Un teléfono inteligente y mucho corazón fueron los ingredientes suficientes para dar vida a Oso polar, tercer largometraje del director mexicano Marcelo Tobar. Esta historia llegará a salas este viernes después de ganar como la Mejor película en el XV Festival Internacional de Cine de Morelia.
La realización de esta obra es en parte una consecuencia de la falta de apoyos a los que Marcelo Tobar ha tenido que enfrentarse para hacer cine desde hace más de una década que se dedica a ello. “En doce años no había recibido ningún apoyo gubernamental para hacer una película. Llevo 12 años, tres películas, y todas han sido independientes”, explica el cineasta.
Esta dificultad terminó sumándose a su necesidad de filmar con cualquier material a su alcance y la curiosidad por descubrir cosas nuevas para filmar Oso polar. “Hace un tiempo hice algunas pruebas con mi teléfono. Luego esas pruebas se presentaron en una pantalla de cine por accidente y me di cuenta de la relación del público con esas imágenes no cambiaba aunque hubiera sido con esa cámara”.
Honesto, Marcelo Tobar dice que las dificultades de filmar con un teléfono no fueron distintas a las de hacerlo con cualquier otra cámara, pues la herramienta no hace al cineasta. “El rigor cinematográfico no lo capta la cámara ni las actuaciones. El producto no cambia por la cámara, no hay que poner énfasis en que la cámara te dificulta o te ayuda, es simplemente que el medio para hacer cine es ahora más asequible, y eso es lo que cambia las cosas”.
Marcelo agradece las oportunidades que este premio puede abrirle, pero también lo dedica a aquellos cineastas que diariamente se enfrentan a las dificultades de filmar. “Ese premio es para todos los cineastas independientes, para sentir que lo que hacemos tiene valor, que cuando no te abren las puertas hay que tirarlas y que quien tiene que filmar va a filmar como pueda, solo hay que meterle rigor y corazón”.
AUTODESCUBRIMIENTO
El título de Oso polar es un juego de palabras que surge entre Heriberto (Humberto Busto), Flor (Verónica Toussaint) y Trujillo (Christian Magaloni), tres amigos que en su intento por llegar a un reencuentro generacional pasan por diversas experiencias que les harán descubrir que ninguno de ellos ha cambiado ni madurado desde que estudiaban juntos.
“Me parece que el tema del reencuentro generacional entre tres amigos es algo que todos podemos identificarnos con ello. Es un reflejo inmenso de lo poco que evolucionamos los seres humanos desde niños hasta adultos, que nos engañamos a nosotros mismos, bloqueamos nuestros traumas y eso nos genera ser violentos con nuestros hijos, nuestros vecinos, con el tráfico”, comenta Marcelo Tobar, quien confiesa que la inspiración de esta cinta provino de una experiencia similar que vivió hace un tiempo.
El cineasta destaca también que este trabajo es un reflejo de la Ciudad de México, no solo porque se encuentre filmada en diversas locaciones, sino porque retrata “la realidad violenta que vivimos como individuos y como sociedad estratificada. En México vivimos en la orfandad, estamos arrojados a una realidad en la que el gobierno padre o madre no existe, nos ha abandonado y nos ha dejado a nuestra suerte. Y este huérfano, como lo es Heriberto, está intentando redimir el pasado, creer que la gente evoluciona, que somos mejores que antes”.