las carencias de su niñez, sus violentas relaciones amorosas y sus posturas políticas más irreverentes. Trece episodios fueron suficientes para que la prensa argentina dijera: “Maradona es un genio cuando calla”.
Por su programa nocturno desfilaron algunos de sus más grandes ídolos: Pelé, Roberto Gómez Bolaños, Don Omar, Ricardo Arjona, Fidel Castro, Joaquín Sabina, Robbie Williams, Thalía, Paulina Rubio, Mike Tyson y Zinedine Zidane. Con todos conversó de manera íntima hasta niveles que para muchos parecieron innecesarios.
ADMIRACIÓN POR CHESPIRITO
Quizás el momento más recordado fue cuando Maradona besó la mano de Chespirito para después confesarle: “Usted es mi ídolo, maestro”. Fue en ese episodio cuando Diego le dijo que El Chavo del 8 fue el único remanso de paz que encontró durante su infancia en Villa Fiorito, donde su madre inventaba que le dolía el estómago para que comieran él y sus hermanos. Le dijo, también, que se llevaría toda la serie del programa en VHS para entretenerse durante su rehabilitación en Cuba. En 2005, Maradona libraba una de las luchas más fuertes que tuvo contra su adicción a la cocaína, droga que conoció cuando llegó a Europa, fichado por el FC Barcelona en 1982.
SUS EXCESOS EN UN FILME
Sobre esa etapa tan oscura trata el documental Diego Maradona (2020), del director británico Asif Kapadia. Una película que revela el lado más oscuro de quien es considerado el mejor futbolista de la historia. Y es que para Diego el Napoli significó el principio del fin en el futbol. Conflictos con La Camorra, afición por las prostitutas, opulencia grosera y cocaína a raudales conformaron la antesala de la decadencia de Diego. Sus errores le costaron caro. La Serie A lo sancionó con 15 meses de suspensión y un embrollo mediático que puso una pregunta demoledora sobre la mesa: ¿Es éste el campeón del mundo que estamos admirando?
Después de muchas rehabilitaciones fallidas y una polémica amistad con Fidel Castro, Maradona se hizo más grande en kilos y en escándalos. Comenzaron los problemas legales por la paternidad de sus hijos y, con ello, un juicio moral cayó sobre sus espaldas. En total, Diego tuvo cinco hijos reconocidos. Dalma y Giannina fueron fruto de su primer matrimonio con la empresaria Claudia Villafañe. Los demás estuvieron envueltos en polémica porque Maradona tardó mucho tiempo en reconocerlos. Tal fue el caso de Diego Junior, quien nació de una relación con la italiana Cristiana Sinagra, pero fue reconocido por Diego hasta 2016, casi 30 años después de su nacimiento.
En medio de toda esa polémica fue que el cantante argentino Rodrigo compuso el que sería uno de los mayores himnos del futbol: La Mano de Dios, canción que habla sobre la épica de Maradona, el chico bravísimo que emergió de los míseros potreros de Buenos Aires para asentarse, con voluntad casi divina, en la transgresión de las formas del juego y de la vida. ¿O acaso alguien más ha anotado un gol legítimo con la mano?
Rodrigo murió poco después de componer la canción en un accidente automovilístico, pero Diego, siempre ufano de sí mismo, la utilizó como autoproclama heroica contra todos sus críticos de la prensa, la política y el deporte. Su zurda inmortal ya tenía, en efecto, la melodía que lo acompañaría hasta el final de sus días.
La canción sensibilizó a toda América Latina frente a una figura que llevaba siendo vilipendiada durante muchos años. Maradona estaba lejos de ser un ejemplo para los niños, pero aún muy cerca de quienes no tenían ni la más mínima oportunidad de triunfar en la vida. “Los sin voz”, como los llamaba él. “Porque yo era uno de ellos”, decía.
EL AUTOR MEJOR PAGADO
Es curioso que Maradona se convirtiera, poco antes de morir, en el autor latinoamericano mejor pagado de la historia. La editorial Planeta le dio un millón de dólares de anticipo por los derechos de Yo soy Diego (2020), la autobiografía de la que él no escribió una sola palabra. En realidad, se trata de un compilado de entrevistas exclusivas (algunas de ellas valoradas hasta en 100 mil dólares) y de historias escritas a modo. En Argentina salió a la venta el pasado 1 de octubre y ya van más de 150 mil ejemplares vendidos.
Es en ese libro cuando Diego repite una de sus insignias preferidas: “Yo soy la voz de los sin voz, la voz de mucha gente que se siente representada por mí, cuando yo tengo un micrófono delante y ellos en su puta vida podrán tenerlo”. Durante sus últimos años de vida, Maradona se asumió como el Robin Hood de su generación, aunque lo dedos de sus manos nunca alcanzaron para contar sus mansiones y autos deportivos.
Poco antes de la publicación de la autobiografía, el periodista John Carlin aseguró que la leyenda proletaria de Diego Armando se complementa con otro mito social argentino: el de Eva Perón. “Ambos forman ese extraño híbrido de opulencia y demagogia”, dijo el periodista estadounidense.
Sus escándalos, en realidad, nunca pararon. En 2004 salieron a la luz unas fotografías en las que aparecía desnudo y drogado durante una rehabilitación en Cuba. En 2013 aventó piedras a la prensa en el aeropuerto de Buenos Aires. En 2014 estuvo a punto de golpear a un ciudadano italiano que le reclamó la deuda que tenía con el fisco de Italia por 40 millones de euros. Y un año después, durante un partido amistoso por la paz y la reconciliación de Colombia, agredió a un reportero y al personal de seguridad.
Dicen que para ver a Diego Armando Maradona de cuerpo entero es necesario ver el documental que hizo sobre él el cineasta serbio Emir Kusturica, otro forajido de su propia generación. Maradona by Kusturica (2008) es quizás la película más humana sobre el hombre que devino en Dios y que terminó consumido por su propia tragedia.
Después de la muerte de Diego, sólo queda preguntar: ¿Quién fue el gambetero que burló a la vida mejor que a la defensa inglesa que no pudo detenerlo en México 86? Porque como bien decían sus amigos: “Con Diego iría hasta el fin del mundo, pero con Maradona… yo no daría un paso”.
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